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MARCELO REBELO DE SOUSA | Presidente de Portugal

“La coalición de izquierdas ha superado las expectativas”

El mandatario, figura atípica de la política, ganó las presidenciales portuguesas prometiendo construir puentes y ha cumplido

Andrea Rizzi

Occidente vive una era política marcada por un excepcional enconamiento político. En muchos países parece deteriorarse la capacidad de diálogo entre adversarios y se libran incluso feroces luchas fratricidas en numerosas familias políticas, precisamente en un momento en el que los excepcionales retos en el horizonte invalidan viejos esquemas y requerirían más que nunca crítica constructiva, cooperación, unidad. En el fragor de esta cruda batalla, Marcelo Rebelo de Sousa (Lisboa, 1948) se yergue como una figura política atípica. Ganó en enero de 2016 las presidenciales portuguesas prometiendo construir puentes, cerrar heridas. Y ha cumplido.

Marcelo Rebelo de Sousa, esta semana en Madrid
Marcelo Rebelo de Sousa, esta semana en MadridREPÚBLICA DE PORTUGAL

La leal cooperación de este político conservador con la coalición izquierdista que gobierna desde noviembre de 2015 —Ejecutivo de minoría de los socialistas con apoyo parlamentario del Bloco de Esquerda, el Partido Comunista y Los Verdes— es una de las claves que explica los claros pasos adelante que ha dado Portugal en esta fase. En una entrevista realizada en Madrid, Rebelo de Sousa concede, con elegancia, que la coalición izquierdista “ha superado las expectativas” y, en otro rasgo bastante excepcional para este tiempo, defiende sin ambages las sociedades abiertas: “Los nacionalismos son una respuesta de autodefensa ante el cambio. Pero su visión es errónea. La humanidad camina en sentido opuesto”. 

“Portugal vive una experiencia inédita”, comenta. “Nadie sabía cómo se desarrollaría el compromiso en torno a un programa de izquierda moderada del Partido Socialista (PS) con partidos que, en teoría, tienen dudas sobre la OTAN, sobre el euro, sobre las políticas económicas de Bruselas. Los círculos financieros internacionales me decían al principio de esta experiencia que eran escépticos sobre la continuidad, sobre los compromisos europeos de Portugal. Pero tras dos primeros trimestres difíciles, con un crecimiento del PIB casi nulo, el Gobierno ha demostrado mantener bajo control el déficit; hay una recuperación en el empleo y un mayor crecimiento del PIB. ¿Por qué? Porque el Gobierno ha decidido con las negociaciones del presupuesto de 2016 aceptar lo esencial del compromiso europeo de Bruselas”.

Según datos de la OCDE, en Portugal el paro ha bajado del 13,9% en 2014 al 11% en 2016; el déficit ha descendido del 7,2% del PIB al 2,5% en el mismo periodo; la economía creció en 2016 un 1,2% (se prevé un avance del 1,5% para 2017) y las exportaciones también se incrementan. Aun así, permanecen nubes en el horizonte. El crecimiento es insuficiente para aligerar una deuda pública que ronda el 130% del PIB; la de las empresas no financieras supera el 140% del PIB; y el sistema bancario ha sufrido serias turbulencias y mantiene una tasa de préstamos dudosos que representa un peligroso 13% del total.

“Este Gobierno tenía ante sí un complejo problema bancario. Muchos problemas conjuntos. Pero se han dado varios pasos adelante y este año de consolidación de la banca portuguesa ha sido esencial. Se han encauzado varios asuntos al mismo tiempo, en 10 u 11 meses. En un clima que al principio era muy crítico con parte de los círculos políticos económicos europeos e internacionales porque era una fórmula nueva en Europa. ¿Cómo es posible gestionar toda esta situación con un Gobierno minoritario con el apoyo parlamentario de una izquierda considerada radical y antisistema? Lo han hecho y han superado las expectativas iniciales y para Portugal fue positivo. Ahora hay que ir más allá en crecimiento y reformas estructurales de la Administración”.

—La cooperación leal entre instituciones parece haber sido muy importante en este proceso.

—El presidente tenía que mostrar una posición de apoyo para el Gobierno. No un apoyo incondicional, sino un apoyo con condiciones claras, que eran el control del déficit, el respeto de los compromisos europeos y en la OTAN, y también la condición de una distensión política. Claro que algunas iniciativas han sido discutibles. Pero en los puntos más sensibles hubo una preocupación por converger en lo esencial. Ha habido un ambiente distendido, no tan crispado, una buena cooperación entre presidente, Gobierno y Parlamento.

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—¿Cómo ve la situación de España, donde el diálogo político entre distintas fuerzas parece sumamente necesario?

—Es muy difícil para un jefe de Estado extranjero formular opiniones sobre un país amigo y vecino, pero digo que la evolución de España me parece muy positiva, con la intervención arbitral de Su Majestad, muy prudente, muy inteligente, muy serena, con la comprensión por parte de los partidos de la necesidad de estabilización en el Gobierno en un momento muy difícil, en un momento en el que España y Portugal tienen que ser un ejemplo de estabilidad política y económica. Porque en otros países vecinos hay elecciones, hay debates, hay dudas sobre políticas europeas esenciales. Todo lo que aporte una estabilización en países europeos ayuda.

El presidente portugués muestra inquietud por las turbulencias que afectan a la Unión Europea y los sistemas políticos occidentales. “Nadie en los sistemas políticos ha mostrado atención a las señales que indicaban, desde hace tiempo, la necesidad de cambio urgente. Entonces, país a país, la crisis económica, los cambios tecnológicos, el terrorismo, han creado espacio para nuevos partidos, movimientos, nuevos fenómenos de liderazgo populistas”.

“Esto”, prosigue, “se suma al gran reto que representa la democracia mediática. La democracia mediática es muy rápida, y las instituciones son muy lentas. El derecho y la política siempre llegan tarde, después de la tecnología y de los mercados. La democracia representativa tiene tiempos del siglo XIX. El referéndum y la democracia participativa son respuestas insuficientes”, sostiene Rebelo de Sousa.

El mandatario, que fue profesor de Ciencias Políticas, señala “el egoísmo de los tiempos de crisis, que cierra puertas, no abre nuevas perspectivas en un momento en que, sin embargo, es necesaria la innovación”. “Necesitamos más cultura política”, prosigue. “Muchos líderes no conocen a fondo la historia y la geografía. Tienen visión de corto plazo. Necesitamos una visión más amplia. Un mundo menos parroquial, menos cerrado. Pienso a veces que muchos responsables políticos creen que han descubierto el fuego. Hay una humildad que es esencial para crear condiciones de diálogo. La evolución del mundo inevitablemente es una evolución de apertura. Hay siglos que son más cerrados. Pero la tendencia es a la apertura. Todo lo que es cerrar horizontes es una visión condenada. Hoy para muchos es una visión atractiva. Pero es errónea a medio y largo plazo. La humanidad no camina en este sentido. Camina en sentido opuesto”.

Sombra nuclear sobre una relación “excelente”“

El momento actual de las relaciones bilaterales entre Portugal y España es excelente, único. Hemos tenido en el pasado momentos como estos, pero raros. Porque ahora hay una convergencia natural de intereses. Los intereses son esenciales, más allá de las culturas, de las simpatías, hay intereses comunes en la UE, en el Mediterráneo, con los países árabes, con el mundo latinoamericano, las relacionas transatlánticas. Hay intereses comunes económicos”, observa el presidente portugués. Es en ese marco positivo en el que se inscribe la fricción relacionada con la decisión del Gobierno español de conceder la autorización a la central nuclear de Almaraz para construir un almacén para su combustible usado en sus instalaciones, que están a 100 kilómetros de la frontera con Portugal. El Ejecutivo luso ha pedido a la Comisión Europea que frene su construcción. Rebelo de Sousa trata de minimizar el conflicto. “No hay una familia en la que los hermanos, o los cónyuges, no tienen un punto, dos puntos de divergencia. Hay que resolverlos. No es un drama. ¿Cómo se resuelve? Dialogando. Buscando soluciones que sean intermedias entre posiciones diferentes. Creo que es posible. Pienso que es posible hacerlo antes de la cumbre de mayo o junio de este año”.

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Sobre la firma

Andrea Rizzi
Corresponsal de asuntos globales de EL PAÍS y autor de una columna dedicada a cuestiones europeas que se publica los sábados. Anteriormente fue redactor jefe de Internacional y subdirector de Opinión del diario. Es licenciado en Derecho (La Sapienza, Roma) máster en Periodismo (UAM/EL PAÍS, Madrid) y en Derecho de la UE (IEE/ULB, Bruselas).

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