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Satán y el Niño Jesús discuten bajo palmeras

¿Cuán extravagante puede ser la defensa de la libertad de expresión y cuán intolerante la defensa de una fe? El pintoresco caso de Boca Ratón

Pablo de Llano Neira
El pentagrama satánico de Boca Ratón, en el suelo.
El pentagrama satánico de Boca Ratón, en el suelo.Lannis Waters (The Palm Beach Post)

“Al diablo la libertad de expresión”, podríamos sintetizar la decisión de los que han arrasado un pentagrama satánico en un parque de Boca Ratón, Florida.

El pentagrama, una figura de aluminio de 150 kilos, había sido colocado el 6 de diciembre en el parque por un profesor de enseñanza media perteneciente a un grupo laico promotor de la neutralidad religiosa en espacios públicos.

El profesor Preston Smith estuvo meses arreglando los permisos con el ayuntamiento para poner el símbolo, “una expresión artística dirigida a desafiar el Nacimiento de la plaza Sanborn”, explicó. Smith, que considera a Dios y a Satán “personajes de ficción”, tituló su instalación, en un típico parque de Florida con palmeras y césped bien cuidado, Dejad que los niños saluden a Satán.

El pentagrama estaba a unos metros de un belén de tamaño natural y su lema era In Satan we trust, en vez del nacional In God we trust. Este martes por la mañana, apareció tumbado sobre el césped tras ser embestido por un vehículo. Las marcas de las llantas quedaron trazadas en la hierba.

Smith y su grupo, Freedom from Religion, han visto agredida su intención de evidenciar, según sus palabras, “la hipocresía cristiana y el prejuicio teísta en lugares públicos financiados por los contribuyentes”. La Primera Enmienda de la Constitución de los Estados Unidos garantiza la libertad de expresión y la de las prácticas religiosas sin prevalencia oficial de ninguna de ellas.

Madres de alumnos del profesor Smith protestan en el parque.
Madres de alumnos del profesor Smith protestan en el parque.Lannis Waters (The Palm Beach Post)
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Esta plaza de Boca Ratón honra ese principio constitucional, al haber sido designada ya hace tiempo por el ayuntamiento como “área de libre expresión”.

Boca Ratón se encuentra en el condado de Palm Beach, muy de moda actualmente por otra razón: allí tiene una mansión Donald Trump. El sábado, de hecho, el presidente-electo cenó allí con el magnate mexicano Carlos Slim.

El pentagrama de Smith fue polémico desde el primer día. Varios padres de sus alumnos reclamaron que fuera expulsado del colegio donde imparte clase. Pero el supervisor de Educación del condado dijo que el profesor estaba amparado por la ley siempre que no mostrase simbología satánica en el aula.

Tras el ataque a la instalación ha habido voces de respaldo a Preston Smith. El diario Sun Sentinel, por ejemplo, denuncia que haya sido “vandalizado” un objeto que representaba “el punto de vista religioso de un individuo”.

Días atrás había sido robado del lugar un cartel que acompañaba al pentagrama, firmado por el grupo Freedom from Religion y con el mensaje Dejen que impere la razón. Tras desaparecer, la organización ha ofrecido en Facebook una recompensa de 2.000 dólares para dar con los responsables.

En los comentarios al post se podían leer propuestas para evitar que fuese robado el cartel si lo volvían a instalar:

“Ponedle una cámara Go-Pro”.

“Electrificadlo”.

El pentagrama también había sido objeto de otras acciones. Una mujer se acercó un día a pegarle una cruz hecha con palos de bambú. Un policía la vio y le ordenó desistir. Ella respondió, relata el Sun Sentinel, que iba de camino a clase de yoga y al ver el símbolo de Satán sintió la “obligación moral” de taparlo.

Una mujer se acercó a pegarle una cruz hecha con palos de bambú

Miembros de la Iglesia de Todas las Naciones acudieron al parque a manifestarse en contra del símbolo del diablo. Su pastor clamó por el megáfono: “¿Les gustaría que pusieran aquí una bandera nazi? ¡Pues esto es lo mismo!”.

Quitando a este grupúsculo, la actitud de los vecinos ante la intervención del profesor Smith fue tolerante y despreocupada, según los variados reportes de los medios locales. Mencionaban, entre otros, al exmarine Tom Beal, de 44 años, que reconoció que cada vez que pasaba por allí se preguntaba “¿Qué carajo es esto?”, pero afirmó que lo respetaba: “Yo he servido como soldado para defender nuestras libertades, tanto la religiosa como la libertad de expresión”.

Lo que molestó a Tom Beal no fue el pentagrama satánico, sino que un vehículo hubiese estropeado la hierba del parque. Y es que muchos americanos, antes que en Dios o en las leyes, creen en el césped bien cuidado.

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