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Milo Yiannopoulos, el agitador de la extrema derecha que fue demasiado radical

Abiertamente homosexual, se autodefine como un “guerrero por la libertad de expresión”

Milo Yiannopoulos durante una conferencia de prensa.
Milo Yiannopoulos durante una conferencia de prensa.Drew Angerer (AFP)
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Es homosexual, pero odia a los homosexuales. Dice ser defensor de la igualdad de género, pero vende camisetas con el lema “El feminismo es cáncer”. Consiguió la fama a través del mundo de los videojuegos, pero llamó a sus jugadores “gente patética sin empleo que vive en los sótanos de las casas de sus padres”. Milo Yiannopoulos de 32 años se considera el defensor supremo de la libertad de expresión, un derecho que no distingue de la ofensa, y que ha usado sin límites para insultar y provocar hasta cruzar una raya intolerable para el conservadurismo estadounidense que hasta ahora le había resguardado: defender la pedofilia.

Yiannopoulos, que prefiere llamarse Milo en acorde con su excéntrica imagen, empezó su carrera en el Reino Unido. Tras crecer en una familia británica acomodada en Kent, Yiannopoulos fue incapaz de acabar dos carreras que empezó –en Manchester y Cambridge– y optó por dedicarse al periodismo. En 2000 llegó a las filas del Daily Telegraph, donde escribía en un blog de tecnología y cultivó su odio hacia la izquierda. Según le dijo un exjefe a The Guardian, “no era alguien con quien se quería tener problemas”.

11 años después formó una pequeña publicación online, Kernel, en la que comenzó una carrera periodística basada en el oportunismo y los insultos como forma de ganar dinero. Dio el salto a Estados Unidos a través de un movimiento online que se mofaba de las mujeres. Poco a poco, Yiannopoulos se coronó como uno de los líderes del mundo troll online, un universo en el que todo vale y donde predomina el menosprecio a lo establecido, los insultos a la izquierda, las defensas de la supremacía blanca y los mensajes racistas. En EEUU, este fenómeno que se ha denominado Alternative Right (Alt-Right), y su auge coincidió con la campaña electoral del ahora presidente Donald Trump, en cuya plataforma política encontraron justificación muchos como Yiannopoulos.

A base de polémicas apariciones en programas televisivos, una marca de ropa con lemas de odio, y conferencias en universidades, Yiannopoulos aterrizó en la publicación Breitbart News, el bastión de la derecha radical, donde extendió sus brazos al movimiento Alt-Right. Steve Bannon, el entonces director de Breitbart, ahora uno de los asesores de Trump con más poder en la Casa Blanca, promocionó también las bases más radicales de la derecha.

La victoria de Yiannopoulos fue la victoria de Trump, a quien se refiere como “Papi”. Y cuando unos altercados en la Universidad de Berkeley (California) forzaron la cancelación de un discurso del joven agitador, el presidente de EEUU denunció las protestas como un atentado contra la libertad de expresión.

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Con artículos provocativos y odiosos hacia la izquierda estadounidense, la prensa y las minorías, Yiannopoulos se convirtió también en un mártir de la libertad de expresión, protegido incluso por el conservadurismo más tradicional. Hasta este lunes, se preveía que el británico pronunciara esta semana un discurso en Washington en el CPAC, conferencia conservadora por excelencia.

Sin embargo, su querida libertad de expresión le pasó una mala jugada cuando este fin de semana unos vídeos divulgados por las redes mostraban a Yiannopoulos defendiendo la pedofilia e ideas antisemitas. Algo que entre los miembros de la Alt-right es habitual, al fin alarmó a los conservadores del establishment.

“No crean que lo que ha pasado en las últimas 48 horas me frenará a la hora de criticar, ofender y provocar sobre cualquier tema que quiera. América tiene un gran problema con la libertad de expresión”, afirmó en una rueda de prensa este martes Yiannopoulos al dimitir de su puesto como editor en Breitbart. Ahí, incluso en su casa, varios de sus compañeros periodistas amenazaron con dimitir si no se despedía al británico por los comentarios. Una editora también canceló la publicación de su libro, por el que ya le habían adelantado 250.000 dólares.

Pero esto para Yiannopoulos no es un fracaso. Tras disculparse, anunció que fundará su propia publicación donde seguirá haciendo lo que hacía en sus chats nocturnos online con otros trolls como él: hacer de los insultos y el odio una beneficiosa carrera profesional.

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