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IVÁN DUQUE | PRECANDIDATO A LAS ELECCIONES PRESIDENCIALES DE 2018

“Me parece simplista centrar las elecciones en Colombia en la corrupción o en las FARC”

El senador del Centro Democrático defiende una "visión integral" de país. Pide "tener mucho cuidado con los extremos" ante los acuerdos de paz

Francesco Manetto
Iván Duque, precandidato del Centro Democrático a las elecciones presidenciales de 2018.
Iván Duque, precandidato del Centro Democrático a las elecciones presidenciales de 2018.Jorge Quintero

Iván Duque (Bogotá, 1976) es senador del Centro Democrático, el partido fundado por el expresidente colombiano Álvaro Uribe, de quien fue asesor. Trabajó como consejero del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en Washington, ha sido profesor universitario y acaba de publicar IndignAcción (Planeta), una reflexión sobre la actualidad de Colombia que busca convertirse una voz de alarma ante “los riesgos del populismo”. Sigue con interés las propuestas del presidente francés electo, Emmanuel Macron, del líder de Ciudadanos, Albert Rivera, y del italiano Matteo Renzi. Hace una semana presentó su precandidatura a las elecciones presidenciales de 2018.

Pregunta. ¿Qué se juega Colombia en las elecciones de 2018?

Respuesta. Las elecciones de 2018 son decisivas, porque Colombia está atravesando por el rumbo equivocado. Tenemos una economía que tiene un crecimiento mediocre, que no está generando los empleos formales a la velocidad que lo necesitamos, que no ha diversificado sus sectores, que es débil en materia de innovación. Ahí tenemos que hacer una recuperación. Tenemos un gran desafío en materia de seguridad, porque se firmó un acuerdo con las FARC lleno de concesiones al terrorismo. Es un proceso débil. Lo que hagamos mal ahí va a ser el resurgimiento del narcotráfico y de un movimiento político que va tener actividades criminales. Y tenemos un desafío enorme en lo social. Nosotros tenemos que apostar por la transformación de un país con más empleos formales y esos empleos formales necesitan una cultura de emprendimiento y una lucha contra la corrupción muy grande. La corrupción hoy está desbordada en Colombia. Nos parece que lo que se juega en 2018 es pasar la página de esos cuatro males.

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P. Hay quienes, también en su partido, parecen querer centrarlo todo en el acuerdo de paz.

R. Me parecen simplistas esos políticos que quieren centrar las elecciones en la corrupción o en las FARC. Creo que hoy los colombianos necesitan una visión integral, más que tratar de llevar las direcciones a un solo tema y cambiar la indignación por populismo. Aquí lo que queremos es pasar de la indignación a la indignacción con propuestas. Me preocupa una cosa. Es que ese simplismo está dejando por fuera a muchos colombianos. Hoy nosotros tenemos que presentar soluciones en salud, en educación, en innovación, en emprendimiento y eso es lo que estamos haciendo.

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P. Acaba de hacer una distinción entre indignación y populismo.

R. Claro, porque Colombia puede ser fácilmente capturable o por el populismo de extrema izquierda o por el populismo de extrema derecha, que lo que está tratando de hacer es exacerbar odio o emociones negativas. Aquí lo que nosotros tenemos que pensar es en una política de verdadero centro que supere esos debates anacrónicos de izquierda y derecha y que se preocupe por políticas de Estado, donde haya equidad, seguridad, emprendimiento, respeto por el medio ambiente. Eso es lo que necesitamos. Porque la indignación es lo que utilizan los populistas muchas veces para generar rechazo. Aquí lo que necesitamos es una política de construir, de generar una propuesta de país en la que todos quepamos.

Colombia puede ser fácilmente capturable por el populismo de extrema izquierda o extrema derecha

P. ¿Algún ejemplo?

R. Yo fui vocero del plebiscito, de la campaña exitosa del no. Yo siempre he creído que si hay una crítica en una mano, en la otra tiene que estar la propuesta. No quedarnos en críticas vacías, ni en discursos de lugares comunes, sino aterrizar las cosas en lo que realmente el país necesita. Por ejemplo, en materia social tenemos que apostarle a un sistema de salud preventivo, necesitamos apostar por una educación del capital humano que vean la educación preescolar como algo importante porque hoy los niños de escasos recursos no tienen ese acceso. No es una política de élites, es una política de contacto directo con la ciudadanía.

P. Hay quien considera las próximas elecciones una segunda vuelta del plebiscito sobre los acuerdos de paz. ¿Está de acuerdo?

R. Hay personas que dicen ‘hagamos una gran coalición del no’, y a mí lo que me parece es que uno no puede convertir las coaliciones en cercas, donde solamente pueden entrar los que dijeron no. Al contrario, hay que hacer una coalición, pero una coalición supremamente amplia donde entren todos los sectores que se identifiquen y quieran construir esta visión de país. Puede haber algo que nos diferencie, que es una postura sobre una mala negociación, pero puede haber muchísimas más cosas que nos unen, en materia social, en materia de educación, en materia de salud, innovación social, desarrollo urbano, política ambiental. Hay que pensar una coalición, pero nosotros no vamos a hacer una coalición del no, tendremos que ser una coalición del sí por el cambio y que sea suficientemente amplia para que todos los sectores que se identifiquen con nuestra visión de país puedan caber.

P. ¿Qué haría con los acuerdos? Fernando Londoño, exministro, habló de “hacer trizas” el acuerdo de paz.

R. Aquí hay una discusión sobre si se trata de mantenerlo todo o hacerlo trizas y yo creo que hay que tener mucho cuidado con los extremos. Claramente, todo lo que sea humanitario para garantizar la desmovilización, el desarme y la reinserción de la base guerrillera debe mantenerse, sobre la base de que no haya ninguna reincidencia. Pero hay que desmontar cosas muy peligrosas que están en los acuerdos. El primer día de posesión como presidente presentaría una reforma constitucional para que el narcotráfico no sea un delito amnistiable. Segundo, se ha cometido un error muy grave al decir que la sustitución y erradicación de cultivos ilícitos va a ser voluntaria. Eso genera un incentivo perverso para sembrar y después negociar el desmonte. Tiene que ser obligatorio. Tercero, armas y dinero que se encuentren escondidos y que no hayan sido puestos para la recuperación de las víctimas, supondrán un delito nuevo y les caerá todo el peso de la ley a los máximos responsables de esa organización, entiéndase los cabecillas.

Hay que hacer una coalición amplia donde entren todos los que se identifiquen con nuestra visión

P. ¿Y con respecto a la Justicia Especial para la Paz?

R. Está llena de fisuras de impunidad para las FARC, de homologaciones de las FARC con las fuerzas militares, y tienen unas ambigüedades tan grandes como que esa justicia puede hacer calificaciones jurídicas propias, es decir, crear delitos, y no exige la participación obligatoria de la Procuraduría.

P. ¿Hacia dónde cree que va la negociación con el ELN?

R. El ELN tiene el mal espejo de lo que ocurrió con las FARC. Y no va a pedir menos de lo que se le dio a las FARC, eso es una demostración más de premiar al criminal y al terrorismo. Al ELN le diría lo siguiente: si usted quiere realmente la paz, quiere realmente desmovilizarse, desarmarse y reinsertarse debe primero concentrarse, suspender las actividades criminales y estar dispuesto a entrar en un proceso de desmovilización, desarme y reinserción donde puede haber reducciones sustanciales de la pena, mas no la ausencia de una pena efectiva para los máximos responsables. Si el ELN pretende hacer terrorismo mientras está sentado en la mesa, como presidente de los colombianos a eso no le voy a jugar y les diría que las puertas están abiertas sobre la base de la concentración y la cesación de las actividades criminales o de lo contrario tendrán el peso de toda la capacidad ofensiva y disuasiva de la fuerza pública. Es decir, o hacen esto a las buenas o lo tendrán que hacer por la presión de la fuerza pública.

P. ¿Qué peso tendrá en las elecciones de 2018 la figura de Uribe?

R. Es una persona querida por los colombianos, dejó una gran herencia en el país. Tratar de mantener vivo ese legado y las cosas importantes de ese legado yo creo que es fundamental en la estructura de nuestro partido y lo que nosotros queremos para la sociedad colombiana. Y obviamente edificar sobre ese legado, yo siempre he creído en la frase de Isaac Newton de 'Construir sobre hombros de gigantes', y el deber nuestro es modernizar muchos de los puntos de esa visión, de esos conceptos de la inversión, de la equidad, de la seguridad, ajustarlos a lo que el país necesita hoy. Su influencia va a ser importante y positiva y necesaria para el país. Una persona que gobernó ocho años y gobernó bien yo creo que se ha merecido un lugar en la historia para hacer un aporte permanente a la realidad del país.

P. ¿Cómo va a influir en los procesos internos de su partido?

Un presidente colombiano no puede ser indiferente

R. He tenido la oportunidad de trabajar con él en sus ocho años como representante en el BID, fui su asesor en Naciones Unidas, tuve la posibilidad de acompañarle en su cátedra en Georgetown. Lo conozco bien y, primero, sé su imparcialidad en cuanto a los procesos internos, pero, segundo, yo tengo una gran obsesión, y es que nuestro partido pueda escoger su candidato a través de un proceso democrático, participativo y transparente, que sea una consulta abierta. Soy enemigo de las convenciones para elegir candidato, me parecen siempre acuerdos de camarillas o de élites y de partido.

P. ¿Es el favorito de Uribe?

R. Yo nunca cargo con ese tipo de asuntos en la cabeza. Trabajo intensamente, con humildad, para ganarme el respeto, el cariño y la confianza del expresidente Uribe, de los miembros de mi partido y por supuesto de la ciudadanía, de manera que yo nunca hago política pensando que alguien me va a dar un dedazo. Sí tengo una relación de cercanía, de amistad, de aprecio y de respeto, pero como digo yo me quiero ganar eso con mi trabajo.

P. ¿Está justificada en Colombia la indignación por la corrupción y el caso Odebrecht?

R. Sin duda. Ahora, yo creo que Odebrecht no es solamente Odebrecht. Es un escándalo monumental, pero evidencia esa mala relación de los que pecan por la paga y se pagan por pecar. Presenté una denuncia ante la superintendencia de industria y comercio el 23 de enero, mostrando cómo comprando funcionarios estaban rompiendo el régimen de competencia. El espejo de Odebrecht debe servirnos para que tengamos unas cosas muy claras en el país. Empresa que corrompa funcionario, la empresa, sus dueños y sus gestores de por vida no podrán contratar con el Estado. Segundo, funcionario que reciban coimas, nunca más podrán volver a pasar por la administración pública el resto de su vida.

P. A usted también le pidieron explicaciones por Odebrecht.

R. He tenido una vida pública y laboral bastante transparente. Nunca he gestionado intereses de empresas ante el Estado, nunca he tenido empleadores con intereses ante el Estado en Colombia. Yo no he hecho ninguna gestión corporativa. En la campaña presidencial de nuestro partido en 2014 no tuve ninguna vinculación laboral ni tampoco ninguna responsabilidad administrativa, no gestioné ni contratos ni recursos ni nada que se le parezca. Cumplí una tarea que fue elaborar un plan de Gobierno y nunca me ha temblado el pulso para decirle a Odebrecht lo que pienso. Como no tengo rabo de paja me puedo arrimar a la candela.

P. Esta semana dijo que demandará a Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, ante la Corte Penal Internacional. ¿Qué relación mantendría con su Gobierno?

R. Siempre he creído que cuando la diplomacia se ejerce sin principios se vuelve hipocresía o inclusive se puede volver complicidad. Nosotros tenemos una política exterior histórica de respeto por la libre determinación de los pueblos, pero nunca podemos quedar en la indiferencia. Un presidente colombiano no puede ser indiferente. Si yo soy un vecino y el señor de la casa de al lado está pegándole a la esposa todos los días, tiene a los niños amarrados en un cuarto y no les da comida y yo estoy viendo eso y simplemente mantengo las buenas formas del saludo halagüeño en la mañana me parece que es terrible. Qué espero: primero agotar todos los canales diplomáticos y al mismo tiempo obrar en los canales multilaterales. Si no hay una respuesta efectiva hay que llevarle ese mensaje claramente al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, hay que llevarlo a la OEA y también lo voy a decir de una vez. Si Unasur quiere seguir siendo el cómplice de Nicolás Maduro, retiro a Colombia de Unasur.

P. ¿Y cuál sería su relación con Trump?

Hay personas que me han tachado para deslegitimarme de comunista, de socialista

R. EE UU ha sido un gran aliado de Colombia y Colombia de EE UU, y una de las cosas interesantes es que Colombia siempre ha tenido un enorme respaldo bipartidista y esperaría que esa cooperación se mantenga y esperaría que con el presidente Trump podamos mantener una agenda que esté asociada primero a seguir manteniendo la lucha contra el narcotráfico, en la cooperación de EE UU me parece supremamente importante fortalecer los canales de comercio. Hay que buscar que EE UU se involucre en la agenda como una gran bisagra, como el gran inspirador para la región.

P. ¿Cuál es su plan contra el narcotráfico?

R. Por muchos años vimos la droga como un gran drama que salía del país y se iba a producir daño a otros lugares. Hoy, con el aumento del ingreso per cápita, nos damos cuenta de que el consumo de droga en Colombia es alarmante. Cuando la drogadicción llega a una familia de altos recursos, es una tragedia pero tienen mecanismos para enfrentarlos. Cuando llega a una familia de bajos recursos puede ser la tragedia eterna. Lo que hay que hacer es una campaña de pedagogía. Segundo, tenemos que enfrentar los cultivos ilícitos con erradicación obligatoria. Tenemos que desmontar todos los carteles que hay en el país y una buena política pública en materia de atención al drogadicto.

P. Antes ha dicho que le gustaría ir más allá de la dicotomía izquierda/derecha. ¿Tiene referentes políticos?

R. Me parecen interesantes muchas figuras de la política. En España, me parece interesante la propuesta generacional de Albert Rivera, me parece que hay entidad en muchas cosas. Me ha parecido interesante la propuesta en el contexto francés de Emmanuel Macron, donde fortalece el centro, donde supera esa eterna discusión del PS con la derecha y está construyendo una propuesta de centro que reivindica la seguridad, los valores sociales, la política de Estado en materia social, pero siempre está pensando cómo va a ser Francia más sólida hacia el futuro y sobre todo hablando a las nuevas generaciones. Me parece que Matteo Renzi en Italia hizo un gran proceso de construcción de liderazgo, también llamando a grandes reformas del ambiente político, convocó una reforma, la perdió, tomó la decisión gallarda de renunciar pero hoy lo más seguro es que vuelva y vuelva con más fortaleza para seguir con esa idea, renovar la política. Lo que ha pasado en Canadá con Justin Trudeau es interesante, aunque tengo con él algunas diferencias. Veo liderazgos importantes. El mundo está viendo ese cambio generacional. En América Latina se va a empezar a dar cada vez con mayor fuerza. Uno ya lo ve en Perú y con el sector que apoyó a Mauricio Macri en la Argentina. No soy idólatra.

P. ¿Afronta realmente Colombia el riesgo del populismo?

R. Sí. Colombia ya tuvo experiencias de populismo, lo tuvo en la alcaldía de Bogotá hace unos años. Llegan personas a generar la lucha de clases, el odio entre clases, la satanización del sector privado, el discurso que es pan para hoy y hambre para mañana. También hay algunos sectores de la izquierda que se han convertido en una oposición hirsuta, y también hay en la extrema derecha, un discurso de destrucción. Destruir, destruir, destruir y caemos en ese factor del populismo tan peligroso que es el adanismo. Uno no puede hacer política con sectarismo y la ciudadanía merece un discurso incluyente.

P. ¿Teme la competencia interna en la carrera presidencial?

R. A la política ha llegado la posverdad. Hay personas que me han tachado para deslegitimarme de comunista, de socialista, dicen que soy un infiltrado. A esas cosas siempre respondo con trabajo. Por lo menos dentro del uribismo tengo la inmensa tranquilidad de tener una afinidad con los postulados del presidente Uribe. Prefiero perder haciendo una política de altura, de ideas, de propuestas, que ganar con trampas.

P. ¿Viviría en la Casa de Nariño, sede de la Presidencia?

R. Primero, no estoy seguro de si viviría en la casa de Nariño. Soy una persona de familia, no sé si tendría esa capacidad. Pero, ¿cómo desearía que fuera ese primer día? Que haya un gran sentido de trabajo en equipo, que haya un gabinete pensado para cuatro años, no de ministros que van cambiando como vasos desechables. Y ese primer día quisiera arrancarlo visitando una de las regiones de Colombia muy temprano y a partir de ahí empezar. Devolver la confianza a los ciudadanos.

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Francesco Manetto
Es editor de EL PAÍS América. Empezó a trabajar en EL PAÍS en 2006 tras cursar el Máster de Periodismo del diario. En Madrid se ha ocupado principalmente de información política y, como corresponsal en la Región Andina, se ha centrado en el posconflicto colombiano y en la crisis venezolana.

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