_
_
_
_
_
ANÁLISIS

Una mala idea de Netanyahu que indigna a México

Un tuit del primer ministro en apoyo al muro de Trump en la frontera desata una polvareda dentro y fuera de Israel

Juan Carlos Sanz
El primer ministro israelí, Benjamín Neyanyahu.
El primer ministro israelí, Benjamín Neyanyahu.AMIR COHEN (REUTERS)

“Un gran éxito. Una gran idea”. Así concluía el mensaje de apoyo al muro propuesto por Donald Trump en la frontera de Estados Unidos con México lanzado por Benjamín Netanyahu al hilo del fin del Sabbat en su cuenta en Twitter. “El presidente Trump tiene razón. Yo construí un muro a lo largo de la frontera sur de Israel. Detuvo toda la inmigración ilegal”, rezaba el tuit que ha indignado al Gobierno mexicano y desatado una polvareda en el Estado hebreo.

En una entrevista concedida a la cadena Fox News el pasado jueves, el presidente republicano había alabado las virtudes de la barrera de separación israelí: “Un muro protege. Solo hay que preguntar a Israel. Se enfrentaban a un desastre total y alzaron un muro. Bloqueó al 99,9%”. Poco habituado a las sutilezas de la geopolítica, Trump no precisó a cuál de las cinco barreras erigidas por Israel en casi todas sus fronteras terrestres se refería. El paradigma de muro en Israel es el que le deslinda del territorio ocupado de Cisjordania, una cadena de vallas, verjas, tapias y altos muros de cemento implantada a partir 2002, en plena explosión de violencia de la Segunda Intifada, y que fue declarada ilegal en 2004 por el Tribunal Internacional de Justicia de La Haya en tanto que construida sobre suelo palestino. Pero no se trataba de este muro.

Hay una barrera similar en la franja de Gaza, feudo de Hamás en el que se han registrado tres guerras desde hace seis años, y otra con el sur de Líbano, donde opera la guerrilla proiraní de Hezbolá. Recientemente ha comenzado a levantarse una valla con Jordania —único aliado de Israel, junto con Egipto, en el mundo árabe—, pero el muro al que se refería Trump es la verja antiinmigración que recorre la frontera con la península del Sinaí. Más de 50.000 clandestinos subsaharianos procedentes de Sudán y Eritrea penetraron en Israel a través de Egipto entre 2005 y 2012

Por eso Netanyahu se refería en su tuit de la noche del sábado a “la frontera sur”. La precisión geográfica no bastó a la cancillería mexicana, a la que el mensaje del primer ministro causó ante todo profunda “extrañeza, rechazo y decepción”, sobre todo viniendo de un país amigo y del que se esperaba “ser tratado como tal”, como informaba en la edición América de EL PAÍS Jacobo García. La indignación del Ejecutivo del presidente Enrique Peña Nieto era patente, pocas horas después del acto en memoria de las víctimas del Holocausto celebrado en la capital mexicana en la que ambos países habían expresado su condena histórica “al racismo y la xenofobia”. La comunidad judía de México, que cuenta con unos 67.000 integrantes, se desmarcó de Netanyahu y expresó su pleno respaldo a Peña Nieto.

El Ministerio de Exteriores israelí intentó este domingo paliar los daños diplomáticos causados por el mensaje del jefe del Gobierno, inusualmente retuiteado más de 40.000 veces. “El primer ministro se refería a que estamos dispuestos a compartir nuestra experiencia específica en materia de seguridad”, puntualizó un portavoz diplomático, intentando separar el mensaje de Netanyahu del polémico muro con México. Yair Lapid, líder del partido centrista israelí Yesh Atid —que aspira a desbancar a líder del Likud en las urnas si este se ve obligado a convocar elecciones ante las investigaciones por corrupción que le ha abierto la policía— le acusó de haber cometido un “grave error”. “Ha sido un declaración de guerra gratuita a México y a la población hispana [de EE UU]”. Al final, el tuit de Netanyahu no parece haber tenido un gran éxito, ni resultado una gran idea.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_