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El verano carioca derrite la luna de miel de los usuarios con Uber

La aplicación aumenta los precios con la llegada de la alta temporada en Río de Janeiro y un competidor español se abre paso a brazadas

María Martín
EFE
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Se acabó la luna de miel de los cariocas con Uber. El mes de diciembre, preludio del verano, temporada alta y lluvias tropicales, ha disparado, como todos los años, el precio de los taxis (que pasan a aplicar la tarifa nocturna durante todo el día), pero también los de la aplicación norteamericana, éxito rotundo hasta hora en las calles de Río de Janeiro.

El aumento de precios no solo ha generado un aluvión de críticas de sus clientes sino que está poniendo a prueba la capacidad de Uber para fidelizar usuarios sin las tarifas competitivas que le hicieron popular. Las redes sociales, que ya no perdonaban un número cada vez mayor de conductores que no conocen trayectos básicos de la ciudad, llevan un mes en polvorosa reflejando las quejas de los usuarios.

En un país acostumbrado a las intrigas circularon todo tipo de elucubraciones para explicarse por qué las carreras pasaron a costar el doble (o más) a cualquier hora del día. Los internautas hasta promovieron la teoría de que los conductores de Uber conspiraban colectivamente y apagaban sus teléfonos móviles al mismo tiempo para forzar una caída de la oferta y conseguir así aumentar los precios. La historia de amor, palpable en cada esquina de la ciudad, en el aeropuerto y a la salida de los bares y de las playas, estaba rota. La compañía, que está haciendo esfuerzos por explicar su política de precios, mantiene que esa supuesta estrategia es un rumor y que es imposible que los chóferes consigan manipular el algoritmo para establecer sus tarifas dinámicas, basadas en la oferta y demanda del servicio.

Mientras los taxistas, siempre en pie de guerra con sus concurrentes, celebran la indignación con la aplicación de sus exclientes, un nuevo competidor se abre paso a brazadas. Cabify, una empresa española que ofrece el mismo servicio que Uber con vehículos ejecutivos, está haciendo su agosto en pleno diciembre.

La competencia española

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Los españoles, presentes también en Chile, México y Perú, llegaron a cuatro ciudades de Brasil este año y han emprendido, así como hizo Uber en sus comienzos, una estrategia agresiva para atraer usuarios y conductores. Los pasajeros tienen variedad de descuentos (por vivir en un barrio determinado, por traer nuevos clientes, por colocar un código…) y precios aún más bajos que los originales de la competencia siempre en vehículos de alta gama.

Los conductores, por su parte, disfrutan de bonos generosos para incentivarlos a conducir con ellos, lo que está atrayendo a un buen número de chóferes de Uber, que se dicen exhaustos ante la cantidad de carreras que necesitan hacer para llegar a fin de mes. “No somos un complemento a su salario, sino su principal fuente de ingresos. Pensamos que no debe ser algo esporádico, sino un ingreso que pueda sostener una economía familiar”, defendió en una entrevista reciente a este periódico el fundador y consejero delegado de Cabify, Juan de Antonio.

Atraer conductores es clave para Cabify también para aumentar su demanda, porque su punto débil es un tiempo de espera que puede superar los 15 minutos, una eternidad en tiempos de Uber y taxistas ociosos.

Las aplicaciones no revelan ningún dato que pueda servir de pista a sus competidores, pero Cabify confirma el aumento de nuevas solicitudes, tanto de conductores, como de clientes, en el mes de diciembre en Río y el resto de ciudades brasileñas donde opera. En los últimos meses, dice su director general en Brasil, Daniel Velazco-Bedoya, el número de pasajeros crece entre el 80% y el 90% cada mes.

Uber mantiene que los precios volverán a la normalidad. La compañía defiende la aplicación de una tarifa dinámica – según los barrios y el horario en que se solicita el coche – con algo tan sencillo como equilibrar la oferta y la demanda. Aumentando el precio –que el pasajero sabe de antemano– muchos de los interesados desisten y buena parte de los conductores se dirigirán a las zonas con más clientes.

Pero el desafío para Uber es aún mayor. Competir con taxistas cariocas que arrastran una fama de servicio deficiente es más fácil que lidiar con un competidor que en mayo ya tenía el 80% de sus facturación en América Latina y que quiere su parte del pastel en Brasil.

Mientras tanto, el Ayuntamiento de Río de Janeiro está empeñado en prohibir una y otra aplicación a golpe de leyes municipales que la Justicia, a favor de momento de la entrada de nuevas tecnologías, suspende.

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Sobre la firma

María Martín
Periodista especializada en la cobertura del fenómeno migratorio en España. Empezó su carrera en EL PAÍS como reportera de información local, pasó por El Mundo y se marchó a Brasil. Allí trabajó en la Folha de S. Paulo, fue parte del equipo fundador de la edición en portugués de EL PAÍS y fue corresponsal desde Río de Janeiro.

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