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Martin Indyk| Exembajador de EE UU en Israel

“Los últimos asentamientos hacen difícil imaginar un Estado palestino contiguo”

Martin Indyk, exembajador de EE UU en Tel Aviv, reclama al pueblo israelí que escoja un Gobierno con la intención de avanzar hacia la solución de los dos Estados

Carlos Torralba
Martin Indyk, este viernes en Madrid.
Martin Indyk, este viernes en Madrid.Miquel Coll (ESADE)

Martin Indyk, a sus 65 años, es una de las personas que más de cerca conoce el conflicto palestino-israelí. Nacido en Londres y criado en Australia, Indyk se nacionalizó estadounidense una semana antes de que Bill Clinton le nombrara director para Asuntos de Oriente Medio en el Consejo de Seguridad Nacional, con la intención de que pilotara la implementación de los Acuerdos de Oslo. Embajador estadounidense en Tel Aviv— primer judío en ostentar el cargo— en dos ocasiones (1995-96 y 2000-01) y enviado especial para las últimas negociaciones de paz fallidas entre israelíes y palestinos, Indyk todavía no tira la toalla y cree en una solución dialogada al conflicto.

Ante el nuevo escenario que se abre con la presidencia de Donald Trump y con la aprobación en la Knesset de la ley que legaliza medio centenar de asentamientos judíos no autorizados en terrenos privados palestinos en Cisjordania, Indyk reconoce que las condiciones actuales para negociar la paz son claramente peores que las que se encontró en 1993 al asumir su primera tarea diplomática. 

En una entrevista en Casa América, el actual vicepresidente ejecutivo del Brookings Institution— uno de los think-tank más influyentes de Washington—, analiza en Madrid, invitado por ESADEgeo y la Fundación Alternativas, las opciones de que Trump sea capaz de poner fin a un conflicto de más de medio siglo, de alcanzar lo que el nuevo presidente de EE UU ha descrito como el "acuerdo definitivo".

Pregunta. ¿Cuántos más asentamientos tiene que anunciar Netanyahu para enterrar definitivamente la posibilidad de los dos Estados?

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Respuesta. El número de colonos, en torno a 300.000, y la situación estratégica de algunos de los asentamientos en el corazón de Cisjordania hace que ya sea muy difícil imaginar un Estado palestino contiguo. Debemos pensar que si se alcanza la paz los asentamientos serán desmantelados, pero el ejemplo de Amona nos demuestra que políticamente es muy difícil evacuar a los colonos. Más de la mitad de los miembros de la coalición de Gobierno harán lo posible por sabotear cualquier opción de un Estado palestino. Netanyahu se ha convertido en rehén de sus aliados de ultraderecha. La presión exterior no es suficiente, ni de la ONU ni de EE UU, depende del pueblo israelí elegir entre enfrentarse al mundo o escoger demócraticamente un nuevo Gobierno con el mandato de poner fin a los asentamientos y avanzar en la solución de los dos Estados.

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P. ¿Cree que Trump trasladará finalmente la embajada [de Tel Aviv] a Jerusalén?

R. Creo que el presidente ha comprendido que esa es una medida que deberá esperar. Un movimiento diplomático de esa envergadura solo puede llevarse a cabo después de que se hayan iniciado unas negociaciones de paz.

P. ¿Por qué deberían preferir los palestinos buscar una paz negociada con la Administración Trump como intermediario en vez de denunciar a Israel ante la Corte Penal Internacional?

R. Los tribunales internacionales no van a darles un Estado palestino. Pueden arrinconar a Israel y darles una victoria moral, pero necesitan a Estados Unidos para lograr su objetivo. No hay alternativa a las negociaciones directas.

P. ¿Corre riesgo el pacto nuclear con Irán?

R. Irán ya está "bajo aviso" por sus pruebas balísticas. La tensión entre EE UU e Irán puede escalar hasta un nivel que no se ha visto en décadas. La nueva Administración en Washington va a tratar de reducir la influencia de Irán en Oriente Medio. Intentarán hacer retroceder a las fuerzas proiraníes en Yemen, en Iraq y si pueden en Siria. 

P. Hace cinco años aseguró que el régimen de El Asad era la peor opción para Siria. Las circunstancias han cambiado mucho. ¿Lo mantiene?

R. Sigo creyendo que la situación en Siria sería mejor si Asad hubiera sido derrocado en 2012. Ahora el Estado Islámico y grupos yihadistas adscritos a Al Qaeda han ganado territorio, a lo que hay que sumar la presencia militar de potencias extranjeras y de distintas milicias. Hace falta encontrar el modo de trabajar con Rusia no solo contra el Estado Islámico y los yihadistas, sino también contra Irán.

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Sobre la firma

Carlos Torralba
Es redactor de la sección de Internacional desde 2016. Se ocupa de la cobertura de los países nórdicos y bálticos y también escribe sobre asuntos de defensa. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Valencia y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS.

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