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“Soy la que alertó a la policía dónde estaba el jefe de los ataques de París”

Al año de la matanza, la musulmana que evitó con su aviso otra matanza vive protegida

Carlos Yárnoz

Hace un año, el viernes 13 de noviembre, París sufrió el peor ataque desde la II Guerra Mundial. Un multicomando yihadista asaltó ocho objetivos y dejó detrás 130 cadáveres, además de siete terroristas muertos. Una francesa musulmana impidió una nueva matanza prevista seis días después al contar a la policía dónde se ocultaba el organizador de los atentados. Convertida en objetivo prioritario del Estado Islámico (ISIS en sus siglas en inglés), hoy vive escondida y protegida por las autoridades con su marido y sus dos hijos a la espera de cambiar sus identidades. “Voy por la calle, miro a la gente y me digo que quizás les he salvado la vida”, escribe en un libro.

La sala Bataclan donde Sting tocará este sábado, un año después de la matanza.
La sala Bataclan donde Sting tocará este sábado, un año después de la matanza. PHILIPPE LOPEZ (AFP)
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La historia de Sonia, nombre que usa desde entonces, es la de una heroína, pero también la de una mujer que, con su gesto, originó no solo la muerte del jefe terrorista sino también la de su adoptada hija Hasna Aït Boulahcen. Los dos, que eran primos, murieron el 18 de noviembre, junto con otro terrorista, en el barrio parisino de Saint Denis.

Abdelhamid Abaaoud, de 28 años, era el coordinador y organizador de los asaltantes. Había crecido en Molenbeek (Bruselas). Su padre, comerciante e inmigrante marroquí, lo matriculó en el exclusivo colegio católico de Saint Pierre.

Tras pasar por varias cárceles por delitos comunes, salió en 2012 de la prisión de Forest convertido en un musulmán radical. Allí había coincidido con Salah Abdeslam, único yihadista superviviente de la matanza de París. En 2013, Abaaoud viajó a Siria. Se llevó con él a su hermano Younès, de solo 13 años. Meses después, era reclutador de “mártires” para atentar en Europa.

En esos años, Hasna Aït Boulahcen, de la rama pobre de la familia de Abaaoud, sufría en su cuerpo y su alma una vida de desgracias y desórdenes. Maltratada por sucesivas parejas, engañada, violada, consumidora de drogas y alcohol… Expulsada de casa por su madre, recaló con 21 años en casa de Sonia, una especie de Madre Teresa nacida en Francia, de padres argelinos, dispuesta a ayudar a los necesitados en su popular barrio parisino donde habitaba en el piso 22 de una enorme torre de la calle Lille.

130 muertos en ocho ataques

21.20 h: Explosión junto al Estadio de Francia. Mueren tres suicidas y un viandante.
21.25 h: Disparos contra el restaurante La Petit Cambodge y el Bar Carillon. 15 muertos.
21.32 h: Ametrallado el café La Bonne Bière y el restaurante Casa Nostra. Cinco asesinados.
21.36 h: Disparos en La Belle Equipe. 19 muertos.
21.40 h. Tiros en el Comptoir Voltaire. Se suicida el hermano de Salah Abdeslam.
21.40: Tres individuos con fusiles y chalecos explosivos entran en la sala Bataclan. "Actuamos en nombre del ISIS". Los tiros y explosiones se prolongan hasta las 00.54 h. Mueren 90 personas además de los tres suicidas.

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Entre caídas y recaídas, Hasna decidió el verano del año pasado que su solución pasaba por el islam radical. Empezó a usar un velo integral ante el estupor de Sonia, ya impactada meses atrás cuando Hasna le enseñó un vídeo de su primo Abaaoud en Siria al volante de un todoterreno cargado de cadáveres. En su cuenta de Facebook la joven anunció el 11 de junio: “Quiero ir pronto a Siria”.

El día 15 de noviembre, dos días después de la matanza, Hasna recibió una llamada desde Bélgica para que acudiera en ayuda de Abaaoud a un barrio de París. La acompañaron Sonia y su marido. En el libro Témoin (Testimonio), aparecido estos días, Sonia cuenta lo que ocurrió esa noche en una zona de arbustos bajo la autopista A-86 en el barrio parisino de Aubervilliers. Fue allí donde Abaaoud, acompañado de Chakib Akrouh, le pidió a su prima Hasna que le encontrara una casa para pasar dos o tres días.

Sonia: ¿Quién es usted?

Abaaoud: Abdelhamid Abaaoud (su imagen ya estaba en todas las televisiones).

Sonia: ¿Ha participado usted en los atentados?

Abaaoud: Sí, no voy a mentir, hermana, porque he entregado mi alma a Alá y a Alá no le gustan las mentiras. Sí, las terrazas…el distrito X… Fui yo.

Hasna había sido maltratada por sucesivas parejas, engañada, violada, consumidora de drogas y alcohol...

Sonia: Pero han matado a inocentes.

Abaaoud: Jajaja. Vais a ver vuestras fiestas de Navidad… Pummmm!!! Y los barrios judíos. Jajaja. Vais a ver. Pummmm! Pummmm!

De vuelta a casa, Sonia, aterrada, habló con su marido y decidió llamar a la policía. Lo hizo al día siguiente, cuando Hasna salió para gestionar el alquiler de una vivienda en Saint Denis. Eran las 14.56 del día 16 cuando Sonia hizo la llamada que iba a cambiar su vida.

Operador: Alerta atentado, dígame.

Sonia: Ayer vi a uno de los terroristas. Es Abdelhamid Abaaoud. Dicen en televisión que está en Siria o ha muerto, pero está aquí. Y quiere cometer nuevos atentados.

De noche, tras haber contado todo a los investigadores —“no toquen a Hasna; no la maten”—, Sonia se encontró en casa a Hasna bebiendo, fumando entre lágrimas. “He estado con él. Me ha pedido que te mate. No puede dejar testigos. Me ha dicho que va a morir como un mártir”.

Al día siguiente, 17, Hasna detalló por teléfono a una amiga los planes: Abaaoud y su ayudante ametrallarán el 19 el centro comercial Quatre Temps en el barrio financiero de La Défense, una estación de tren cercana y una comisaría de policía. Luego se harán estallar. “Yo deberé hacerme estallar en Belleville, el barrio judío. ¡No quiero!”, le dijo.

“No toquen a Hasna; no la maten”, suplicó Sonia a la policía tras alertar de la presencia del terrorista y su hija adoptiva

A petición de Abaaoud, la joven se trasladó esa noche al piso de Saint Denis, en la tercera planta del número 8 de la calle Corbillon. A las 4.05 de la madrugada, entró en el portal el primer comando de la policía. Las explosiones y los tiros —se recogieron 1.576 casquillos de bala— se sucedieron durante dos horas. “Déjenme saltar, por favor; déjenme saltar”, se oyó en un momento a Hasna.

Abaaoud y Akrouh murieron al estallar el chaleco de este. Una de las explosiones destrozó el suelo. Hasna cayó a la segunda planta. Allí falleció asfixiada entre escombros. Tenía 26 años.

“Perdóname, pobre hija mía”, escribe ahora Sonia. No se arrepiente de lo que hizo. Por el contrario, cree que era su obligación. “Soy la persona que alertó a la policía de que uno de los terroristas más buscados de Europa había preparado y participado en los atentados más mortíferos de Francia”.

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Sobre la firma

Carlos Yárnoz
Llegó a EL PAÍS en 1983 y ha sido jefe de Política, subdirector, corresponsal en Bruselas y París y Defensor del lector entre 2019 y 2023. El periodismo y Europa son sus prioridades. Como es periodista, siempre ha defendido a los lectores.

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