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Los ultranacionalistas prorrusos, claves en la formación de Gobierno en Bulgaria

El centroderecha, ganador de las elecciones de este domingo, tendrá que pactar con otras fuerzas

M. A. S. V. / AGENCIAS
Boyko Borisov, en Sofía tras conocer los resultados electorales.
Boyko Borisov, en Sofía tras conocer los resultados electorales.DIMITAR DILKOFF (AFP)

El resultado de las elecciones que Bulgaria celebró este domingo, las terceras desde 2013, arroja un escenario de difícil gobernabilidad, sin mayorías claras, con una fuerza ultranacionalista clave para formar Ejecutivo y en medio del debate sobre las relaciones del país con Rusia y con la Unión Europea (UE), cuya presidencia rotatoria el país balcánico asumirá en enero de 2018.

Con el escrutinio prácticamente finalizado, la Comisión Central Electoral ha anunciado este lunes que el conservador GERB, del ex primer ministro Boiko Borisov, ganó las elecciones con el 32,66% de los sufragios, seguido del Partido Socialista de Bulgaria (PBS, excomunistas), con el 27,19%. La tercera fuerza política (9%), clave para la formación de Gobierno, es la alianza Patriotas Unidos, integrada por tres formaciones ultranacionalistas con un fuerte discurso xenófobo, partidaria de mejorar las relaciones con Rusia y con una actitud hacia la UE que va del rechazo total al confeso euroescepticismo.

En una campaña dominada por la retórica populista y, en su último tramo, por presiones directas del presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, sobre la minoría turca de Bulgaria (el 10% de la población; la mayor minoría étnica de los Balcanes), los socialistas pretendían revalidar la victoria electoral cosechada en noviembre en las presidenciales por su candidato, el exmilitar prorruso Rumen Radev, que precipitó la dimisión de Borisov y la convocatoria anticipada de comicios. Pese a que los sondeos de intención de voto pronosticaban un empate, el GERB de Borisov se llevó finalmente el gato al agua, como en las tres convocatorias anteriores (2009, 2013 y 2014)

El cuarto partido es, con el 8,9% de los votos, el Movimiento de Derechos y Libertades (DPS), de la minoría turca, con la que los ultras y los socialistas rechazan cualquier colaboración.

La quinta fuerza en discordia, con apenas el 4% de los sufragios —justo por encima del umbral necesario para entrar en el Parlamento—, es una formación nueva y claramente populista, Volya (Voluntad), fundada por el polémico empresario Veselin Mareshki, dueño de una cadena de gasolineras y farmacias baratas.

La formación de un Gobierno sólido se antoja dificultosa a la vista del margen de apoyos. Durante la campaña, tanto el GERB como los socialistas rechazaron formar una gran coalición. "El GERB está obligado a formar un Gobierno y haremos todos los esfuerzos para lograrlo", prometió el domingo Borisov, un antiguo bombero, karateca y guardaespaldas y, a la vista de sus consecutivas victorias, todo un superviviente de la política (superó indemne la oleada de protestas populares que hizo caer a su Gobierno en 2013, por la subida del precio de la luz y las medidas de austeridad). Pero Borisov necesitará el apoyo de al menos dos formaciones para gobernar. Valeri Simeonov, uno de los líderes de Patriotas Unidos, mostró el domingo la disposición a pactar con el GERB siempre y cuando el programa del nuevo Ejecutivo incluya "una subida de los ingresos" de los más desfavorecidos, "una lucha más eficaz contra la inmigración ilegal y la oposición a la amenaza de Turquía". Este lunes, sin embargo, la formación ultranacionalista ha matizado su apoyo, del que, dijo, ni es seguro ni saldrá gratis, insinuando incluso la opción de pactar con los socialistas.

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Las relaciones con Rusia y con la UE puede ser un obstáculo para un acuerdo de gobierno, dado que el europeísmo de Borisov contrasta con las posturas antieuropeas, prorrusas y racistas de Ataka, el miembro más radical de Patriotas Unidos. Según la socióloga Boryana Dimitrova, citada por la agencia Efe, Patriotas Unidos es un "socio imprevisible que puede quebrarse en cualquier momento por conflictos internos".

Tensiones con Turquía

Turquía acaparó el protagonismo en el último tramo de la campaña. El Gobierno de Ankara intentó influir en el voto de la minoría turca y de los ciudadanos turco-búlgaros residentes en Turquía que tienen derecho a voto en el país balcánico. El Gobierno interino acusó a Ankara de intentar movilizar votos para Dost, un partido de base étnica turca recientemente creado que Sofía considera un caballo de Troya de los intereses turcos en el país. Seis ciudadanos turcos fueron expulsados hace 10 días, mientras esta semana los ultranacionalistas de Patriotas Unidos bloqueaban tres pasos fronterizos con gran parafernalia nacionalista para impedir la entrada de varios autobuses con votantes desde Turquía.

El jueves, el presidente Erdogan entró en liza directamente instando a las autoridades de los Balcanes a cesar en sus presiones “sobre los turcos y los musulmanes” de la región. Erdogan tuvo palabras muy concretas para las de Bulgaria, “que ejercen una gran presión sobre nuestros hermanos turcos”. En los últimos días, Erdogan también ha exasperado a las autoridades de Bosnia, al pretender ampliar la purga sobre la red del clérigo Fetulá Gülen, a quien acusa del intento de golpe de Estado del pasado julio, hasta allí.

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