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El Capitolio investigará las conexiones de Trump con Rusia tras el despido del director del FBI

El FBI contradice a la Casa Blanca y sostiene ante un comité que las pesquisas son prioritarias

El teniente general Michael Flynn en 2014 cuando dirigía la Agencia de Inteligencia de la Defensa.Vídeo: REUTERS / Quality
Jan Martínez Ahrens

La tormenta avanza en Washington. Tras el despido fulminante del director del FBI, el Senado ha tomado las riendas de la explosiva investigación de la trama rusa. En una demostración de vigor parlamentario, el Comité de Inteligencia ha llamado a declarar a puerta cerrada al caído James Comey y ha exigido al antiguo consejero de Seguridad Nacional, el general Michael Flynn, que entregue todos los documentos que le vinculen con Rusia. Un doble golpe que le recuerda al presidente Donald Trump que la partida sigue abierta.

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Washington repasa estos días su historia. Los fantasmas del pasado se han aliado con los temores del presente. El caso Watergate y el escándalo Irán-Contra, aunque con imprecisión, se han asentado en el vocabulario político. Y los intentos para someter la investigación de la trama rusa a un fiscal especial se multiplican en las filas demócratas.

Todo ello choca con el muro presidencial. Trump, con la defenestración de Comey, ha dejado claro que no está dispuesto a que nadie se cruce en su camino. Pero su poder tiene límites. En un sistema como el estadounidense, la presidencia es fuerte, no omnímoda. Y ahora mismo, pese a la irritación de la Casa Blanca, dos comités parlamentarios tratan de dilucidar si el equipo de campaña del presidente se coordinó en las elecciones con el Kremlin en sus ataques a la demócrata Hillary Clinton.

El futuro de estas pesquisas es incierto. Sin el apoyo decidido del FBI, algunos expertos consideran que no podrán avanzar mucho. Otros indican que todo dependerá de su propia voluntad, algo que, pese a estar en manos de mayorías republicanas, aún no es objeto de sospecha. Prueba de ello es el cerco al teniente general Flynn, un personaje nuclear en esta oscura tramoya.

El antiguo general dirigió entre 2012 y 2014 la Agencia de Inteligencia de la Defensa. Tras ser despedido por su carácter tiránico, se lanzó a tareas de asesoramiento empresarial en el mercado ruso, donde alcanzó tal grado de penetración que llegó a compartir mantel con el presidente Vladímir Putin.

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Trump, un admirador de los militares con experiencia en el campo de batalla, lo enroló como asesor. Islamófobo y disruptivo pronto se hizo un lugar en el círculo íntimo del candidato republicano. Junto con Jeff Sessions, actual fiscal general, y Steve Bannon, estratega jefe, formó el ala más radical de la campaña y tras la victoria recibió el puesto de consejero de Seguridad Nacional. En el cargo, con acceso a los mayores secretos de Estado, sólo duró 24 días. El 13 de febrero tuvo que dimitir al descubrirse que había mentido sobre el contenido de sus reuniones con el embajador ruso en Washington, Serguéi Kislyak.

El Comité de Inteligencia del Senado le quiere someter a una radiografía completa y para ello le reclama la lista de sus posibles bienes en Rusia así como los registros, grabaciones y anotaciones de sus reuniones con funcionarios rusos entre el 16 de junio de 2015, fecha del arranque de la campaña de Trump, hasta la investidura, el pasado 20 de enero.

La requisitoria es de cumplimiento obligado y llega después de que Flynn intentase sin éxito lograr la inmunidad a cambio de declarar. Junto al general han sido citados otros asesores electorales de Trump, como su amigo y consejero en relaciones internacionales Carter Page.

La investigación también ha llamado a declarar para el próximo martes a puerta cerrada a Comey. Su testimonio ante los senadores puede ser clave. En contra de lo manifestado por la Casa Blanca, el director del FBI tenía un “alto predicamento” entre sus agentes y consideraba la investigación rusa como prioritaria, tal y como declaró este jueves ante el comité, su sustituto en funciones, Andrew McCabe, quien también negó cualquier interferencia de Trump en las pesquisas.

Comey, hasta ahora, ha guardado silencio y solo ha trascendido un mensaje a sus subordinados: “Siempre he creído que un presidente puede despedir a un director del FBI por cualquier motivo e incluso sin motivo. No voy a perder el tiempo en ello”. El martes tendrá tiempo para explicarlo.

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Sobre la firma

Jan Martínez Ahrens
Director de EL PAÍS-América. Fue director adjunto en Madrid y corresponsal jefe en EE UU y México. En 2017, el Club de Prensa Internacional le dio el premio al mejor corresponsal. Participó en Wikileaks, Los papeles de Guantánamo y Chinaleaks. Ldo. en Filosofía, máster en Periodismo y PDD por el IESE, fue alumno de García Márquez en FNPI.

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