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Abbas anuncia que Trump visitará “pronto” los territorios palestinos

El dirigente de Al Fatah asegura estar preparado para reunirse con Netanyahu bajo el padrinazgo del presidente de EE UU

El presidente estadounidense, Donald Trump, y el líder de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, en Washington, en mayo de 2017.
El presidente estadounidense, Donald Trump, y el líder de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, en Washington, en mayo de 2017.Olivier Douliery (EFE)

El presidente palestino, Mahmud Abbas, está dispuesto a reunirse con el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, para retomar las negociaciones de paz congeladas desde hace tres años. Lo dijo en Washington, la semana pasada, durante su encuentro con el presidente estadounidense, Donald Trump, y lo ha vuelto a repetir este martes en Ramala (Cisjordania) tras recibir al presidente de Alemania, Frank-Walter Steinmeier. “Le dijimos [a Trump] que estamos dispuestos a colaborar con él y a reunirnos, bajo sus auspicios, con el primer ministro israelí para construir la paz”, reiteraba Abbas desde la ciudad palestina.

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El rais, a diferencia de otras ocasiones, no ha mencionado ninguna precondición para sentarse a la mesa con el líder israelí pero sí ha recordado que la solución de los dos Estados “es la única posible” y que “ha llegado la hora de trabajar para conseguirlo”. Ni Abbas, ni ninguno de los miembros de su gabinete presentes en la reunión con Steinmeier, han querido profundizar en el tema y se han limitado a señalar que “están trabajando” para que ese encuentro sea posible.

Trump como facilitador

El anuncio llega a dos semanas de que Donald Trump inicie una gira por la región que incluirá una parada en Israel y en los territorios palestinos el 22 y 23 de mayo. La agenda del viaje aún no está cerrada, pero se espera que se reúna con Netanyahu en Jerusalén y con Abbas en la ciudad cisjordana —y dividida por el gran muro de ocho metros— de Belén.

Una delegación de la Administración de Trump ya se encuentra sobre el terreno ultimando los detalles de una visita en la que, además, a los palestinos, les gustaría que el presidente norteamericano incluyera una parada en el mausoleo del líder y fundador de Al-Fatah —y premio Nobel de la Paz en 1994 junto a Simon Peres— Yasir Arafat en la Mukata, en Ramala. Algo improbable, pues complicaría aún más logística de un viaje que no ha sido fácil encajar en el calendario: por su proximidad al 50º aniversario de la llamada Guerra de los seis días (de 1967, para el lado palestino) la primera semana de junio, y porque el día anterior, el 21 de mayo, los israelíes celebrarán por todo lo alto el Día de Jerusalén, una fecha que marca, según el calendario hebreo, la unificación de la ciudad. Para los palestinos, sin embargo, supone el inicio de la ocupación del Este de Jerusalén, donde aspiran a tener la capital de su Estado.

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Posiciones alejadas

Hasta ahora, el principal escollo expuesto por la parte palestina para reanudar las conversaciones de paz ha sido la expansión de los asentamientos israelíes en Cisjordania y Jerusalén Este. El pasado febrero —después de que Israel diese luz verde a unas 15.000 nuevas viviendas en varias de las colonias judías en territorio ocupado— Trump pidió a Netanyahu que “detuviese temporalmente” la construcción. Un asunto que, según reconoció la semana pasada el portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer, seguirá presente en futuras conversaciones entre ambos líderes.

Según varios medios locales, la Autoridad Palestina, liderada por Abbas, quiere retomar las negociaciones con Israel donde las dejaron en 2008, cuando discutían con el entonces primer ministro hebreo, Ehud Olmert —hoy en día en prisión condenado por aceptar sobornos—, sobre posibles intercambios de tierra. Unas conversaciones en las que Israel ofreció retirarse del 93% de Cisjordania pero que, según aseguran fuentes palestinas, se truncaron porque la propuesta israelí “no permitía la contigüidad territorial del futuro Estado palestino”. 

En sus cien primeros días como presidente de la primera potencia mundial, Trump ha recibido en la Casa Blanca a ambos líderes —primero, en febrero, a Netanyahu, y segundo, en mayo, a Abbas—en su afán por alcanzar una solución diplomática y pacífica al conflicto. "Lo haremos. Creo que hay una posibilidad muy buena”, dijo Trump a principios de mayo. Trump viajará a Israel a finales de mes en una ruta internacional en la que también visitará Arabia Saudí y Bruselas, apara acudir a la cumbre de la OTAN.

La inminente visita de Trump y su rapidez en reunirse con ambos líderes enfrentados viene marcada por su antecesor en la Casa Blanca, Barack Obama. El demócrata mantenía una fría y distante relación con Netanyahu, siendo los israelíes aliados tradicionales de Washington. Obama también visitó los Territorios Ocupados y una de sus últimas decisiones como presidente de EE UU fue no vetar en la ONU una resolución que condenaba la política de asentamientos israelí.

Clima de tensión

Israel acusa al Gobierno de Abbas de no favorecer un clima de diálogo y de instigar los ataques contra su población. Desde septiembre de 2015, la ola de violencia en las calles ha acabado con la vida de 37 israelíes, 4 extranjeros y más de 250 palestinos. La última, una joven palestina abatida el domingo pasado cerca de la Puerta de Damasco, en plena ciudad antigua de Jerusalén y paso al barrio musulmán, tras intentar apuñalar a un policía israelí.

A este clima de tensión hay que sumar la reciente huelga de hambre iniciada hace ya 20 días por más de 1000 presos palestinos para denunciar el trato que reciben en las cárceles israelíes. Una protesta iniciada a instancias de Marwan Barghouti, el popular líder palestino encarcelado por Israel, condenado en el año 2004 a cinco cadenas perpetuas y al que los medios israelíes mostraban esta semana comiendo a escondidas en su celda una barrita de chocolate de una conocida marca. Sus familiares salieron inmediatamente en su defensa alegando que el vídeo estaba manipulado, según informó la BBC.

Las polémicas imágenes no han hecho más que atizar la guerra psicológica a la que también se sumaron algunos colonos judíos que, unos días después de que los presos se declarasen en huelga de hambre, hicieron una barbacoa frente a la prisión israelí de Ofer, al oeste de Ramala. 

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