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HANAN ASHRAWI / Diputada y dirigente histórica palestina

“Los palestinos fuimos muy ingenuos. Tras la Conferencia de Paz de Madrid quedamos abandonados”

"Medio siglo después la situación es insostenible. Israel ha logrado destruir toda oportunidad para la paz”

Juan Carlos Sanz
Hanan Ashrawi, miembro de la OLP, en diciembre de 2014 en Ramala.
Hanan Ashrawi, miembro de la OLP, en diciembre de 2014 en Ramala. Issam Rimawi/Anadolu Agency (Getty Images)

Toda su vida adulta ha estado marcada por la ocupación israelí. Con 19 años, la guerra de los Seis Días forzó su exilio hasta una universidad de Estados Unidos. Tardó seis años en poder regresar a Cisjordania. La cristiana Hanan Ashrawi (Nablus, 1946), profesora de Lengua y Literatura Inglesa en la Universidad de Bizreit, pronto se sumó al movimiento de la sociedad que desencadenó la Primera Intifada, la revuelta de las piedras contra los carros de combate. Exministra, diputada, dirigente nacionalista de la primera hora, en vísperas de la Conferencia de Paz de Madrid de 1991 declaraba a EL PAÍS que confiaba en que los palestinos iban a tener un Estado “en unos pocos años”.

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“Tenía mucha confianza entonces”, recuerda en su oficina de la sede central de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) en Ramala. “Habíamos realizado un compromiso histórico. Reconocer a Israel en el 78% del territorio de la Palestina histórica (mandato británico). Buscábamos la paz mediante la negociación de un acuerdo político. Para mí era una oportunidad global, a pesar del enorme sacrificio que hacíamos”.

“Nosotros no somos perfectos. El problema es la ocupación en sí misma, que se manifiesta en un uso desproporcionado de la fuerza y en la ausencia de responsabilidad por parte de Israel, que goza de impunidad e inmunidad, sin tener que rendir cuentas ante el mundo. No hay voluntad de exigirle responsabilidad. Tiene un trato preferente, una relación especial, alianzas… todo esto ha llevado a una agresión sin control y a la victimización palestina. No es una situación normal”.

—¿Es un statu quo perpetuo?

— “Tiene su propia dinámica. No es estático. Nunca lo ha sido. Progresa, implosiona, estalla, sufre regresiones… Pero no se puede mantener: es insostenible. Israel ha logrado destruir la solución de los dos Estados y toda oportunidad para la paz”.

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Sostiene que después de la Conferencia de Madrid se produjo una división de funciones entre Estados Unidos, que toma las decisiones políticas, y Europa, que se limita a ofrecer apoyo económico.“El problema es que Europa no puede hacer nada al margen de los parámetros establecidos por EE UU. Es un paradigma anómalo. Europa paga la construcción de un Estado mientras EE UU mantiene todo el control de forma unilateral, siempre en favor de Israel. Europa proclama su firme compromiso con los derechos humanos, pero en lo que concierne a Israel ha fracasado.

“Lo provisional ha acabado siendo permanente, sin que se haya derivado ninguna responsabilidad para Israel”

Miembro del Comité Ejecutivo de la OLP y responsable de Cultura, Hanan Ashrawi lamenta que después de haber adoptado directrices (etiquetado obligatorio de su origen) sobre las importaciones procedentes de los asentamientos en territorio ocupado la UE no las aplica. “Se ha tardado 50 años en acordar las directrices, pero varios países consideran que no les afectan. Incluso castigan a sus propios ciudadanos si deciden ejercer el derecho a ser consumidores o inversores éticos, violando los derechos democráticos su propio pueblo”, argumenta en alusión a la campaña de Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS) a Israel.

— Usted cuestionó los Acuerdos de Oslo en 1993.

— “Y lo sigo haciendo. Rechacé participar en la negociaciones. Se trata de un acuerdo peligroso, en el que se posponen las cuestiones centrales, el núcleo del conflicto, sin ningún compromiso ni garantías. Israel tiene las manos libres y ha consolidado su control en todos los aspectos: Jerusalén, asentamientos, fronteras, seguridad…”, justifica su rechazo. “Lo provisional ha acabado siendo permanente, sin que se haya derivado ninguna responsabilidad para Israel. Es un acuerdo sin árbitros… Al final solo ha sido un modo de ganar tiempo para que Israel siga construyendo más colonias, para apropiarse de más territorios. Somos un pueblo bajo ocupación negociando con el ocupante sin aplicar la ley internacional, de manera que el más fuerte prevalece ante la asimetría y la falta de equilibrio de poder”.

— Pese a su rechazo a Oslo, usted formó parte del Gobierno creado por el presidente Yasir Arafat.

—“No me pasé a la oposición. Creo que hay que actuar políticamente para mejorar las condiciones del pueblo palestino. Trabajé dentro del sistema, creé tres organizaciones de la sociedad civil. Fui ministra de Enseñanza Superior durante un tiempo, pero me negué a seguir en el puesto…".

Ashrawi es diputada por la lista Tercera Vía, al margen de la hegemonía histórica de Fatah. Su defensa del Estado de derecho, los derechos humanos, las libertades fundamentales… de un sistema sustentado en la meritocracia, la transparencia y la eficiencia la acabó alejando de los centros de poder palestinos. Declinó la oferta de convertirse en portavoz de la Liga Árabe. “No es un puesto para gente sincera”, admite.

Hay que tener iniciativas, aplicar nuestra propia agenda. Pero antes tenemos que trabajar para lograr reformas internas, para reforzar nuestras relaciones con Europa”

Con la franqueza que ha caracterizado su trayectoria, considera que “la solución de los dos Estados está moribunda después de tanto robo de tierras, tantos asentamientos, tantos colonos…”. “Ahora nos sentimos decepcionados por el fracaso de nuestras ilusiones en la Conferencia de Madrid. Fuimos muy ingenuos. Creímos percibir un sentido de la justicia, el reconocimiento de que éramos las víctimas. Por eso nos sentamos ante nuestro opresor y dijimos que queríamos hacer la paz. Desgraciadamente, fuimos abandonados por completo. Nos ha faltado la protección de la ley internacional, y a los israelíes, el acatamiento a la ley internacional”.

Advierte de que una “solución regional”, la iniciativa de paz árabe, puede acabar destruyendo la esperanza de que el pueblo palestino recobre sus derechos. “Eso es lo que Israel quiere. Hacer la paz con los llamados países árabes suníes moderados, normalizar su relación, y convertir la cuestión palestina en un asunto interno israelí. Es una garantía de que no habrá nunca una solución. Israel solo recibe pagos por adelantado. Lo toma todo y luego no hace nada”.

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— El presidente Mahmud Abbas parece defender esa vía que usted cuestiona. ¿Es muy arriesgado?

— “Negociar aquí siente ha sido peligroso. Y ahora más con el Gobierno más extremista, racista y militarista en la historia de Israel. Con una Administración estadounidense impredecible. Con Europa dividida. Con el mundo árabe sumido en guerras entre países interpuestos, bajo la artificial polarización del conflicto entre suníes y chiíes. Hay que actuar con sumo cuidado. Los tiempos no corren en favor de los intereses palestinos.

— Los palestinos se enfrentan además a la división política

—“La situación interna es muy mala, a causa de factores externos que pesan sobre los asuntos domésticos. Esta división ha debilitado al conjunto del frente político palestino. La única solución es convocar elecciones a todos los niveles institucionales, y al margen de las interferencias que produce la ocupación. Todo el sistema necesita revitalización y legitimación”. Ashrawi señala hacia un paisaje político sin comicios presidenciales desde 2004, ni legislativos desde 2006, con unas elecciones locales que se acaban de celebrar en Cisjordania, pero no en Gaza… un entorno marcado por las sombras de corrupción y el desapego ciudadano hacia líderes envejecidos".

Relegada de la escena internacional por la “primavera árabe” —y sobre todo por carnicería de la guerra en Siria—, la cuestión palestina trata de reemerger ante las señales que envía Washington.

— ¿Se ve algo de luz al final del túnel?

— Hay que tener iniciativas, aplicar nuestra propia agenda. Pero antes tenemos que trabajar para lograr reformas internas, para reforzar nuestras relaciones con Europa —y también con EE UU…– con los movimientos internacionales de solidaridad, incluido el BDS. No debemos limitarnos a esperar un deus ex machina que nos salve.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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