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El asesinato del hijo de un deportista conmueve a Venezuela

El cadáver de un joven de 15 años simboliza de nuevo el aumento de la violencia

El jugador de baloncesto Juan Manaure con su hijo Dereck.
El jugador de baloncesto Juan Manaure con su hijo Dereck.Twitter
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Los asesinatos en Venezuela suelen ser asimilados por la opinión pública como parte de la rutina, pero el homicidio de un joven de 15 años, hijo del jugador de baloncesto Juan Manaure, ha recordado a todos que el pacto social en este país está roto y la ruina moral provocada por la desinstitucionalización progresiva tardará en revertirse. Dereck Manaure, alto, moreno y, como su padre, con el biotipo del basquetbolista, había sido secuestrado el 23 de diciembre y apareció enterrado la noche del martes a la vera de la autopista Gran Mariscal de Ayacucho, que comunica a Caracas con el oriente del país. Le habían dado un tiro en la cabeza.

Al principio su padre, quien perteneció en la liga local a los equipos Gaiteros de Zulia y Cangrejeros de Monagas, e intenta echar adelante una carrera de cantante, intentó resolver por cuenta propia el rapto sin informar a las autoridades. Con el paso de los días y el silencio de los secuestradores, la policía se hizo cargo y el deportista decidió confirmar en las redes sociales lo que ya era un rumor extendido. Fue el 30 de diciembre a través de Twitter: “Pongo a mi hijo en las manos de Dios, confío que pronto va a estar a mi lado. Tengo fe de que Dios lo guarda y lo cuida de todo mal”, escribió.

El sufrimiento de Juan Manaure se convirtió en un seriado con capítulos cada vez más dolorosos. Su timeline de Twitter revelaba la desesperación por la prolongada ausencia de un niño y la falta de noticias ciertas sobre su paradero. “Hijo, aquí te estoy esperando. Dios te cuide y te bendiga”, tuiteó el 3 de enero. Días después, cuando se corrió el rumor de su asesinato -algunos medios especularon que el deportista se había negado a pagar el rescate exigido por sus captores- Manaure utilizó el mismo medio para desmentirlo.

Al filo de la desesperación Manaure llegó a mostrar su rostro demacrado mediante breves vídeos. En uno de ellos mostraba sus ojos enrojecidos, rodeados por unas cuencas de color violeta. Manaure estaba acostado y la luz de la cámara del teléfono celular alcanzaba apenas para iluminarle el rostro. “Otra noche más sin ti, hijo, muriendo lentamente. Dios, que aparezca por favor, te lo suplico, te lo imploro”, escribió el 27 de enero. Algunos periodistas decían el martes, cuando se confirmó la tragedia, que no habían reunido el valor para llamarlo.

Los tuiteros más crueles, mientras tanto, se burlaban de su sufrimiento recordándole que lo sucedido era una forma de castigo divino. Manaure respalda al chavismo y algunas veces escribió al programa de televisión del hombre fuerte del régimen, Diosdado Cabello, apoyando al presidente Maduro. Con el régimen bolivariano el crimen se ha desbordado. Como ocurre con la inflación, las cifras de asesinatos no se revelan porque demostrarían el fracaso de la política de seguridad chavista. El Observatorio Venezolano de la Violencia calcula que en 2016 hubo 28.479 muertes violentas, 91 por cada 100 mil habitantes.

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Manaure conservaba las esperanzas de que su hijo apareciera con vida. La noche del martes 14 de febrero, Día de San Valentín, le dijeron que Dereck había sido asesinado. Horas antes la policía había capturado a uno de los responsables del crimen, Ángel Heredia González, de 22 años. Fue él quien los llevó hasta el sitio donde habían enterrado al joven. Los funcionarios terminaron de confirmar que estaban tras la pista correcta cuando vieron que Heredia usaba los mismos zapatos que llevaba Dereck Manaure el día del secuestro. La prensa local no aclaró si Heredia estaba entre los supuestos cuatro autores del homicidio, asesinados el miércoles en sendos motines en las cárceles de Tocorón y Tocuyito, ubicadas en el centro de Venezuela.

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