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BEATRIZ SÁNCHEZ | Candidata del Frente Amplio a la presidencia de Chile

“No estamos solamente en un proyecto contestatario”

La abanderada de Frente Amplio, una coalición de 12 partidos y movimientos sociales, se sitúa tercera en las encuestas

Rocío Montes
La candidata presidencial chilena Beatriz Sánchez.
La candidata presidencial chilena Beatriz Sánchez.SEBASTIÁN UTRERAS

La periodista Beatriz Sánchez (Viña del Mar, 1970) anunció su candidatura a fines de marzo y en menos de dos meses se ha instalado como tercera en las encuestas, con miras a las presidenciales de noviembre en Chile. Después del expresidente de derecha Sebastián Piñera y del candidato oficialista Alejandro Guillier, que obtienen un 24% y 15% de la intención de voto, respectivamente, la abanderada del Frente Amplio alcanza un 9%. Aunque todavía debe medirse en las primarias de julio programadas por su coalición, nacida en febrero, su irrupción en el tablero político chileno es observada con atención por los ciudadanos. "Queremos constituirnos como una alternativa real de Gobierno en Chile, un país que está acostumbrado a dos conglomerados grandes que finalmente entran a un equilibrio de poder permanente. Nosotros queremos romper con ese equilibrio".

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Pregunta. ¿En qué se parece el Frente Amplio a Podemos?

Respuesta. Creo que el Frente Amplio es un proyecto muy chileno. De hecho, la inspiración más cerca que tenemos es el proceso uruguayo: un conglomerado bien diverso y que se abre a los movimientos sociales.

P. ¿Qué le pasa a Chile? ¿Por qué se percibe tanta frustración con el modelo?

R. El modelo chileno ha fracasado porque lo que se ha ido concentrando no solamente es el poder económico, sino también el poder político. Los ciudadanos sienten que la política se hace totalmente aparte de ellos.

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P. ¿Por qué Chile no puede tener pensiones públicas, como reclaman los ciudadanos?

R. Vivimos en un país en donde toda nuestra vida está mercantilizada, todo es una transacción económica: la salud, la educación, las pensiones. Si tienes a un millón de personas marchando, pero desde hace años sabías que las pensiones que se estaban pagando son muy bajas, bajo el salario mínimo, ¿cómo es que no hay reacción de los dirigentes? Es la demostración perfecta de que hay un problema de un modelo económico, pero también que no hay ninguna decisión política hoy día para cambiarlo.

P. Michelle Bachelet llegó al poder esta segunda vez con la promesa de hacer reformas estructurales. Sin embargo, ya no tiene el respaldo ciudadano que tenía en un comienzo. ¿Los chilenos no querían tales cambios?

R. Las movilizaciones estudiantiles de 2011 no solamente instalaron la demanda por una educación de calidad, sino que permitieron abrir una discusión más grande con respecto al modelo en que estábamos viviendo. El rechazo al Gobierno de Bachelet está compuesto de dos sectores: personas que no quieren cambios por distintos motivos —por asuntos ideológicos—, y personas a las que no le gustaron las reformas porque finalmente no se llegó al objetivo, no fueron cambios estructurales. En ese segundo grupo me incluyo. La oposición a las reformas no estaba solamente en Chile Vamos [derecha], sino que estaban en la propia Nueva Mayoría [oficialismo].

El Gobierno de Bachelet fracasó en lo que pretendió hacer

P. Se sabe bien a lo que el Frente Amplio se opone, pero, ¿qué propone?

R. Buscamos que haya mayor participación y una mirada distinta de la democracia. Hoy día hablamos de un Chile democrático, pero, ¿qué tan democrático es Chile si básicamente las discusiones las lleva adelante la elite económica y política? Un segundo pilar es un modelo de desarrollo distinto: agregar tecnología, innovación, la existencia de un Estado emprendedor. Y el tercero tiene que ver con volver a ser un país con derechos sociales garantizados en áreas sensibles: educación, salud, vivienda, pensiones, como pasa en buena parte del mundo.

P. ¿Qué juicio histórico tiene del Gobierno de la Unidad Popular de Salvador Allende?

R. Fue un proyecto que buscaba, por una vía democrática, instalar un Gobierno de muchos y no de poquitos y eso es bien inspirador.

P. ¿En qué se diferencia el Frente Amplio de la Nueva Mayoría, que agrupa desde los democristianos hasta los comunistas?

R. A través de sus dirigencias la Nueva Mayoría se acostumbró a un modelo, se habituó y se conforma con poner pequeñas vigilancias para evitar el abuso extremo, pero no plantea que deberíamos cambiar el modelo en que estamos viviendo y eso es lo que quiere el Frente Amplio: un cambio. Este Gobierno de Bachelet fracasó en lo que pretendió hacer.

P. Usted es de la generación que alcanzó a vivir en dictadura. ¿Qué logros le reconoce a la centroizquierda tradicional en la recuperación de la democracia y la transición?

R. Un logro que es muy importante: haber recuperado la democracia a través de una vía de acuerdos. Me parece que eso es algo bien notable de nuestra propia historia.

El oficialismo renunció a hacer cambios y nosotros aspiramos a hacerlos

P. ¿El Frente Amplio y sus dirigentes pretenden jubilar a esa generación de la transición a la democracia?

R. No sé si nuestra vocación es sacar a alguien de la política. Pero creo que hay ciclos que marcan principios y fines. El oficialismo renunció a hacer cambios y nosotros aspiramos a hacerlos. Es un espacio que la coalición la Nueva Mayoría abandonó.

P. Guillier, el candidato de centroizquierda, cuestionó la gobernabilidad que puede tener el Frente Amplio. ¿Cómo y con quién gobernaría usted y su coalición?

R. Nos podrán decir que somos más nuevos y que esta es una aventura electoral, pero yo les respondo: no hay aventura, no se nota que somos nuevos, somos muy capaces de trabajar, de entrar a la institucionalidad y de ser responsables en cumplir las metas que nos proponemos, a diferencia de los otros conglomerados.

P. ¿No cree que les juegue en contra la inexperiencia?

R. Nosotros nos propusimos cumplir con la institucionalidad y aquí estamos.

P. Ocupar el poder siempre es ceder, cambiar, ser pragmático. ¿Cree que una coalición como el Frente Amplio sea capaz de hacerlo sin que le juegue en contra?

R. Nosotros no rechazamos los acuerdos. No rechazamos la discusión, porque es parte inherente de la política. El problema es que hoy día la discusión y los acuerdos se realizan en una cúpula, son de una elite. Nosotros creemos en la discusión, pero con la ciudadanía. Creemos en un diálogo permanente. Eso es la democracia. No estamos solamente en un proyecto contestatario, sino que lo que queremos es ampliar los márgenes de la democracia.

P. ¿Qué tipo de izquierda la identifica?

R. Me defino como de izquierda, pero de izquierda muy democrática. Creo absolutamente en la discusión para llegar a acuerdos. Creo que es la única vía democrática para hacer los cambios que queremos hacer. Pero insisto, los acuerdos con todos.

P. ¿Cómo explica su irrupción en las encuestas?

R. Yo creo que tiene algo tiene que ver que sea un rostro más bien conocido, pero tampoco era un rostro tan conocido: trabajaba en noticias, lo hice un canal pequeñito. Vamos creciendo sobre todo porque lo que estamos diciendo que le hace sentido a las personas.

P. Usted se ha declarado a favor del aborto libre... ¿Lo cree posible en un país como Chile donde está penalizado en todos los casos?

R. Lo creo posible. Lo creo absolutamente posible. Si va a ser durante mi Gobierno me encantaría decir que sí, pero entiendo que es un tema a conversar. Yo creo en el aborto como un derecho de la mujer. Creo en la despenalización completa del aborto y creo además en un sistema sanitario que garantice el aborto en las mejores condiciones posibles a todas las mujeres. En eso creo absolutamente y me gustaría poder impulsarlo.

P. ¿Cómo cree que será recordado el Gobierno de Bachelet?

R. Para mí es una interrogante pensar en cómo será recordado. Pero creo que nació como un Gobierno con muy buenas intenciones y terminó con un Gobierno muy mal ejecutado.

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Sobre la firma

Rocío Montes
Es jefa de información de EL PAÍS en Chile. Empezó a trabajar en 2011 como corresponsal en Santiago. Especializada en información política, es coautora del libro 'La historia oculta de la década socialista', sobre los gobiernos de Ricardo Lagos y Michelle Bachelet. La Academia Chilena de la Lengua la ha premiado por su buen uso del castellano.

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