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La ardua misión de salir vivo de Alepo

Ciudadanos sirios cuentan su experiencia al ser llevados a la periferia rebelde o la zona bajo control del Gobierno, mientras otros permanecen atrapados

Civiles llenan un vehículo para ser evacuados del este de Alepo, este viernes.Foto: atlas | Vídeo: STRINGER AFP | ATLAS
Natalia Sancha

Han transcurrido 72 horas desde que se anunciara la evacuación de los civiles del este de Alepo. Tres vecinos relatan su periplo hacia la periferia bajo control rebele, el Alepo bajo control gubernamental, al tiempo que 45 huérfanos siguen atrapados en el último reducto insurrecto.

Nisrine, ama de casa con cuatro hijos, 30 años

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“Hemos salido. Estamos bien”, fue el mensaje que envió Nisrine al cruzar los controles del Ejército que da entrada al Alepo occidental. Atragantarse con un plato de sopa, darse una ducha y “ dormir muchas, muchas horas”, fue lo primero que hicieron esta mujer de 30 años, su marido que sufre graves problemas de espalda, y los cuatro hijos de entre cuatro y 12 años. Un mes atrás, a Nisrine le consumía la duda. Convertida en cabeza de familia debía decidir cómo escapar del cerco, o, más bien, cómo sobrevivir a él. “Quedarnos es arriesgarse a morir bajo las bombas. O peor, que uno de mis hijos sea herido y muera por falta de tratamiento. Salir, es arriesgarse a morir por el camino”, reflexionaba en entrecortadas conversaciones. Cuando un mortero aterrizó en el cuarto de sus hijos, que salieron ilesos, a Nisrine la escena de las camas destrozadas por la metralla le disiparon la mente. “Hay que salir”. La familia corrió el pasado domingo de calle en calle, junto a un grupo de despavoridos vecinos. Esquivaron tiroteos y bombas hasta alcanzar las posiciones de las tropas de El Asad. Al otro lado, en la Alepo occidental, les esperaba desde hacía más de dos años el añorado abrazo de sus padres.

Muchas de las familias evacuadas no han tenido tiempo de digerir su seguridad física que ya cuestionan la económica. “Aquí la cosa está muy mal. No tenemos dinero y mis padres comparten casa con 25 personas”, musita ya a salvo. La segunda metrópoli siria está saturada por la llegada de más de 100.000 personas en una semana, el mayor desplazamiento que ha vivido el país en cuatro años. Una presión que desborda las instalaciones de acogida donde atienden sin descanso 100 trabajadores ojerosos de la Media Luna siria y la Cruz Roja, y dispara los precios de alquiler, por encima de los 300 euros, o lo que equivale a cinco meses de sueldo en Siria.

Mohamed, cuidador de gatos y conductor de ambulancias, 40 años

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Evacuado a periferia rebelde en ruta hacia Turquía

“Hemos salido. Estamos bien”, repetía también en un mensaje de voz en la mañana de ayer Mohamed Alaa Al Jaleel. Desde Idlib, última capital de provincia a manos rebeldes, este antiguo electricista reconvertido durante la guerra en conductor de ambulancias y cuidador de gatos relata sus últimas 24 horas. Salió en el segundo convoy con 1.500 civiles sin que se produjeran altercados. “El tercer convoy quedó atrapado cuando milicianos iraníes les cortaron el paso”, relata.

Dos meses atrás, al Jaleel ocupaba sus noches alimentando a más de 170 gatos, entregados por aquellos vecinos que huían. Durante el día, evacuaba a los heridos a bordo de dos ambulancias. Dos semanas atrás, las bombas alcanzaron el refugio de gatos matando a muchos y dejando una turba de felinos cubiertos de polvo deambulando entre las ruinas. La metralla inutilizó una ambulancia, que de todas formas no podía circular debido a la lluvia de bombas.

El jueves, Al Jaleel salió del Alepo este al volante de una destartalada ambulancia con su gato preferido sobre la guantera y tres civiles heridos en la parte trasera. “En todos los controles nos topamos con soldados rusos. No dijeron nada”. Hace cuatro meses que envió a su mujer y sus dos hijos a Turquía “para que no se conviertan en analfabetos”, decía entonces. Pero él optó por quedarse en el cerco con “los pobres, aquellos que no tienen adónde ir, aquellos a los que no les queda nada”. Tras cumplir su promesa, mañana pondrá rumbo a Turquía para rencontrarse con su familia. No sin antes transportar a los heridos más graves a hospitales turcos.

Los 47 huérfanos de la Casa de los niños

Atrapados en Alepo este tras una evacuación fallida

En este vídeo, los huérfanos hacen una llamada desesperada al mundo para que los ayuden a salir de la ciudad.

“Lo primero que haré cuando termine el cerco es comerme un shawarma”, gritaba al teléfono el pasado octubre Mohamed Qantar, huérfano de 14 años que junto a otros 46 menores encontró refugio en el sótano de la Casa de los niños. Allí fueron a parar todos aquellos que perdieron a sus padres, unos a manos de la locura, otros, como Qantar, bajo las bombas. Hace 24 horas que el teléfono de Asmar el Halabi, director del orfanato, no responde. “Si dios quiere por la mañana los niños serán evacuados”, fue su último mensaje en la madrugada del jueves. Pero algo salió mal. La letra pequeña, esta vez firmada por Teherán, truncaba de nuevo una evacuación plagada de escollos. Los niños que esperaban a las puertas de los autobuses tuvieron que regresar a toda prisa al orfanato, confirmó vía Whatsapp un activista desde el reducto rebelde.

El pasado octubre, El Halabi tuvo que reducir de tres a dos las comidas diarias por falta de reservas. Pero más que sus estómagos, le preocupan sus mentes. “No hay un solo psicólogo en Alepo oriental y todos los niños sufren problemas”. Mañana lo intentarán de nuevo. Cuando Qantar lo logre junto a sus compañeros de orfandad, su hermano mayor, de 18, se dirigirá junto a los rebeldes hacia Idlib, donde se trasvasa el nuevo frente.

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