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Donald Trump fija la diana política en los medios de comunicación

El presidente intensifica sus ataques a la prensa tras las recientes informaciones filtradas

Donald Trump ya está en guerra. 30 días después de asumir el cargo, el presidente de Estados Unidos dispara a los medios con ataques e insultos. El republicano, desatado, lidera una batalla frontal contra la legitimidad de la prensa estadounidense, a la que ha convertido en un enemigo político.

Donald Trump habla con periodistas a bordo del Air Force One.
Donald Trump habla con periodistas a bordo del Air Force One.KEVIN LAMARQUE (REUTERS)

Desde su llegada a la Casa Blanca, el presidente ha sustituido su principal adversaria político, Hillary Clinton, por los medios de comunicación. “Los medios deben mantener la boca cerrada, son el partido de oposición”, dijo, en su primera semana, Steve Bannon, la mano derecha de Trump.

La mentalidad de Bannon ha calado en el presidente, que de manera gradual ha incrementado sus fuertes críticas a la prensa hasta el punto de afirmar el pasado viernes que es el “enemigo del pueblo americano”. Al día siguiente, Trump insistió en Twitter: “No crean a los medios (que publican noticias falsas), la Casa Blanca funciona perfectamente”.

Desde la campaña electoral, Trump y sus asesores más cercanos han deslegitimado a los medios para refutar cualquier noticia que les convenga como “falsa”, proveniente de una prensa podrida que favorece los intereses del establishment y Washington. Y durante el proceso, el republicano ha erosionado la confianza de una parte de la ciudadanía en los medios de comunicación más importantes.

Pero para Trump, los ataques son una respuesta natural a la lluvia constante de artículos escritos sobre los escándalos y problemas de su presidencia hasta ahora. El presidente se considera una víctima. El portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer, así lo expresado rutinariamente en sus comparecencias diarias. El propio Trump, se quejó de ello en un mítin reciente en Florida, donde dijo que “los medios no quieren contar la verdad”.

Los insultos del presidente han sido dirigidos en su mayoría a medios de tono más progresista como la cadena NBC o CNN, o diarios como el Post o el Times. Pero la gravedad de estos también la comparten medios y publicaciones más afines a otras ideologías.

En una entrevista con Reince Priebus, un asesor de Trump, el veterano periodista Chris Wallace de la cadena Fox News -- referente de la derecha -- le dijo: “No tengo un problema con que el presidente se queje de un artículo o dos en concreto. A veces nos equivocamos. Pero el presidente lo ha llevado a otro nivel al afirmar que los medios son un enemigo del país”.

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Michael Oreskes, director editorial de National Public Radio, uno de los conglomerados de radio más importantes del país, escribió una carta a sus empleados condenando los ataques de Trump. “Una prensa robusta, incluso inquieta, es uno de los signos que marcan el éxito de la democracia estadounidense”, reivindicó Oreskes.

Una de las periodistas más conocidas de Politico, un medio especializado en la cobertura política, ha sido una de las voces cantantes en la defensa de la labor periodística. “El ataque a la prensa está sacado directamente del manual de los regímenes autoritarios”, afirmó Glasser este lunes en una entrevista.

Dos figuras importantes del Partido Republicano republicanos, el senador John McCain y el senador Lindsey Graham, también rechazaron el azote a la prensa. “Lo primero que hacen los dictadores es reprimir a la prensa”, dijo McCain, que fue candidato presidencial en 2008.

Desaparición de la verdad

En EEUU ya no existe una sola verdad. Existen múltiples realidades y distintas versiones de un mismo hecho. El día después de la toma de posesión, Spicer defendió que “la inauguración de Trump había tenido el mayor número de asistentes en la historia”. Cuando la prensa, apoyándose en datos de agencias federales, demostró que era una afirmación falsa, una asesora cercana al presidente afirmó que la Casa Blanca había utilizado “hechos alternativos”.

Una investigación reciente del diario The Washington Post reveló que Michael Flynn, exconsejero de seguridad nacional de Trump, mintió al vicepresidente Mike Pence sobre sus conversaciones con el embajador ruso en Washington. Días después, una exclusiva de The New York Times citaba a fuentes anónimas de la administración Trump para alegar que el ahora presidente y miembros de su campaña estuvieron en contacto constante con la inteligencia rusa durante los meses previos a los comicios de noviembre. La reacción de Trump fue convocar una rueda de prensa, la primera en solitario desde que ocupa el Despacho Oval, para condenar a los medios, calificandolos de ser “deshonestos” y estar “fuera de control”, por publicar “informaciones falsas”.

Como esas instancias hay decenas más en las que la verdad, la certeza de si ocurrió un hecho, una llamada telefónica, una reunión o la supuesta colusión entre Rusia y Trump, se desvanece entre los ataques del presidente a los medios, que se revuelven por encontrar fuentes que les acerquen a la realidad opaca de la Casa Blanca.

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