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La UE redobla el pulso a Polonia y renueva el mandato de Tusk

Los otros 27 socios europeos apoyan unánimamente la continuidad del polaco en el cargo

Polonia puso este jueves a la Unión Europea al borde de una crisis institucional por una mera pelea doméstica. El Gobierno ultraconservador de Varsovia amenazó con bloquear la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno celebrada en Bruselas si el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, era reelegido en su cargo. El ex primer ministro polaco fue finalmente refrendado, pero con una escenificación insólita: con el voto favorable de todos los Estados miembros, salvo el suyo propio, que quedó aislado. Para dejar patente su malestar, la primera ministra, Beata Szydlo, vetó las conclusiones del encuentro.

El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, este jueves, en Bruselas.
El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, este jueves, en Bruselas.Geert Vanden Wijngaert (AP)

Por primera vez en mucho tiempo, no había nada conflictivo en la agenda de la cumbre europea. La jornada se antojaba tranquila, con un punto casi de trámite para reelegir al jefe de la institución que representa a los Estados miembros en el entramado comunitario. Pero el aviso, hace unos días, de que Polonia presentaba para el cargo a un candidato distinto a su ex primer ministro calentó los ánimos. Szydlo acabó forzando un voto con el argumento de que Tusk no es neutral, sino que intenta “derrocar al Gobierno polaco”. Nadie más intervino. La votación se saldó con 27 líderes a favor del actual presidente —incluida la británica Theresa May, cuyo partido tory pertenece a la misma familia política que el de Szydlo— y solo uno en contra.

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El Gobierno polaco, dirigido en la sombra por el radical Jaroslaw Kaczynski, lleva meses planteando un auténtico pulso a las instituciones comunitarias. Y en esa estrategia, usa a Tusk como principal diana política, pese a que el exmandatario polaco mostró cierto malestar cuando la Comisión Europea abrió un procedimiento a su país por conculcar el Estado de derecho. Aun así, la líder polaca no ha dudado en mandar una carta a sus 27 socios para advertirles de que el presidente del Consejo “viola su mandato europeo” al intervenir en cuestiones polacas.

Abochornado por esa contienda, Tusk, que permanecerá en el cargo hasta noviembre de 2019, admitió las “excepcionales circunstancias” que han rodeado su elección. Con rostro muy serio, el ya refrendado presidente compareció ante la prensa y mostró su determinación a colaborar con “todos los Estados miembros, sin excepción”. Pero lanzó un mensaje envenenado al Gobierno de Varsovia. “Cuidado con los puentes que quemas porque cuando han desaparecido no se pueden cruzar nunca más. Se lo dedico al Gobierno polaco. Hoy necesitamos una actitud política responsable”, subrayó. A su lado, el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, celebró la reelección, pese a que no es precisamente su más firme partidario.

Fuentes comunitarias alertan del perjuicio que esta batalla genera para la imagen de Polonia, encumbrada como gran socio del Este hace apenas unos años y ahora al frente del bando euroescéptico, incluso por delante del húngaro Viktor Orbán.

Signo de estabilidad

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Aunque no todos los países respaldan unánimemente la gestión de Tusk en estos dos últimos años, la necesidad de proyectar estabilidad en plena crisis y la fijación polaca con Tusk convencieron a los líderes de que era mejor mantenerlo. “Su elección es un signo de estabilidad para Europa”, concluyó la canciller alemana, Angela Merkel, una de sus principales mentoras en Bruselas. “Creo que ha hecho un buen trabajo y que Europa necesita estabilidad, no estar con cambios que no conducen a ninguna parte”, resumió el presidente español, Mariano Rajoy.

Incluso en las filas socialdemócratas, que se han quedado sin ningún representante en los tres grandes puestos de mando de la UE, se defendió ese argumento. El presidente francés, François Hollande, alegó razones de “coherencia y estabilidad” para sostener al presidente del Consejo.

Sin margen para impedir que Tusk repita mandato, la dirigente polaca optó por forzar algún gesto que dejara patente su enfado. Y bloqueó las conclusiones que los Veintiocho aprueban siempre al final de cada cumbre y que se reescriben hasta la saciedad para acomodar las sensibilidades de todos. Szydlo vetó las referencias a la migración, a pesar de que no defendían nada que Polonia no pudiera aprobar. Al contrario, celebraban la recomendación de la Comisión Europea para que los Estados aceleren las expulsiones de migrantes sin derecho a asilo, un mensaje muy del gusto de Polonia.

Los líderes comunitarios trabajaron anoche en el empaquetado correcto para presentar el resto de contenidos abordados en la reunión, y finalmente, ante la imposibilidad de alcanzar un consenso, presentaron las conclusiones mediante la fórmula de un comunicado de la presidencia respaldado por 27 Estados miembros, todos menos Polonia.

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