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El arzobispo de Lima media entre Kuczynski y Fujimori

Cipriani Thorne tratará de reconducir las relaciones entre el Gobierno y la oposición, tras el enfrentamiento por la salida del ministro de Educación

Kuczynski, en un acto cerca del centro de Lima.
Kuczynski, en un acto cerca del centro de Lima.Luis Guillen (EFE)

Al enfrentamiento de fuerzas que escenifican el presidente peruano, Pedro Pablo Kuczynski (PPK), y la líder de Fuerza Social, Keiko Fujimori, le ha aparecido un nuevo actor. Después de que el jueves pasado el Congreso de mayoría fujimorista censurara al ministro de Educación, Jaime Saavedra, por sus pugnas con varias universidades privadas y para demostrar el poder de desestabilización de la oposición, se esperaba que ocurriera algún acercamiento entre los líderes políticos que amenguara las tensiones. Ambos parecían irreconciliables desde que PPK ganó las últimas elecciones a Fujimori por un estrecho margen.

Así lo propuso el propio Kuczynski en el mensaje a la nación del lunes pasado, en plena crisis por la supervivencia política de Saavedra: “Para nosotros, la campaña ya terminó hace siete meses. Ahora tenemos la enorme responsabilidad de gobernar el Perú. Este es un momento para reflexionar. Queremos dialogar con todas las fuerzas políticas, pero solo en un ambiente de respeto mutuo”, dijo. Este acercamiento se antojaba remoto hasta hace un par de días, luego de la ofensiva del fujimorismo.

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La ayuda llegó de parte del intermediario menos pensado: el cardenal de la prelatura del Opus Dei, arzobispo de Lima y primado de la iglesia peruana, Juan Luis Cipriani Thorne, una personalidad tan conocida como controvertida. Defensor de las causas conservadoras, ganó fama por su desempeño como obispo de Ayacucho, el más convulsionado durante los años de la violencia subversiva que desangró al Perú. En 1996 fungió como intermediario entre el Gobierno de Alberto Fujimori y los 14 integrantes del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru, que secuestraron la residencia del embajador del Japón durante 125 días.

Además de su labor pastoral, a Cipriani se lo recuerda por su propensión a hacer política desde el púlpito, por entablar un litigio por la propiedad de la Pontificia Universidad Católica del Perú (que terminó perdiendo) y por protagonizar un escándalo de plagios en sus artículos de opinión, que supuso su despido del diario El Comercio. En medio de la tensión del momento, el cardenal ofreció unas declaraciones por la radio: “Quisiera dirigirme al presidente y a Keiko Fujimori para invocarlos a dialogar por el bien del país. Este espacio de diálogo es muy necesario, con respeto a las discrepancias, pero siempre con la verdad. Me permito, dada la amistad y confianza que me une a los dos, poner a disposición mi casa”.

El anuncio despertó algunas suspicacias, considerando las públicas simpatías del cardenal Cipriani con el fujimorismo. El periodista Augusto Álvarez Rodrich escribió: “El hecho de que la convocatoria la haya realizado el cardenal Juan Luis Cipriani plantea, por su antigua e inocultable vinculación con el fujimorismo, la percepción de que la invitación fue coordinada, antes de su anuncio, con Keiko Fujimori. A Cipriani esta convocatoria a una mediación le sirve para mejorar algo su alicaída imagen pública después de todas las cuchipandas en que se ha metido, y a Keiko Fujimori (…) para continuar su plan luego de la censura de Jaime Saavedra sin argumentos, con matonería y sirviendo a intereses subalternos, así como para hacer sentir el peso que posee en el Congreso, es decir, para que todos sepan con quiénes se meten”.

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Otros comentaristas como Ricardo Vásquez-Kunze ven con buenos ojos esta reunión: “La cumbre política más esperada entre el presidente y la líder de la oposición se producirá por fin luego de la primera censura a un ministro de PPK. La reunión servirá para darle viabilidad al gobierno de aquí en adelante, lo que sería sin lugar a dudas una muy buena noticia para el país. Cerrar las heridas de una campaña electoral nauseabunda solo puede hacerse con los dos personajes políticos más importantes del país frente a frente. (…) Lograr la reunión que todas las personas sensatas de buena fe anhelaban entre el presidente y la señora Fujimori es un triunfo personal sin atenuantes tanto de [parte del Cardenal Cipriani] como de la Iglesia Católica”.

Mientras se resuelven estas diferencias -la reunión se celebrará este lunes-, el vacío creado en la cartera de Educación por la salida de Jaime Saavedra ya ha sido llenado. Este domingo juramentó en el cargo Marilú Martens, una educadora de larga trayectoria, primera directora del colegio público de alto rendimiento "Presidente del Perú", que se desempeñaba como titular de la Dirección General de Servicios Especializados del ministerio.

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