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Donald Trump rompe con la cautela de Barack Obama ante el terrorismo

La reacción del presidente electo a los ataques en Berlín y Ankara anticipa el giro en la política de EE UU

Marc Bassets

Los ataques en Berlín y Ankara han expuesto las diferencias profundas que separan al todavía presidente estadounidense, Barack Obama, de su sucesor, Donald Trump. El demócrata Obama ve el terrorismo como un fenómeno que afecta tanto a sociedades de mayoría cristiana y musulmana, pero que no supone una amenaza existencial para Estados Unidos. El republicano Trump habla en términos de lucha de civilizaciones entre islamistas radicales y sus víctimas cristianas y aboga, sin concretar cómo, por “erradicarlos de la faz de la tierra”.

El presidente electo, Donald Trump, con Barack Obama, en la reunión que mantuvieron el 10 de noviembre
El presidente electo, Donald Trump, con Barack Obama, en la reunión que mantuvieron el 10 de noviembreKEVIN LAMARQUE (REUTERS)

Parece, leyendo los comunicados de ambos sobre los atentados del lunes, que hablen de realidades paralelas, y en nombre de países y valores distintos. El periodista Peter Beinart realizó en The Atlantic un análisis textual de la reacción de los dos presidentes, y concluyó que las palabras y el tono revelaban el contraste entre ambas visiones.

“El equipo de Obama define la lucha contra el terrorismo como un conflicto que enfrenta a países de todo tipo ideológico y religioso contra un enemigo sin estado, mientras que el equipo de Trump lo define como un conflicto entre la cristiandad y el islam”, escribe Beinart. “La implicación natural de la visión del mundo de Obama es que prevenir el terrorismo requiere la cooperación entre naciones muy distintas. La implicación natural de la de Trump es que prevenir el terrorismo requiere mantener a los musulmanes fuera [de EE UU]”.

La transición entre Obama y Trump es un momento excepcional. Conviven dos presidentes, dos mensajes, dos voces para un solo país. El primero, de retirada. El segundo, en pleno aterrizaje. Los nuevos presidentes siempre prometen cambiar las cosas al llegar al poder. Ocurrió con Obama en 2009, tras los años de George W. Bush. Siempre hay diferencias. Pero es menos habitual que la discrepancia entre ambos sea tan nítida y que se exponga a la luz pública con tal claridad.

Obama, cauto, habló el lunes, cuando se conocían pocos detalles, de un aparente ataque terrorista para referirse a la matanza con un camión en un mercado navideño de Berlín. Trump habló del “horrible ataque terrorista”, sin condicional. Obama, como señala Beinart, no caracteriza a las víctimas por su religión, y dirige el mensaje al “pueblo y al Gobierno de Alemania”, país al que describe como uno de los aliados más próximos de EE UU.

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No hay mención de Alemania en el comunicado de Trump y sí de los “terroristas islámicos que continuamente masacran a cristianos en sus comunidades y lugares de culto como parte de la yihad global”. Los alemanes, en su diccionario, se definen como cristianos. “¡El mundo civilizado debe cambiar su manera de pensar!”, añadió en un mensaje en la red social Twitter, su medio favorito para comunicar sus posiciones de política internacional.

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Hasta el 20 de enero, cuando jure el cargo, no se sabrá con seguridad si las palabras de Trump se traducen en un giro efectivo de la política antiterrorista, y tampoco está claro cómo quiere ejecutar sus vagas propuestas, que no sólo rompen con la política de Obama sino también con la de Administraciones republicanas como la de Bush hijo. Pero los indicios están a la vista.

Trump agitó en la campaña la islamofobia al identificar al islam con el terrorismo y anunciar el cierre de las fronteras estadounidenses a las personas de esta confesión, una medida que después enmendó y matizó de manera confusa. En su equipo de asesores más cercanos figuran personalidades que han hecho carrera teorizando sobre estas cuestiones, como el general retirado Michael Flynn, su consejero de seguridad nacional, un cargo que en el pasado han ostentado eminencias de la geopolítica como Brent Scowcroft, Zbigniew Brzezinski y Henry Kissinger.

“Estamos en una guerra mundial, pero muy pocos americanos lo reconocen, y , menos aún, tienen una idea de cómo ganarla”, escriben Flynn y el coautor Michael Ledeen en el libro The field of fight (El campo de lucha), publicado en julio de 2016. “Este tipo de guerra no es del todo nueva. Creó nuestro mundo. Me atrevo a decir que la mayoría de americanos no se da cuenta de que la transformación política y religiosa en Europa que llamamos la Reforma supuso siglos de lucha muy sangrienta. Las personas religiosas que colonizaron América en los siglos XVII y XVIII escapaban de esta sangría terrible. El mundo necesita desesperadamente una Reforma Islámica, y no nos deberíamos sorprender si implica violencia. Es normal”

Así es el mundo según este asesor de Trump, un eco en negativo de las palabras que Obama pronunció hace unos días en su último discurso sobre la seguridad nacional: “Los terroristas pueden matar a personas inocentes, pero no son una amenaza existencial a nuestra nación, y no podemos cometer el error de elevarlos como si lo fuesen”.

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Sobre la firma

Marc Bassets
Es corresponsal de EL PAÍS en París y antes lo fue en Washington. Se incorporó a este diario en 2014 después de haber trabajado para 'La Vanguardia' en Bruselas, Berlín, Nueva York y Washington. Es autor del libro 'Otoño americano' (editorial Elba, 2017).

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