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El candidato oficialista que busca desmarcarse de Correa

Lenín Moreno quedó primero, pero aún no ha alcanzado el umbral necesario para evitar una segunda vuelta

Lenín Moreno.
Lenín Moreno.MARIANA BAZO (REUTERS)

Lenín Boltaire Moreno (Nuevo Rocaforte, 1953), candidato oficialista a las elecciones presidenciales de Ecuador, fue un hombre de confianza de Rafael Correa desde la fundación del Movimiento Alianza PAÍS, en 2006, y al mismo tiempo es un político con un estilo aparentemente  contrapuesto al del presidente saliente.

Fue el número dos de su candidatura y vicepresidente de su Gobierno entre 2007 y 2013. Ese año fue nombrado enviado especial sobre Discapacidad y Accesibilidad de Naciones Unidas por el entonces secretario general de la organización, Ban Ki-moon, y se marchó a Ginebra. Por este cargo fue criticado porque el año pasado se conoció que recibía del Ejecutivo un salario  equiparado al de un embajador. Regresó a Quito tras la decisión de Correa de dar un paso atrás en estas elecciones.

¿Por qué le eligieron? Los analistas destacan su imagen pública, su carácter, su talante tranquilo, distinto del de su predecesor, y su atención a la exclusión social y a la dependencia. A finales de los noventa fue víctima de un atraco y recibió un disparo por el que perdió la movilidad de las piernas. Moreno se ha convertido en Ecuador en una especie de símbolo del compromiso con los sectores populares. Una de sus promesas de la campaña electoral fue el incremento del llamado bono de desarrollo humano, una prestación de ayuda a mayores y personas con discapacidad que pasaría de 50 dólares (47 euros) a 150. Escribió una de decena de libros, entre los que se encuentran títulos de autoayuda como Teoría y práctica del humor y Ser feliz es fácil y divertido.

No obstante, Moreno se presentó a estos comicios cargando con la herencia de Correa, que de alguna manera fue un arma de doble filo. Por un lado, el presidente saliente, que en los últimos años empezó a sufrir desgaste electoral, le dejó un legado económico complicado. Por otro lado, dos perfiles humanos tan distintos y la misma voluntad de Moreno de desmarcarse del pasado pudieron despistar a algunos sectores del electorado de Correa.

Moreno fue elegido también para inaugurar una etapa de diálogo en Ecuador. Si logra la presidencia, por primera vez en años tendría que aplicar una política de mano tendida a la oposición para gobernar en una Asamblea en la que Alianza PAÍS conservaría la mayoría absoluta pero que estaría más fragmentada que las anteriores.

El candidato oficialista aparcó durante la campaña la retórica de la soberanía y de la “revolución ciudadana”, intentó rebajar los temores de las clases medias y solo en la recta final volvió a asumir el discurso más clásico de Correa. Para sus adversarios, esa es la verdadera cara de Lenín Moreno, que, de gobernar, supondría continuismo con su antecesor.

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