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La violencia se dispara en Sinaloa tras la extradición de El Chapo Guzmán

La ausencia del líder del cártel sinaloense ha ocasionado una escalada de enfrentamientos que no se vivía desde los peores años de la guerra contra el narco

Un militar vigila el sitio donde dos personas murieron tras un tiroteo en Culiacán.
Un militar vigila el sitio donde dos personas murieron tras un tiroteo en Culiacán.Rashide Frias (AP)
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El Estado mexicano de Sinaloa vive uno de sus momentos más violentos después de la extradición del narcotraficante Joaquín Guzmán Loera. En 72 horas, entre el domingo y el martes, 13 personas murieron en cinco balaceras entre grupos delincuenciales. El envío de El Chapo a Estados Unidos ha dejado un vacío en el liderazgo de la organización que ahora se disputan los viejos dirigentes y los hijos de Guzmán. Esto ha ocasionado una escalada de enfrentamientos que no se vivía desde el 2008 o 2011, en los peores años de la guerra contra el narco emprendida por el expresidente Felipe Calderón, coinciden especialistas en temas de seguridad.

Las balaceras en el territorio dominado por el cártel sinaloense se intensificaron el fin de semana. El domingo, alrededor de las 18.50 horas, dos grupos delincuenciales (de los cuales las autoridades no han informado de los nombres) se enfrentaron a balazos cerca del aeropuerto de Culiacán, la capital de Sinaloa, con un saldo de dos personas heridas. Unos cuarenta minutos después, en otro punto de la ciudad, un tiroteo entre civiles armados dejó dos hombres muertos. El lunes miembros del Ejército mexicano se enfrentaron a sujetos armados, sin que se reporten muertos o heridos. Al siguiente día, tras un enfrentamiento entre elementos de la Marina y presuntos delincuentes, también ocurrido en Culiacán, un marino y cinco civiles perdieron la vida.

El martes por la tarde en la sindicatura Villa Juárez, del municipio de Navolato —a unos 55 kilómetros de Culiacán— hubo un enfrentamiento entre dos grupos delincuenciales. En el tiroteo que ocurrió en las inmediaciones de un aeródromo murieron cinco personas, el cuerpo de uno de ellos no se localizó hasta la mañana del miércoles en un campo agrícola. En el tiroteo una mujer que no tenía nada que ver con los hechos violentos y que se encontraba en un negocio cercano al lugar en el que se produjo el enfrentamiento fue alcanzada por una bala y murió inmediatamente. 

La sicosis, alimentada a través de las redes sociales con audios y vídeos donde se alertaba sobre la presencia de comandos en autos blindados y balaceras en diversos puntos de la ciudad, se apoderó de los sinaloenses. Pese a la desinformación generada, en un principio las autoridades de justicia del Estado sólo brindaron un boletín informativo detallando las armas y vehículos decomisados. La mañana del miércoles el titular de la Fiscalía del Estado, Marco Antonio Higuera, brindó una conferencia de prensa donde explicó que los enfrentamientos fueron ocasionados por dos grupos delincuenciales con intereses antagónicos. El funcionario aseguró que se trabaja en una estrategia en coordinación con las autoridades federales para no llegar a una situación de violencia extrema como la vivida hace casi nueve años.

La pugna por el poder

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La captura y posterior extradición de Joaquín Guzmán Loera, líder del cártel de Sinaloa, dejó un vacío de poder que ninguno de los liderazgos actuales ha logrado llenar y que se manifiesta en reacomodos internos y pugnas, señala Javier Valdez, periodista de Riodoce, una publicación especializada en temas de seguridad. "El único con influencia y poder importante dentro de la organización es Ismael Zambada (otro de los fundadores del cártel), pero no está en la misma línea beligerante que han mantenido los hijos de El Chapo y su hermano Aureliano Guzmán y eso ha ocasionado desencuentros entre ellos", menciona.

El Chapo lograba llegar a consensos con El Mayo Zambada para dividirse las tareas dentro de la organización criminal, pero sus hijos han tenido diferencias con él, desde que Guzmán fue encarcelado. "Hay una tendencia muy beligerante por parte de los hijos de Guzmán y de Aureliano. Ellos se rebelan a Zambada, no están de acuerdo en que les dé linea o los aconseje. Ellos simpatizan más con las armas que con las palabras, y eso es peligrosísimo", advierte.

El repunte de los homicidios

En enero Sinaloa tuvo un repunte en los homicidios. Un conteo realizado por el diario local Noroeste apunta a que hubo 116 asesinatos, una cifra tan alta que no se registraba desde 2013. En enero del año pasado, el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad, una instancia que mide la incidencia delictiva en el país, registró 77 homicidios violentos.

La mayoría de los asesinatos ocurrió en Mazatlán, el principal destino turístico de Sinaloa. Ahí uno de los hechos más difundidos fue el atentado en contra del ex secretario de Seguridad Pública Municipal de Culiacán y Mazatlán, Juan Antonio Murillo Rojo.

Aunque el ex funcionario resultó con heridas leves, dos de sus escoltas fallecieron.

Martín Barrón, especialista en temas de seguridad, expone que tras la extradición de Guzmán, algunos grupos dentro del mismo cártel creen que pueden aprovechar la ausencia del líder para reposicionarse al interior de la organización. "Cada que hay una extradición de algún líder importante, hay una disputa y esto genera un incremento de la violencia. Un ejemplo es cuando trasladaron a Osiel Cárdenas (líder del cártel del Golfo) a Estados Unidos, los Zetas se escienden del cártel del Golfo y se genera más violencia", destaca.

Un elemento que abona la violencia desatada desde inicios de año es el cambio de Gobierno en el Estado. El nuevo mandatario, Qurino Ordaz, hizo un relevo en las corporaciones municipales y estatales y colocó en esos cargos a militares, explica Javier Valdez. "Quitó a todos los que se entendían con el narco en el Estado y puso gente nueva que no tiene ningún conecte. Entonces al descabezar a las policías desestabilizas todo: con quién se entienden, con quién negocian o con quién acuden". Martín Barrón coincide en que el incremento de la violencia se da a partir de producirse un reacomodo en las corporaciones policiales. "Se quiera o no se debe llegar a un tipo de acuerdo con los grupos criminales para que esto les permita el funcionamiento", sostiene.

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