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La coalición de izquierda en Portugal se afianza tras un año de estabilidad

El Ejecutivo socialista exhibe la reducción del paro y del déficit

Costa (izquierda), anteayer en el debate presupuestario.
Costa (izquierda), anteayer en el debate presupuestario.AFP

El Gobierno socialista de Portugal, con el apoyo parlamentario del Bloco de Esquerda y del Partido Comunista (PC), bautizado por la oposición como un galimatías, no solo no se ha roto en su primer año de andadura, sino que ha conseguido la estabilidad política y el respeto de Bruselas a sus planes económicos. El balance del Ejecutivo que encabeza António Costa es respaldado por varios indicadores positivos, entre ellos la contención del déficit, la reducción de la tasa de paro y un acelerón del crecimiento en el tercer trimestre.

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Pese al aumento del gasto público —por la eliminación de recortes en salarios públicos y la rebaja del IVA a la hostelería—, por primera vez en 42 años el déficit bajará este año del 3%; el paro se ha reducido al 10,8%, un punto menos que en 2015; y aunque la previsión de crecimiento para 2016 sea parecida al año anterior, en el tercer trimestre Portugal logró un gran acelerón con el avance más marcado de la zona euro, con un aumento del 0,8% en el PIB.

Abultada deuda

Las elecciones del 4 octubre de 2015 dieron pie a un escenario inédito en 40 años de democracia: el apoyo comunista a un Gobierno socialista. Para ello fue fundamental el crecimiento del Bloco de Esquerda (BE), que permitía sumar más diputados de izquierda que de derecha. Si no había Gobierno del Partido Socialista (PS), solo iba a ser culpa de los comunistas. Y se consiguió con tres acuerdos bilaterales PS-PC, PS-Bloco y PS-Verdes, tras infinitas reuniones en las que los socios no se mezclaron ni para la foto. Mal comienzo. El ex viceprimer ministro Pablo Portas, lo llamó el Gobierno “de la jerigonza”.

Un año después, la estabilidad del Ejecutivo de Costa “ha superado las expectativas”, según el presidente de la República, Marcelo Rebelo de Sousa. Ni se ha roto el Gobierno ni este se ha visto perjudicado por las expectativas electorales. Un sondeo de noviembre otorga al PS un 37% de intención de voto, 4,8 puntos más de los que logró en las elecciones. Entonces, ganó la coalición gobernante de centro derecha, el PSD-CDS, con el 38,5% de los votos; hoy las encuestas les dan el 37%. Presidente del país aparte, el primer ministro, António Costa, es el líder mejor valorado, con 30,6 puntos, casi el doble que el siguiente, el exprimer ministro del PSD Pedro Passos Coelho (16). Tampoco sus socios salen malparados. El Bloco obtendría hoy el 9,7% de los votos, cinco décimas menos, y el PC los mismos, el 8,2%.

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En contra de la OTAN, del euro y a favor del perdón de la deuda, tanto el Bloco como el PC han sabido mantener sus esencias y apoyar a un Gobierno que quiere cumplir con los compromisos europeos. En ese juego por mantener la identidad, PC y Bloco votan contra el PS en iniciativas que reafirman su imagen de izquierda, pero se cuidan de no perjudicar al Gobierno.

Pese a que varios indicadores apunten a una mejoría, quedan elementos de inquietud por la abultada deuda (133,1% del PIB), un sector bancario muy débil, y una persistente desconfianza exterior que se traduce en la falta de inversión. Quizás por eso Costa pide no ya cuatro años, sino una década “para realizar los cambios estructurales que necesita el país”. El presidente también apuesta por cumplir la legislatura. Rebelo de Sousa, del PSD, no ve alternativa: “Configurar un centro artificial, impuesto, en la gobernación del país sería poco clarificador”.

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