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Temer afronta la semana más dura de su presidencia

El Gobierno debate el límite de gastos públicos y las medidas anticorrupción

Tom C. Avendaño
Manifestantes en una protesta contra el presidente Temer.
Manifestantes en una protesta contra el presidente Temer.EFE

La Avenida Paulista de São Paulo, arteria central de la ciudad, se volvió a llenar de manifestantes el domingo. Todos —40.000 según los organizadores, 5.000 según la policía— protestaban contra Michel Temer, presidente del Gobierno surgido tras el impeachment a Dilma Rousseff a finales de agosto. Pero hasta ahí llegaba el consenso. Al preguntar, se encontraban varios motivos por los que el pueblo brasileño está descontento con su dirigente. Unos protestaban porque hoy el Senado brasileño votará, y probablemente aprobará, el proyecto estrella del Gobierno: el decreto que limitará los gastos públicos de Brasil durante 20 años. Es la primera medida de austeridad que Brasil ha conocido en años y se prevé que detrás de ella vengan muchas otras.

Otros estaban ahí porque el Congreso va a aprobar, también hoy, un paquete de medidas contra la corrupción y algunas de ellas servirán, irónicamente, para amnistiar muchos de los crímenes del caso Petrobras. Y, finalmente, estaba el caso de tráfico de influencias que la semana pasada forzó la dimisión de dos ministros del Gobierno y que, según avanzaba el fin de semana, salpicó directamente a Temer.

Manifestaciones

Esos son los nudos que están ahogando a Michel Temer estos días, los más áridos de su joven presidencia. El mandatario es consciente de que hay otra manifestación programada para el siguiente domingo, el 4 de diciembre, y que puede ser mucho más sonada. El mismo domingo por la noche movió pieza, cuando dio una conferencia de prensa televisada junto a los presidentes de la Cámara y del Senado. Temer dijo que había decidido “oír la voz de las calles” y que haría un “ajuste institucional”: juntos, los tres presidentes iban a vetar la parte del paquete medidas anticorrupción por las que se protestaba en la Paulista.

También fue inusual la referencia que hizo al tráfico de influencias. El ministro de Cultura, Marcelo Calero, dimitió el jueves pasado, acusando a otro, el de las Relaciones con el Congreso, Geddel Vieira Lima, de obligarle a interceder para que un organismo aprobase la construcción de un edificio en una zona protegida de Salvador de Bahía, donde Vieira Lima había comprado un millonario apartamento. Ahora Calero asegura tener grabaciones en las que el propio Temer aboga por Geddel. La respuesta de Temer ante esa posibilidad fue: “Es gravísimo que un ministro grabe a un presidente de la República”.

Tráfico de influencias

El escándalo del tráfico de influencias del ministro Geddel Vieira Lima quizá no sea el más grave que se haya conocido en Brasil, pero ha retumbado con especial fuerza entre un pueblo ante el que Temer se había presentado como el antídoto contra la corrupción. Según la consultora Veto, las noticias relacionadas con el caso han generado al menos 525 millones de visionados en la Red en Brasil hasta el viernes. Por contraste, los otros picos de noticias sobre la presidencia de Temer, como el día que asumió el cargo, se quedan todos en 300 millones de impactos.
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Sobre la firma

Tom C. Avendaño
Subdirector de la revista ICON. Publica en EL PAÍS desde 2010, cuando escribió, además de en el diario, en EL PAÍS SEMANAL o El Viajero, antes de formar parte del equipo fundador de ICON. Trabajó tres años en la redacción de EL PAÍS Brasil y, al volver a España, se incorporó a la sección de Cultura como responsable del área de Televisión.

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