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Una universidad china exige a sus alumnos que sepan nadar antes de entregarles el título

Los estudiantes de la Universidad Tsinghua tendrán que poder nadar 50 metros o deberán ir a cursillos

Macarena Vidal Liy
Una mujer, durante una competición de natación en Harbin (China).
Una mujer, durante una competición de natación en Harbin (China). Nicolas Asfouri (AFP)

Saber nadar es algo que puede salvar la vida. Y en algunas de las universidades más prestigiosas de China también puede salvar una carrera o hundirla. A partir del próximo curso, la Universidad pekinesa de Tsinghua, la que se encuentra más alto en los rankings internacionales de toda la República Popular, obligará a sus estudiantes a demostrar que pueden dar brazadas sin hundirse, si al terminar sus estudios quieren recibir el título de licenciatura. La Universidad de Pekín —el centro académico más prestigioso, a ojos chinos— y la de Xiamen, en la costa, también exigen esa certificación.

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La norma ya existía hace 90 años, poco después de la fundación del centro en 1911, originalmente como centro de estudios preparatorio para alumnos chinos que iban a estudiar en Estados Unidos. Ya entonces intelectuales de fama, como el escritor y pedagogo Liang Shi-Chiu en 1915, tuvieron que someterse a un “examen de recuperación” para demostrar sus habilidades natatorias después de fracasar estrepitosamente en el primer intento, según ha recordado al diario Beijing News el director de Ciencias Deportivas y Educación Física de la Universidad, Liu Bo. Aquel reglamento se acabó derogando ante el aumento del alumnado y la falta de piscinas suficientes para practicar.

Pero con la nueva prosperidad china, las condiciones han mejorado. Hoy día, Tsinghua hace gala de una piscina descubierta y una zona, el Natatorium, dedicada íntegramente a los deportes acuáticos.

También se pone más énfasis en la necesidad de practicar deporte, un hábito que descuidan muchos chinos de mediana edad y que no se incentiva en exceso a los estudiantes de secundaria. Para ellos es prioridad aprobar el temido gaokao, el examen de selectividad que decidirá en qué centro de enseñanza superior pueden ser admitidos, y muchos padres perciben el ejercicio físico como una distracción inoportuna para sus retoños.

A la vista de esto, la universidad ha decidido recuperar aquel requisito de antaño, aunque sin ninguna intención —en principio— de hacer de sus estudiantes los próximos medallistas olímpicos chinos. Aquellos que cuenten con algún tipo de incapacidad física o acrediten algún problema médico no tendrán que presentarse a la prueba.

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“Es una destreza para la supervivencia. A largo plazo, saber nadar resulta beneficioso para los estudiantes. Les ayuda a mejorar su resistencia, y como deporte acuático impacta menos en las articulaciones y los músculos”, declara Liu. En la mente de muchos chinos está aún la imagen de Mao Zedong cruzando a brazadas el inmenso río Yangtsé cuando ya tenía 73 años.

Según su departamento, los estudiantes podrán pasar la prueba de natación en cualquier momento que lo deseen en sus últimos tres años de la carrera. Tendrán que poder nadar 50 metros seguidos al estilo que prefieran: braza, crol, espalda o mariposa. Aquellos que no lo consigan recibirán clases extra gratis hasta que lo logren. Pero Liu se declara tranquilo: el 90% de los estudiantes que ya han empezado a probar han logrado cumplir los requisitos.

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Sobre la firma

Macarena Vidal Liy
Es corresponsal de EL PAÍS en Washington. Previamente, trabajó en la corresponsalía del periódico en Asia, en la delegación de EFE en Pekín, cubriendo la Casa Blanca y en el Reino Unido. Siguió como enviada especial conflictos en Bosnia-Herzegovina y Oriente Medio. Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid.

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