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Columna
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Elyangelica contra los matones del régimen

La corresponsal de Radio Caracol fue agredida por la Guardia Nacional de Venezuela

“Estoy en el Tribunal Supremo de Justicia tratando de entender qué fue lo que pasó. Yo soy periodista, yo narro lo que veo, yo no miento…Me arrancaron el teléfono. Traté de sacar el otro pero me lo quitaron también, me lo partieron, lo quemaron y me detuvieron. Estoy completamente arañada, con cabellos en la mano, estoy rasguñada por todas partes, golpeada. Esto es una vergüenza. Yo les gritaba que era periodista y que estaba haciendo mi trabajo, pero no… Me cayeron a patadas 10 personas, eran 10 personas alrededor de mí, gritándome y halándome el cabello. Uno me agarraba por la pierna, el otro por el brazo, me movían de un lado a otro y me decían "cállate, chica, cállate, esto era lo que tú querías".

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"Nunca me había pasado. Nunca he tenido miedo y no tengo miedo, quiero que sepan. "Tú tienes familia y esto va a perjudicar a tu esposo", me dijo uno de los guardias. Yo sentí una amenaza. Porque cuando uno está en la calle y tiene un micrófono en la mano, uno siempre cree que es una súper mujer. Y ese señor me trajo a la tierra y me hizo pensar en mi esposo y en mis hijos, en mis tres hijos... Yo me voy a morir siendo periodista y eso es lo que voy a hacer y a seguir haciendo”.

El testimonio es de Elyangelica González, una periodista venezolana que lleva 18 años en las calles, informando. La agredieron brutalmente mientras otros observaron plácidos, y ella se defendió como sabe hacerlo con su voz y toda la fuerza que la caracteriza. Por sus tres hijos, José Alejandro (16), Camila Isabela (8) y Sofia (2) y Santos, su esposo, la corresponsal de Caracol Radio dio una lección de valentía y honor, como puede verse en este video que reveló en su twitter la cantante venezolana Olga Paris. Eso es lo que hace la Guardia Bolivariana, los matones del régimen, y ahora está a los ojos del mundo.

No pueden ocultar lo que son. No en estas épocas donde el periodismo es más que nunca derecho sagrado en su capacidad para contar los abusos del poder, donde los ciudadanos están dispuestos a denunciar cuando a los otros se les impide. Esa es la red más poderosa del mundo, la de todos los que se unen para develar y exigir, y se vuelve viral y vital en las plataformas y es el único contrapeso posible cuando se presenta la ruptura institucional como ocurrió en Venezuela.

La Asamblea Nacional dominada por 109 miembros de la oposición fue cerrada por decisión del Tribunal Supremo dominado por el chavismo. Qué contradicción ese mismo chavismo que cuando vivía Hugo Chávez dijo en 2010 a la oposición que no se les ocurriera meterse con la Asamblea: “siendo minorías quieren ahora disolver la Asamblea Nacional…están planteando un golpe de estado y yo les recomiendo que no se les ocurra…que midan bien sus triunfos, que midan bien sus fuerzas verdaderas, porque si se les ocurre lanzarse contra nosotros como un toro loco se van estrellar de nuevo contra la moral de este pueblo”. No fue la oposición la que lo hizo, lo hizo el tribunal de Maduro 7 años después y cuando ya el pueblo venezolano perdió todo, especialmente la moral que les han minado a punta de represión y hambre.

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El tribunal ya les había quitado la inmunidad parlamentaria a los diputados opositores y le concedió atribuciones especiales en materia penal, militar, económica, social, política y civil al dictador Maduro.

Los países de América empezando por Perú y luego Chile y Brasil retiraron a sus embajadores. Colombia le pidió al suyo regresarse para informar sobre la situación porque la frontera común es el único espacio medianamente posible para sobrevivir de este y el otro. Cualquier cosa que ocurra en Venezuela implica preparar los corredores humanitarios.

El agradecimiento con Venezuela por haber respaldado el proceso de paz con las FARC después de haberles servido de refugio para que escondieran sus delitos pasados termina por ser consideraciones reales pero la más importante es la frontera común, y es obligatorio decirlo, todo eso nos vuelve rehenes de esos militares delincuentes que arrastraron por el piso a Elyangelica y dejan morir a los ciudadanos haciendo fila, los ciudadanos de la patria de un Bolívar, tan manoseado que debe hoy llorar en su tumba.

¿Terminará el golpe de Estado atornillando a Maduro en el poder ahora que se le terminó por caer la máscara? ¿De qué depende y de quiénes? Qué podemos hacer nosotros cuando el papel de los organismos multilaterales ya casi no puede validarse ante los cambios en el mundo?

Por ahora solo se me ocurre pedir que retomemos una iniciativa que lideró Nora Sanin al frente de Andiarios en Colombia, Todos somos Venezuela, sin libertad de prensa no hay democracia, con una página diaria en cada periódico, 17 fueron colombianos, el resto de América del Grupo de Diarios GDA y de los Latinoamericanos (PAL). Para seguirles quitando la máscara.

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