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Lenín Moreno ultima los nombres de un Gobierno que tiende la mano al diálogo

El sábado se oficializará la lista con pocas caras repetidas y un ajuste en el número de ministerios

El presidente electo ecuatoriano Lenín Moreno.
El presidente electo ecuatoriano Lenín Moreno.REUTERS

La única persona en Ecuador que ha tenido estos días una verdadera lista de nombres elaborada por encargo del presidente electo Lenín Moreno ha sido el responsable, vestido con traje negro, de controlar el acceso y la asistencia a un taller convocado el miércoles en la sede de campaña de Alianza PAÍS, al norte de Quito.

Sin ser la oficial, es un secreto a voces en el país que esa lista contiene los 51 nombres de funcionarios, exasambleístas y personal de confianza de Moreno que formarán parte de su Gobierno a partir del 24 de mayo. Algunos ya lo han confirmado en privado. El presidente electo, en cambio, no ha cedido a las prisas por dar a conocer los detalles. Solo le ha puesto fecha de caducidad a la incógnita. “Ya recibirán el informe a su debido tiempo… Este fin de semana”, ha dicho Lenín Moreno a la prensa local. Será este sábado.

Entre los potenciales ministros y cargos de designación hay muchas caras nuevas, como Carlos de la Torre en Finanzas o Eva García en Industrias; pocos reelegidos, como César Navas en Interior o Richard Espinosa en la Seguridad Social, y algunos viejos conocidos de la autodenominada Revolución Ciudadana de Rafael Correa, como María Fernanda Espinosa en Relaciones Exteriores y Virgilio Hernández de consejero presidencial de Hábitat (cargo nuevo).

Para desmarcarse de su predecesor y como guiño a los reclamos más repetidos entre la oposición y los ciudadanos críticos, Moreno ha decidido prescindir de la Secretaría del Buen Vivir y también de los ministerios coordinadores que, como defendió el presidente saliente, dirigen y articulan las funciones de varios ministerios de ramas afines. Tenían un presupuesto de 25,6 millones de dólares hasta marzo y 754 funcionarios como personal.

Correa, entre tanto, apura los últimos días que le quedan con la banda presidencial en actos públicos, homenajes, inauguraciones y enviando a la nueva Asamblea, recién estrenada, reformas legislativas de última hora. Su despedida oficial y su última sabatina -el programa de televisión en el que cada sábado da cuenta de su gestión durante horas- serán también el sábado.

Cuatro días después, el jueves, Lenín Moreno tomará el relevo generacional de los verdeflex -el color que identifica a Alianza PAÍS- con un ambiente mucho menos crispado que en el periodo electoral y postelectoral. Proclamado como presidente electo y acallados los cuestionamientos sobre el recuento de votos, Moreno pronunció hace semanas la palabra mágica que le ha hecho valedor de la tregua de la oposición: diálogo. Ha dicho y repetido -y lo mismo han replicado sus nuevos asambleístas- que tenderá la mano a las voces discrepantes y que impregnará las decisiones gubernamentales de un talante más conciliador que el de Correa. Los partidos de la oposición han decidido, en respuesta, concederle un periodo de gracia.

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El paréntesis ha llegado incluso desde los grandes derrotados. Aunque con matices: “Ecuador requiere una tregua de malas decisiones y abusos correístas, por el bien de los ciudadanos”, comentó ante los medios el presidente de CREO, César Monge. Su ex candidato presidencial, Guillermo Lasso, ha estado ausente en las últimas semanas para tomarse un descanso y ahora vuelve al trabajo, con la complicada tarea de encontrar un nuevo rumbo a la coalición con SUMA, como oposición y con una creciente división de criterios dentro del partido.

Será en la Asamblea donde el partido conservador intente desplegar algunas de sus propuestas de campaña. Aunque lo tendrá complicado. El cuerpo legislativo, que tomó posesión el sábado pasado y nombró como presidente a uno de los hombres duros del Gobierno saliente, el exministro de Interior, José Serrano, también arrancó sus primeras sesiones con una llamada al diálogo. Pero esto no se ha reflejado en el reparto de responsabilidades.

De las 13 comisiones permanentes, incluyendo la de Fiscalización -en la que se dirimen los asuntos de control y vigilancia al Gobierno-, 12 quedaron en manos del bloque de Alianza PAÍS. El grupo de oposición de CREO-SUMA, pese a ser la segunda fuerza con más escaños, solo consiguió presidir la de Participación Ciudadana y Control Social, una de las menos apetecidas. El reparto de labores terminó de concretarse y se formalizó el jueves, pero los asambleístas llevaban varios días de negociaciones donde, finalmente, Alianza PAÍS hizo valer el peso de su renovada mayoría absoluta.

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