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Morena busca acabar con el PRD en las elecciones del Estado de México

El partido hegemónico de la izquierda mexicana tendrá en las elecciones de 2017 una prueba de fuego para enfrentar sus deserciones, divisiones y el crecimiento de la formación de López Obrador

Luis Pablo Beauregard
Una manifestación del PRD en contra del gasolinazo.
Una manifestación del PRD en contra del gasolinazo. Cuartoscuro
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El prólogo de las presidenciales de 2018 será escrito en las elecciones del 4 de junio de Nayarit, Coahuila y el Estado de México. Los comicios de este último, el estado más poblado del país con 11.1 millones de electores, sirven para medir la temperatura que marcará el rumbo político de México. “La mente del electorado está en 2018 como nunca antes”, considera Francisco Abundis, experto en demoscopia. El destino de las tres elecciones locales estarán marcadas por el desgaste del Gobierno de Enrique Peña Nieto, la crisis de inseguridad, el aumento del precio de las gasolinas y los casos de corrupción vinculados al PRI. Los procesos también significarán un punto de no retorno para la izquierda, dividida desde hace años entre el hegemónico Partido de la Revolución Democrática (PRD) y el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), de Andrés Manuel López Obrador.

“Estamos tal vez ante la primera elección donde el proceso presidencial explique el Estado de México”, considera Abundis. Parametría, su casa de encuestas, ha publicado que la desaprobación de la gestión de Peña Nieto rebasa el 80%. Esto ha catapultado a López Obrador al frente de la carrera por la presidencia en varios sondeos. Su partido, sin embargo, aún tiene que probar su capacidad de organización y atracción de voto. En 2015, Morena consiguió 287.137 votos en tres Estados. El año pasado obtuvo 1.7 millones frente a los 2.3 millones del PRD en once procesos electorales. Estos mantuvieron la ventaja sobre los morenistas gracias a su política de alianzas con su antítesis, el Partido Acción Nacional (PAN). Sin la ayuda de la derecha, los morenistas hubieran concretado el sorpasso.

El equipo cercano a López Obrador se ha fijado el Estado de México como prueba de fuerza. “Esta será la primera elección profesional de Morena”, anuncia un integrante del cuarto de guerra. AMLO, dos veces candidato presidencial por el PRD, ha intensificado su visita a la región. Ha acompañado hasta cuatro veces por semana a Delfina Gómez, la precandidata de Morena al Estado de México, la entidad natal de Peña Nieto y donde el PRI nunca ha perdido. “Si ganamos esta rompemos el sistema”, dice el estratega.

Morena eligió como abanderada a una maestra de primaria hija de albañiles y de un modesto origen. El perfil de la candidata causa mucha empatía en los municipios del oriente del Estado de México (Ciudad Neza, Chalco y Chimalhuacán), sobrepoblados y de escasos recursos. Para ganar el estado, sin embargo, Gómez debe recorrer el mismo camino que ha emprendido su líder y cortejar a las clases medias del poniente (Naucalpan, Huixquilucan, Tlalnepantla).

“Morena no deja de ser una izquierda simbólica”, considera Abundis. El partido atrae a los votantes antisistémicos y antiestablishment. El analista, sin embargo, ha encontrado que los discursos recientes de López Obrador y Delfina Gómez están dirigidos a una audiencia más amplia. “Es mucho más clasemediero, no apela solamente a los votantes de izquierda”. Los estrategas de Morena admiten que van en busca del voto del priista “enojado e insatisfecho” de los centros urbanos. La popularidad de Delfina, exalcaldesa de Texcoco (un municipio de la zona conurbada de la Ciudad de México), se catapultó tras el gasolinazo.

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Si Morena quiere conseguir su primera gobernadora deberá cometer un parricidio. Morena tendrá que desfondar al PRD, que superó el millón de votos en las elecciones de 2011 en el Estado de México. La entidad sigue siendo uno de sus bastiones. Es la segunda fuerza del Congreso local y el tercer partido con más alcaldías, 16 de 125. Pero en este proceso los perredistas se hallan en desventaja. Es la única organización que no ha elegido candidato. Mientras otros eligieron un candidato de unidad para minimizar las fracciones internas, el PRD continúa enfrascado en disputas intestinas. El abanderado de la contienda será escogido por sus militantes el 5 de marzo.

“Será una elección muy complicada porque iremos solos. No creo que seamos competitivos”, admite Agustín Basave, expresidente del PRD. Basave, un académico que estuvo al frente del partido dos años, continuó la estrategia de alianzas con el PAN impuesta desde 2010 por la corriente Nueva Izquierda. La unión pragmática logró arrebatar al PRI el año pasado los Gobiernos de Quintana Roo, Durango y Veracruz, tres estados donde el tricolor nunca había perdido.

Muchos militantes consideraron que el PRD se había desdibujado ideológicamente gracias a estas alianzas. En 2017, el partido solo acompañará al PAN en Nayarit. “Si de tres elecciones ganamos una no está tan mal”, estima Basave. El expresidente considera “urgente” definir la posición del partido hacia 2018. Las opciones de la organización serían apostar por una alianza con un candidato externo o elegir a uno de sus cuatro gobernadores candidato a la presidencia en una coalición con Movimiento Ciudadano y el Partido del Trabajo. Basave admite que la mitad de los militantes pide que no se descarte una alianza con López Obrador. “Debemos decidir pronto el camino. Corremos el riesgo de quedarnos rezagados”.

La desbandada del PRD

L. P. B.
El senador Armando Ríos Piter agravó la sangría que aqueja al PRD. El legislador dejó la bancada del partido en el Senado para convertirse en independientes. Ocho de diecinueve senadores han abandonado las filas del partido durante la actual legislatura. No todos eligen la ruta de Ríos Piter. Senadores como Mario Delgado y Zoé Robledo han dado la espalda al PRD para sumarse a Morena, el gran beneficiado por la desbandada que incluye a Alejandro Encinas, Rabindaranath Salazar, Benjamín Robles, Augusto Adán López y Sofío Ramírez. Las renuncias han tenido consecuencias financieras. Beatriz Mojica, secretaria general del PRD, considera que estos apóstatas del perredismo han dejado un boquete de ocho millones de pesos (392.000 dólares) en cuotas partidistas no abonadas.

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Sobre la firma

Luis Pablo Beauregard
Es uno de los corresponsales de EL PAÍS en EE UU, donde cubre migración, cambio climático, cultura y política. Antes se desempeñó como redactor jefe del diario en la redacción de Ciudad de México, de donde es originario. Estudió Comunicación en la Universidad Iberoamericana y el Máster de Periodismo de EL PAÍS. Vive en Los Ángeles, California.

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