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Putin quiere restablecer la comunicación entre los servicios secretos de EE UU y Rusia

El jefe del Estado defendió el diálogo en nombre de los "intereses comunes"

Pilar Bonet
Vladimir Putin, durante la dirección del Servicio Federal de Seguridad de este jueves.
Vladimir Putin, durante la dirección del Servicio Federal de Seguridad de este jueves. MICHAEL KLIMENTYEV (AFP)

El presidente ruso, Vladímir Putin, abogó este jueves por el “restablecimiento del diálogo con los servicios secretos de EE UU y otros países miembros de la OTAN” en nombre de los “intereses comunes”. El jefe del Estado se manifestó así en su cita anual con la dirección colegiada del Servicio Federal de Seguridad (FSB en sus siglas en ruso), que —en su parte pública— es habitualmente un balance a grandes rasgos del año anterior.

Refiriéndose a la lucha antiterrorista, Putin dijo que este campo “todos los Estados responsables y las organizaciones internacionales deben colaborar, porque incluso el mero intercambio de información sobre los canales y fuentes de financiación de los terroristas, sobre la gente que colabora o es sospechosa de colaborar con el terrorismo, incrementa sustancialmente la eficacia de nuestros esfuerzos comunes”. La alocución del presidente se produce sobre el telón de fondo del progresivo enfriamiento ruso en relación con Donald Trump, a medida que el presidente norteamericano disipa las ilusiones que el Kremlin pudiera albergar sobre un entendimiento en temas como por ejemplo la anexionada península de Crimea.

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La situación en el mundo ha empeorado en el último año y “muchos de los desafíos y amenazas existentes se han agravado”, según el líder ruso, quien citó el “reforzamiento de la rivalidad militar y política entre los centros de influencia globales y regionales”, la ampliación de la OTAN, y la “aceleración del proceso de emplazamiento de armas estratégicas y convencionales” de los principales Estados de la Alianza fuera de sus fronteras. “Nos provocan constantemente e intentan involucrarnos en una confrontación”, afirmó Putin, quien también citó “intentos de injerencia en nuestros asuntos internos para desestabilizar la situación política y social en la misma Rusia”.

El presidente se refirió al “serio agravamiento” de la situación en el Sudeste de Ucrania y acusó a los dirigentes de aquel país de querer hacer fracasar los acuerdos de Minsk (el cauce de negociación bajo los auspicios de la OSCE) y de apostar por la solución de fuerza. Hay indicios de que los dirigentes rusos están preocupados ante la posibilidad de que el conflicto en las zonas orientales de Ucrania se deslice de nuevo hacia una guerra cruenta con víctimas, destrucción de infraestructura y dinámica negativa (en la que Moscú se vería obligada a apoyar a los insurgentes en mayor medida que en la actualidad) y no llegue a estabilizarse en el letargo que supone un “conflicto congelado” con problemas no resueltos, pero más o menos llevaderos y costes de financiación controlables.

En su reunión con los dirigentes del FSB Putin afirmó que “la actividad de los servicios secretos extranjeros en Rusia no se ha reducido”. Como ejemplo de ello, manifestó que en 2016 se había “atajado la actividad” de 53 espías profesionales y 386 agentes de servicios extranjeros. Hace un año y refiriéndose a 2015, Putin dijo que se había atajado la actividad de “más de 400” espías profesionales y que 23 de ellos habían sido procesados. Las cifras dadas para 2014 fueron de 52 espías profesionales y 290 agentes extranjeros neutralizados.

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Tarea de actualidad, según dijo, es “perfeccionar los sistemas de defensa de información que son secreto estatal. Se refirió Putin a los ciberataques a recursos informativos oficiales del Estado y manifestó que estos se habían multiplicado por tres en relación con 2015. En ese año, se habían detectado “más de 24 millones de ciberataques a páginas oficiales y sistemas informativos de los órganos de poder de Rusia”, según había dicho el presidente en su cita con los jefes de los servicios del año pasado.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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