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FILIPPO GRANDI | Alto comisionado de ACNUR

“Respetar la ley de refugiados no implica una catástrofe electoral. Mire a Macron”

El italiano que dirige desde 2016 la Agencia de la ONU para los Refugiados recalca que "el origen de las crisis de refugiados es político y la solución, también”

El alto comisionado de Acnur, Filippo Grandi, este miércoles en Madrid.
El alto comisionado de Acnur, Filippo Grandi, este miércoles en Madrid. Carlos Rosillo

En los tres meses anteriores a que Filippo Grandi se estrenara, en enero de 2016, como alto comisionado de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), Europa vio llegar a sus costas a medio millón de personas que en su mayoría huía de guerras o persecución. Estaban aquí, tocando la puerta. Grandi (Milán, 1957), un optimista, explica durante una visita a Madrid la hercúlea tarea de convencer a los Estados de que asuman su parte. Con formación de historiador y tras toda una vida en ACNUR, lo afronta con la ley en la mano y pragmatismo.

Pregunta. ¿Por qué aceptó? ¿Era un ascenso, un desafío?

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Respuesta. No sé si es un ascenso. Empecé como voluntario en Tailandia, en 1984, y desde entonces he estado en la mayoría de las crisis de refugiados. Cuando me entrevistaron para el puesto, dije: “Quizá es hora de que este empleo lo desempeñe alguien que no venga de la política”. Creo que la cuestión de los refugiados está demasiado politizada. Es un asunto de derechos, de personas que lo han perdido todo. A veces los vemos como amenazas. No soy naif. Sé que las crisis de refugiados son políticas en sus orígenes y deben ser abordadas con acciones políticas.

P. La UE estaba noqueada, se decía desbordada. ¿Fue un problema de gestión, de incapacidad, de falta de voluntad política?

R. Probablemente una mezcla. Hubo timidez política de muchos Gobiernos mezclada con un fracaso organizativo. No hubo coraje de los Veintiocho para trabajar juntos. ¿Cómo puede Europa, un continente de países relativamente pequeños, no tener un mecanismo común para afrontar un flujo que es demasiado para cualquier Estado y que solo puede ser abordado eficazmente con recursos conjuntos, incluida la seguridad? Si la reubicación hubiera funcionado desde el principio, este problema sería más fácil de gestionar y menos dramático.

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P. Los países de la UE acordaron repartirse 160.000 de los llegados a Grecia e Italia, pero no cumplen. La Comisión acaba de expedientar a Hungría, Polonia y República Checa por romper su compromiso de aceptar refugiados. ¿Es suficiente?

R. Si ofrece soluciones a gente que está en dificultades, nunca es tarde. De esto he hablado aquí porque España solo ha cumplido una parte de su compromiso pero me han asegurado, incluso el ministro del Interior, que van a acelerar todo lo que puedan. Las normas de la UE son suyas, no de la ONU. Nosotros no obligamos a nadie a recibir refugiados. Pero tienen que cumplir sus propias normas. No creo que sea tarde para promover la reubicación porque puede volver a pasar. La UE decidió normas para la reubicación muy restrictivas (solo para sirios, iraquíes y eritreos) y eso ha complicado la implementación. ¿Qué pasa si eres un LGTB? Hay que ir caso por caso. Usar la nacionalidad como el principal criterio es peligroso. Y debemos convencer a todos los países europeos de que hagan su parte.

P. ¿Cómo? ¿Seducirlos, castigarlos?

R. No soy una organización sancionadora porque no tengo ningún medio para sancionar a nadie. Los instrumentos de que dispongo son morales y negociadores.

P. ¿Ve el derecho al asilo en peligro?

R. Sí, lo está porque los Gobiernos, incluso los moderados, se han vuelto miedosos, tímidos frente a la opinión pública. Pero mire lo que ha ocurrido en Francia. La agenda del presidente Macron es prudente en inmigración pero está basada en principios muy sólidos de la protección de refugiados. Y ganó las elecciones contra una candidata que no tenía el mismo modo de abordar estos asuntos. Respetar la ley internacional y la ley de los refugiados no implica necesariamente catástrofes electorales. Lo hemos visto en Holanda y Francia… veamos en Alemania.

P. España es el único país de Europa donde miles de personas se han echado a la calle, en febrero en Barcelona, a decir “Los refugiados son bienvenidos”.

R. En mi país también, en mi ciudad, Milán, el mes pasado. La opinión pública no es tan miope como a veces creemos, y en ningún sitio es tan claro como aquí. Tenemos una opinión pública reclamando más solidaridad con los refugiados y un Gobierno que aparentemente no está dispuesto o preparado hasta ahora. Ustedes han recibido aquí cientos de miles de migrantes y refugiados. Y todavía la gente aquí es solidaria. También en lo económico. Sin duda el Gobierno ha reducido la ayuda, lo entiendo, la crisis fue devastadora y había que priorizar, es comprensible, pero la gente nunca dejó de dar. España con ACNUR es la más eficaz de nuestras organizaciones mundiales en movilizar donaciones individuales. El año pasado reunió 60 millones de euros, la contribución pública entre el Gobierno [de España] y los Gobiernos autonómicos es menos de menos de 10 millones. Al Gobierno le he dicho: “¡Esté orgulloso!, ejerza el liderazgo; reciba más gente para la reubicación pero también dé más a programas de refugiados”.

P. ¿Qué se puede hacer en Libia, ese agujero negro?

R. La prioridad es acabar este conflicto de locos. Tiene un Gobierno reconocido por la ONU y una plétora de milicias que se pelean entre sí. Allí distintos Estados apoyan a distintas facciones, un poco como en Siria. ¡Se me quejan a mí de que hay muchos refugiados! Muchas gracias, pero busquen la paz, un acuerdo, y les garantizo que la cuestión de los refugiados será mucho más gestionable. Me dirán que soy idealista. Mire, mi función es recordar a la gente que se está comportando de manera incongruente.

P. ¿Por qué Europa no utiliza los mecanismos legales para acoger refugiados que tanto usan los anglosajones, como visados humanitarios, reasentamiento o patrocinios privados o públicos?

R. Algunos, como los escandinavos y Reino Unido, lo hacen. Pero los que más son Estados Unidos todavía, Canadá y Australia. Tienen una gran tradición pero no olvide que quedan lejos.

P. No les tocan la puerta.

R. Aunque EE UU tiene una extensa frontera terrestre y Canadá fue destino de los boat people, tienen programas de reasentamiento muy eficaces. Lamento que EE UU quiera reducirlo porque era fantástico. Obama aumentó a 110.000 personas al año y ahora quieren dejarlo en 50.000 pero aun así será, de largo, el primer país. Estamos diciendo a España, Francia e Italia que deben hacer más en esta área. El reasentamiento no puede eliminar completamente los movimientos irregulares, el tráfico de personas, y las redes criminales, pero puede ser una buena competencia si lo haces a gran escala. Y es una señal de solidaridad muy importante para los que acogen a la mayoría de los refugiados, que están allí, no aquí. Yo tengo que ir a Líbano, Kenia o Pakistán y convencerles de que se queden con esta gente.

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