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José Ramón Cossío | Ministro de la Suprema Corte de Justicia de México

“Para recuperar la confianza en la política deben atenderse la corrupción y la impunidad”

El juez del Constitucional observa un "desánimo generalizado" generado por la llegada de Trump y la reacción de los políticos

Luis Pablo Beauregard
José Ramón Cossío, en la Suprema Corte de Justicia.
José Ramón Cossío, en la Suprema Corte de Justicia.Daniel Villa

José Ramón Cossío (Ciudad de México, 1960) es ministro de la Suprema Corte de Justicia de México desde 2003. Desde la ventana de su despacho del Tribunal Constitucional, en el corazón de la capital del país, se observa Palacio Nacional. Desde este jueves, la sede del Gobierno mexicano guarda una exposición dedicada a los 100 años de la Constitución mexicana, promulgada el 5 de febrero de 1917 en la ciudad de Querétaro. El Gobierno ha organizado un programa de actividades para el aniversario, que ha pasado desapercibido por los mexicanos de a pie en un país que tiene graves problemas de impunidad y acceso a la justicia. “Las constituciones no son objetos de culto, tienen que resolver problemas de la vida”, dice el ministro, que también ha dado clases de Derecho por más de 30 años. El juez, que ha coordinado recientemente Lecturas de la Constitución (2016, FCE) junto a Jesús Silva-Herzog, también habla del momento que atraviesa México.

Pregunta: ¿Cómo ve el escenario político actual?

Respuesta: Complicado. La llegada del presidente Trump nos tomó muy desconcertados a pesar de que había señales para prevenirlo. Entiendo que uno reaccione humanamente ante este desconcierto con todo este tema de las banderas, la unidad y el discurso nacionalista. Me parece bien porque es una toma de posición. Pero ahora uno espera una serie de acciones que nos permita reparar, minimizar o nulificar lo que es muy previsible que se nos venga encima. Nos habíamos creído muy norteamericanos, muy globales y perdimos el piso en esta ilusión de que estábamos en un nivel distinto. Esto nos hace tomar un poco de conciencia.

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P. ¿Cómo se pudo haber previsto?

R. Si sabíamos de la enorme dependencia del Tratado de Libre Comercio (TLC), los problemas de las remesas y los asuntos migratorios creo que debimos tomar un conjunto de medidas desde hace varios meses. Tuvimos que haber vuelto la mirada a Centroamérica, a los que tenemos muy abandonados. También hemos abandonado la parte del sur desde que rivalizamos con Brasil. Hace un rato que no aprovechamos las alianzas estratégicas. También nos tardamos en llegar a Cuba cuando había sido un socio importantísimo. Perdimos una enorme posibilidad de negocio por una serie de discusiones ideológicas.

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P. ¿El sistema político está agotado?

R. El sistema político se reinventa todos los días. No creo que un sistema político se agote salvo en una condición extraordinaria donde venga una sustitución violenta de un sistema político por otro. Si llega un grado de desgaste tal pues es el anuncio de una revolución. En este momento no lo veo. Sí veo un desánimo generalizado. Creo que se tienen que tomar medidas muy serias para recuperar la confianza. Esto pasa por atender problemas muy severos como la corrupción y la impunidad. Se necesita una acción del Gobierno para legitimarse políticamente. Esta se obtiene actuando con el ejemplo.

P. ¿Se falta mucho el respeto a la Constitución?

R. Sí. ¿Se le aplica la Constitución a los narcos y a la delincuencia organizada? No. ¿A cierto grupo de empresarios? Tampoco. Ni a los vendedores ambulantes, etcétera. No solo la Constitución, sino el orden jurídico. ¿A cuántos se les aplica? Dado los niveles de impunidad que tiene el país a los que quieren comportarse. Es casi un asunto de elección.

El cumplimiento tan bajo que hay de la ley hace del aniversario de la Constitución una celebración poco relevante

P. ¿La impunidad hace que el aniversario de la Constitución pase desapercibido?

R. A muchos les habrá pasado a 75.000 pies de altura. El desconocimiento tan grande que hay del orden jurídico y el cumplimiento tan bajo que hay de la ley lo hacen una celebración poco relevante. Fueron más relevantes los aniversarios de Independencia y Revolución. Hubo más arropamiento simbólico, cultural y popular.

P. ¿La Constitución une a los mexicanos?

R. La hemos reformado tanto desde 1917 que creo que representa el punto de vista de varias generaciones vivas. Ha tenido un sentido de actualidad. Nos integra más simbólicamente que normativamente.

P. ¿Por qué?

R. No es un gran unificador normativo porque ni los órganos ni los ciudadanos nos comportamos conforme a ella.

P. Muchos mexicanos no tienen acceso a la justicia. ¿Cómo corregir eso?

R. No hay sociedad moderna si uno no tiene acceso a la justicia. Creo que tenemos que revisar la profesión jurídica. Más menos hay 2.000 escuelas de derecho en el país. Varias se crean al mes, pero hay muy pocos controles de calidad sobre los abogados que se convertirán en litigantes, jueces o ministerios públicos. Hay una pésima condición de la profesión en general. Los procesos tampoco han sido revisados.

P. Ha dicho que la Constitución tiene extravagancias. ¿Cuáles?

R. Tiene cuestiones con un grado de detalle increíble. La reforma energética tiene 49 artículos transitorios. ¿De verdad necesitábamos todo ese aparato para constituirla? Otra que tiene que ver con el sistema federal. Desde los años 80 se han ido quitando facultades a los estados. Si uno analiza con cuidado lo que se ha puesto en el artículo 73 encontrará muchas extravagancias. Son decisiones contextuales tomadas para disciplinar a los gobernadores. Se ha generado un sistema que es imposible manejar porque tiene muchas variantes.

P. ¿Qué le hace falta a la Constitución?

R. Las constituciones no son objetos de culto. El texto que se expone ahora en Palacio Nacional es un documento hermoso con un papel precioso y una letra divina. Pero la Constitución nos tiene que resolver problemas de la vida. Quiero saber quién me da la medicina, a quién le reclamo cuando no tengo agua, quién me resuelve los problemas de contaminación. Las normas jurídicas tienen que ser eficaces. Ahí también creo que hay muchas extravagancias porque no están resolviendo cosas.

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Sobre la firma

Luis Pablo Beauregard
Es uno de los corresponsales de EL PAÍS en EE UU, donde cubre migración, cambio climático, cultura y política. Antes se desempeñó como redactor jefe del diario en la redacción de Ciudad de México, de donde es originario. Estudió Comunicación en la Universidad Iberoamericana y el Máster de Periodismo de EL PAÍS. Vive en Los Ángeles, California.

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