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¿Tiene alguna oportunidad Trump en Carolina del Norte?

Visita a la sede del partido republicano en el decisivo estado

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La cálida voz de Dallas Woodhouse resuena en la sede de los republicanos en Carolina del Norte. El secretario general a menudo está al teléfono, disgustado. Además está ese tonto resfriado. El estrés de la campaña ha dejado sus huellas, después de todo, Carolina del Norte se ha convertido en un estado decisivo. En este estado conservador Hillary Clinton se sitúa por delante por un escaso 2,5%. Y ahora, desde el último debate televisivo, se ha generado una nueva ola de indignación de los medios contra Donald Trump, porque no quiso afirmar que aceptaría el resultado electoral si perdiera. El jueves soltó otra baza y declaró en un acto electoral que solo aceptaría el resultado si ganara. Si no, quería dejar en el aire la posibilidad de una impugnación.

Woodhouse, en la sede del Partido Republicano en Carolina del Norte.
Woodhouse, en la sede del Partido Republicano en Carolina del Norte.C.W

Woodhouse está sentado en su despacho en Raleigh— capital de Carolina del Norte—, con una gorra de béisbol, camisa y corbata, parece más un hombre de negocios que un funcionario del partido. Considera que el miércoles el moderador realizó una pregunta tonta porque buscaba una promesa de Trump. "Las elecciones son lo que son", declara Woodhouse. "Nadie puede cambiar los resultados". "Pero si alguien es un excéntrico como Trump, puede molestar con las cosas más pequeñas", afirma quitándole hierro al asunto. "Y cuando Trump habla de elecciones manipuladas, se refiere, según mi opinión, a los medios llenos de prejuicios", aclara Woodhouse. Este es un reproche que los conservadores han manifestado frecuentemente.

A la pregunta de qué influencia tendrá el debate en el resultado electoral en su estado, Woodhouse reacciona consternado. "¿Es una pregunta seria?, ¿Cómo lo podría saber?", piensa que Trump tuvo algunos momentos buenos, para él fue un empate. Pero todo el mundo sabe que un empate no es suficiente para Trump si quiere recuperar posiciones. A Woodhouse le encantaría que Trump no hablara más sobre Clinton. "Él tiene que dejar claro que la idea de que Estados Unidos vuelva a ser grande es algo que está por encima de él". Como si se le pudiera quitar al candidato de la cabeza la egolatría.

Woodhouse no cree que Trump dañara al partido en los años venideros si perdiera el 8 de noviembre. "Trump es su propia marca, la gente no le ve evidentemente como un líder republicano", asegura Woodhouse. Sin embargo, muchos temen que Trump pudiera tener una influencia negativa en otras votaciones, por ejemplo en escaños reñidos en el congreso o en el senado. Woodhouse piensa que Trump no provoca nada ni negativo ni positivo. "Es un fenómeno tan particular que no tiene ninguna influencia".

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Woodhouse no quiere distanciarse de Trump públicamente. El partido no es un fin en sí mismo, sino que sirve a los votantes republicanos y ellos decidieron atreverse con algo completamente nuevo, sacudir las cosas. Los líderes del partido como él tienen que lograr estos días un equilibrio. Muchas de las cosas que dice Trump no gustan internamente. Al mismo tiempo la dirección teme que Trump aluda al mito de la puñalada tras las elecciones y que diga que su derrota se debe a la escasa solidaridad del partido. Por ello, Woodhouse asegura, "hemos hecho todo lo que era posible para ayudarle a obtener la victoria, hemos movido cielo y tierra". Eso debería significar que no ha sido por el partido. Más bien, por el candidato.

Ahora sobre todo queda esperar. El jueves se abrieron las oficinas electorales en Carolina del Norte para los votantes anticipados, en muchos lugares había largas colas. Ahora los ciudadanos soberanos tienen la palabra.

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