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Renzi: “El referéndum fue un error garrafal”

El ex primer ministro italiano Matteo Renzi admite en una entrevista su fallo estratégico en la gestión de la reforma constitucional

El 4 de diciembre de 2016 Italia votó en un referéndum no a una polémica reforma constitucional que pretendía ofrecer mayor eficacia y estabilidad a los Ejecutivos italianos, reduciendo las competencias de la Cámara Alta y recentralizando competencias, entre otras cosas. Fue una iniciativa promovida por el entonces primer ministro del Partido Democrático (PD), el florentino Matteo Renzi, que tras el fracaso en las urnas anunció su dimisión como jefe del Ejecutivo. Había convertido la consulta en un plebiscito sobre su persona. Poco más de un mes después, un exdirector de La Repubblica entrevista por teléfono a un personaje que pretende regresar a la primera fila de la de por sí enredosa política italiana.

El ex primer ministro italiano, Matteo Renzi, el pasado 12 de diciembre de 2016 en Roma.
El ex primer ministro italiano, Matteo Renzi, el pasado 12 de diciembre de 2016 en Roma. Alessandro Bianchi (REUTERS)

Pregunta (P). Señor Renzi, su primera entrevista tras el referéndum solo puede empezar diciendo que fue un duro golpe. ¿Ha sido muy doloroso para usted?

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Respuesta (R). ¿Hace falta preguntarlo? ¿Acaso no se lo imagina? Duele, vaya si duele. Tanto que el verdadero dilema fue si seguir o abandonar. Sin embargo, luego vuelven las ganas y se empieza otra vez.

P. ¿Pensó realmente en dejar la política?

R. Los primeros días, sí; me sentí tentado de hacerlo. Y, para serle sincero, fue un poco por curiosidad y un poco por arrogancia.

P. ¿Y después?

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R. Después me dije que solo el cobarde huye en los momentos difíciles. Volví a pensar en las miles de cartas que recibí, en el deseo de futuro expresado por millones de personas. Nuestra batalla no ha hecho más que empezar.

P. ¿Se trata de un desquite o de una venganza?

R. De ninguna de las dos cosas. Ambas son palabras que se refieren al pasado. Nosotros miramos hacia delante, no hacia atrás.

P. ¿Reconoce que, después de haber perdido por 41% de los votos frente al 59%, era difícil resistir?

R. Con el 49% de los votos también me habría ido. En realidad, dimití tres veces.

Ahora reflexiono, leo, dedico tiempo a mi familia; voy a las reuniones de padres con los profesores de mis hijos; he vuelto a utilizar la bicicleta; reorganizo la estructura del partido Matteo Renzi, ex primer ministro de Italia

P. ¿Por qué tres?

R. En la primera (domingo), apenas salieron los resultados. La segunda, el lunes, dimití delante de Mattarella [el presidente de la República]. Luego, el presidente me pidió que terminase de definir la Ley de Presupuestos [como exige Bruselas]. La concluimos en 48 horas. Y con 173 votos a favor en el Senado, dimití por tercera vez. Ahora Gentiloni [nuevo primer ministro] tiene todo nuestro apoyo.

P. Y usted, ¿a qué se dedica?

R. Reflexiono, leo, dedico tiempo a mi familia; voy a las reuniones de padres con los profesores de mis hijos; he vuelto a utilizar la bicicleta; reorganizo la estructura del partido. Uso los ojos y los oídos más que la boca. Antes solo tenía tiempo para correr. Ahora me he parado. Habría preferido no hacerlo, pero no está tan mal.

Lamento no haber conseguido que la gente entendiese lo importante que era para Italia esta reforma Matteo Renzi

P. Pero, ¿no acaba de decir que es doloroso?

R. Desde el punto de vista humano, es una gran lección, como todas las derrotas. ¿Sabe qué es lo que más lamento? No haber conseguido que la gente entendiese lo importante que era para Italia esta reforma. Hemos perdido una ocasión que no volveremos a tener en décadas. Pero nadie nos quitará los 1.000 días que hemos cumplido, y que han sido extraordinarios. Y, sobre todo, nadie puede privarnos del futuro. Tenemos el tiempo, la energía y la pasión para aprender de la derrota y volver a empezar.

P. Después de una vida política vivida en singular, de repente habla en plural. ¿Ha llegado el momento de decir “nosotros” después de tantos “yo”?

R. Ese ha sido uno de mis límites. Pero la Italia que nos encontramos en 2014, con un PIB del -2%, necesitaba una sacudida. Hubo que decir “yo” y dar la cara.

P. Es decir, no acaba de decir del todo “nosotros”.

R. Estoy aprendiendo, y me gustaría que lo intentásemos todos. ¿Sabe? El Partido Democrático (PD) podría alardear de una Ley del Trabajo votada por la izquierda; de las uniones civiles votadas por los católicos; de la ley contra el trabajo de la economía sumergida y de los 1.800 millones asignados a la lucha contra la pobreza; de los más de 17.000 millones de euros recaudados gracias a la lucha contra la evasión fiscal y de la rebaja de los impuestos. 

P. ¿No estará haciéndose propaganda, teniendo en cuenta que lo ha hecho a todas horas en televisión y no le ha servido para nada?

R. Lo que usted llama propaganda son reformas que han contribuido a que una parte del país viva mejor. Puede ser que no nos hayan dado la victoria, de acuerdo, pero estoy orgulloso de haberlas hecho, y los 13 millones de votos cosechados en el referéndum son un patrimonio de esperanza para el futuro.

P. Pero usted no puede adjudicarse ese 41% del voto sin más. No fue un voto político a favor de Renzi, sino un voto plebiscitario. Son cosas diferentes, ¿no?

R. Serán todo lo diferentes que usted quiera, pero lo que no puede ser es que el 59% sea un voto político y el 41%, no. ¿O es que estamos planteando la paradoja de que Renzi solo cuenta cuando se trata de los votos en contra, y no de los votos a favor? Dentro del 59% hay muchas divisiones; dentro del 41%, no. Me temo que hay quien está haciendo las cuentas en beneficio propio.

P: ¿Cuál ha sido el más grave de sus errores?

En 2014, el país sabía que corría el riesgo de acabar como Grecia Matteo Renzi

R. No haberme dado cuenta del valor político del referéndum. Me equivoqué creyendo que se votaría sobre las provincias, las regiones, el Consejo Nacional de la Economía y del Trabajo. Fue un error garrafal. En ese ambiente, la palabra “reforma” sonó vacía, mecánica, artificial. En 2014, el país sabía que corría el riesgo de acabar como Grecia. 

P. ¿En qué consiste su visión de futuro del Partido Democrático?

R. El PD tiene que pensar para qué sirve un partido hoy en día, cómo puede la izquierda responder a la crisis, cómo debemos cambiar. Si miramos a nuestro alrededor, en Francia los socialistas no están demasiado bien; en España, ya hemos visto cómo han acabado las cosas en el PSOE; en Reino Unido, con Corbyn los laboristas no ganan; en Alemania, Angela Merkel saca un 42,9%, superada solo por Adenauer; en Estados Unidos, Obama cosecha resultados de empleo positivos a lo largo de 75 meses, y el país vota a [Donald] Trump. ¿Todo esto no le dice nada?

P. ¿Está pensando que la familia socialista pertenece al pasado?

R. Ni mucho menos. Recuerde que fui yo quien introdujo al Partido Democrático en los socialistas europeos, algo que los que me precedieron no habían conseguido. Años atrás, cuando alguien me aconsejaba crear un partido nuevo, yo siempre respondía que si alguna vez llegase al Palazzo Chigi, una cosa sería llegar como jefe de la izquierda italiana, y otra muy diferente hacerlo como un transeúnte al que le ha tocado la lotería. Creo que la izquierda puede vencer y convencer, pero tiene que entrar en el nuevo siglo, unir la tradición con el futuro.

P. ¿Cómo?

R. La identidad es lo que somos, sin muros ni barreras, y no debemos dejársela a la derecha. En cuanto a la innovación, es imprescindible para no acabar marginados, pero me estoy refiriendo a ella en un tono demasiado entusiasta. Hay que pensar también en los puestos de trabajo que hace desaparecer. En definitiva, la izquierda tiene mucho que hacer.

P. ¿Y cómo lo va a conseguir un Partido Democrático dividido, desatendido, reducido a la mínima expresión?

En Francia, los socialistas no están demasiado bien; en España, ya hemos visto cómo han acabado las cosas en el PSOE; en Reino Unido, con Corbyn los laboristas no ganan... Matteo Renzi

R. No sé de qué Partido Democrático me está hablando. El que yo conozco ha sacado el 40,8% en las elecciones europeas, el mejor resultado de un partido político en Italia desde la Democracia Cristiana de 1959. Estoy seguro de que si el 4 de diciembre se hubiese votado por los partidos, habríamos quedado claramente primeros. Es cierto que ahora tenemos trabajo por delante. Presentaremos una nueva dirección, viajaremos a lo largo y ancho de Italia, redactaremos el programa de los próximos cinco años de una manera original. Estamos tocados por el referéndum, pero somos una comunidad llena de ideas y de gente que habrá que liberar de los vínculos de las corrientes. 

P. ¿Por eso quiere ir a las urnas pronto, sin dejar que acabe la legislatura?

R. Me da absolutamente igual. No tengo prisa. Decidamos lo que sea bueno para Italia, sin prisa, pero también sin repetir el año 2013, cuando pagamos un peaje electoral por el sentido de responsabilidad del PD. A lo mejor a algunos parlamentarios –en particular de los partidos nuevos– les aterrorizan las elecciones porque saben que no conseguirán ni siquiera los votos necesarios en una reunión de vecinos. Pero a nosotros, no. Nosotros haremos lo que sea mejor para el país.

P. ¿Pero está usted seguro de que le gusta el cargo de secretario general del PD, y de que sabe ejercerlo?

R. Ya veremos si soy capaz. Le contestaré dentro de algunos meses. 

P. ¿Es partidario de la segunda vuelta, incluso con [Beppe] Grillo en el terreno de juego?

R. Sí. Es la manera de evitar las intrigas, los acuerdos amplios entre nosotros y Forza Italia, que no sirven de nada al país y abren de par en par las puertas a los partidarios de Grillo [Movimiento 5 Estrellas].

P. ¿Y si en el PD se estuviese preparando una escisión a la izquierda?

R. No me lo parece. Una parte del grupo dirigente votó no con la Liga Norte, Grillo [M5S] y Berlusconi [Forza Italia], pero el 91% de los electores votó . Los autores de la escisión serían los parlamentarios, no los militantes. A pesar de las leyendas negras, hemos perdido por la derecha, no entre los compañeros.

P. ¿A usted le parece que representa a la izquierda?

R. Desde luego, de acuerdo con su historia y con mis convicciones. Para mí, ser de izquierdas también es innovar, dejar trabajar a la Justicia, bajar los impuestos. Lo haré, y lo he hecho. La batalla para que se acogiese a los inmigrantes en Europa la hemos dado nosotros, y también contra la austeridad como ideología, no como necesidad. Desde 2014 nuestra línea ha avanzado. ¿Demasiado poco? Puede ser. ¿Solo hemos obtenido resultado parciales? Seguro. Pero, ¿de dónde veníamos?

P. Dígamelo usted.

La izquierda [en Europa] puede vencer y convencer, pero tiene que entrar en el nuevo siglo, unir la tradición con el futuro Matteo Renzi

R. ¿Cree de verdad que si no hubiésemos estado al borde del abismo habrían entregado las riendas del Gobierno a un hombre de 39 años, sin sangre azul ni padrinos políticos?

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P. ¿Cómo es que usted dijo que “Monte dei Paschi es un buen negocio, una firma en la que invertir”, cuando se estaba cayendo a pedazos?

R. He dicho en público lo que les he repetido a todos los inversores extranjeros. Habíamos creado las condiciones para una inversión importante del exterior –el fondo de Qatar–, que el día después del referéndum dijo que no debido a la inestabilidad política. Con la victoria de las reformas no se habría producido la operación pública de 20.000 millones de euros.

Más bien, en el asunto de los bancos, con [Mario] Monti perdimos la oportunidad de crear un “banco malo” como [Angela] Merkel. Hay responsabilidades políticas desde hace décadas. Y tarde o temprano, alguien contará la verdadera historia de MPS, desde Banca 121 hasta Antonveneta. Por cierto, veremos qué dirá la comisión de investigación sobre los bancos populares vénetos.

P. ¿Y la Banca Etruria cuánto ha costado, teniendo en cuenta que el padre de Maria Elena Boschi [ministra de reformas constitucionales y relaciones con el Parlamento con Renzi como primer ministro. Hoy es subsecretaria de Estado de Presidencia] estaba en el consejo?

R. Mucho, pero hicimos todo lo que había que hacer. Sustituimos la dirección por una comisión oficial y mandamos a casa a los administradores, incluido el padre de Boschi. Etruria es el único banco sancionado dos veces. Los jueces lo están investigando y habrá juicios. Pero nosotros hemos sido absolutamente transparentes. En esta época de posverdad y de falacias virales, ¿cabe esperar que quede alguien que lea los papeles y no los tuits preparados científicamente por Casaleggio [hijo del ideólogo del Movimiento 5 Stelle] y compañía? 

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P. [Beppe] Grillo apuesta por el catastrofismo: ¿es conveniente?

R. Sí. Él gana si denuncia el mal, no si intenta cambiar. Esos chicos ya están divididos, los grupos dirigentes se odian, sacan papeles y firmas falsas para declararse la guerra. Pero son un algoritmo, no un partido. Él es el jefe de un sistema que repite a sus seguidores solo lo que quieren oír. 

P. El camino es largo. ¿Y si al final no le llevara al Palazzo Chigi?

R. Quién sabe, ya veremos. En cualquier caso, ¿qué hay de malo? He pasado la cartera a Paolo Gentiloni y he visto entrar en la Sala del Consejo a mis amigos mientras yo me iba. Creo que es justo que sea así. Cuando se pierde, tiene que pagar el jefe, no un chivo expiatorio elegido al azar. Mientras recorría la alfombra roja, delante del batallón militar que rendía honores al jefe de Gobierno cesante, pensé que en estos tres años he intentado cumplir con mi deber con disciplina y honor, como dice la Constitución. Si volvemos al Palazzo Chigi aprenderemos de los errores e intentaremos hacerlo aún mejor. Si no volviéramos, habremos servido al país más bello del mundo durante mil días. Dígame usted: ¿qué más puedo pedir?

Ezio Mauro fue director de la Repubblica hasta enero de 2016.

Traducción: Newsclips.

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