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Votar a golpe de atasco

Los descomunales embotellamientos entran en campaña por el mal estado de las carreteras y los puentes en Renania del Norte-Westfalia

Imagen de un atasco el pasado invierno en la autopista A3, entre Colonia y Duisburgo.
Imagen de un atasco el pasado invierno en la autopista A3, entre Colonia y Duisburgo. Patrik Stollarz (GETTY)

Son las cinco de la tarde y como cada día de la semana, el atasco no se ha hecho esperar. Kilómetros de coches parados taponan la autovía 59, una de las arterias que cruzan Renania del Norte-Westfalia. Es hora punta; la del regreso a casa después de una jornada de trabajo. En un lateral de autovía, se alza un cartel gigantesco que reza “Acabemos con los atascos. CDU [Unión Cristianodemócrata]”.

Los interminables atascos del estado más poblado de Alemania se han convertido en uno de los temas de la reñida campaña de las elecciones regionales del domingo. Aquí viven 18 millones de personas repartidas en un puñado de ciudades de tamaño medio y sus alrededores: Colonia, Düsseldorf, Essen, Dortmund, Duisburgo, Wuppertal, Leverkusen. ADAC, el Club general del Automóvil alemán, contó el año pasado hasta 218.000 atascos en los que los automovilistas consumieron 124.000 horas en Renania del Norte-Westfalia (NRW, por sus siglas en alemán), el estado con más embotellamientos de toda Alemania.

Los atascos no son nuevos, pero sí se han visto agravados en los últimos tiempos por un rosario de obras, que llegan tarde y que ahora catalizan un hartazgo acumulado durante años. “Empezaron tarde y han hecho muy poco. Hay muchos puentes por los que no pueden pasar los camiones”, asegura Hans-Jürgen Alt, director de la Asociación de empresas de tecnología e ingeniería en NRW. Cuenta que los rodeos que se ven obligados a hacer los camiones son tales, que si hace 15 años tardaban dos días en llegar a La Haya (Holanda), ahora necesitan casi dos semanas. “Es un problema enorme. Conozco empresas que alquilan naves en otras ciudades para montar allí la maquinaria y poder transportarla en piezas separadas que pesan menos y que pueden atravesar los puentes”.

Cruce de caminos

NRW es un cruce de rutas comerciales por las que circulan mercancías desde y hacia puertos europeos del norte (Róterdam, Amberes y Hamburgo). Al tránsito de camiones se le suma el de trabajadores, buena parte de los cuales no vive en la misma ciudad en la que trabaja debido a la creciente movilidad laboral. La buena salud de la economía alemana ha permitido también la compra de más coches con los que atascar las carreteras. Si a la ecuación se le añade el mal estado de las carreteras y los puentes, el resultado es una región en la que los atascos se han convertido en una enfermedad crónica.

El partido socialdemócrata, SPD, en el poder desde hace casi medio siglo —salvo un breve paréntesis de cinco años de CDU—, es consciente de que para muchos ciudadanos ellos son los responsables de que las infraestructuras no hayan sido puestas al día desde hace años. “No es realista prometer a la gente que si te votan se van a acabar los atascos. Sabéis que hemos invertido mucho en puentes y en carreteras en los últimos años”, se desgañitaba el viernes desde un escenario Hannelore Kraft, la primera ministra socialdemócrata de NRW en un mitin electoral en Duisburgo. Algunos asistentes afirmaban con la cabeza; lo saben bien, porque sufren a diario las obras de las que hablaba Kraft.

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