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La justicia por mano propia suma dos nuevas muertes en Argentina

Una víctima persiguió y atropelló con su auto a dos hombres que lo asaltaron

Federico Rivas Molina
La moto de los ladrones, destrozada sobre el asfalto. Detrás, la policía protege de la vista los cadáveres de los dos ladrones.
La moto de los ladrones, destrozada sobre el asfalto. Detrás, la policía protege de la vista los cadáveres de los dos ladrones.Telam
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Esta vez fue en Buenos Aires, a metros de la zona donde se concentra la mayor parte de las embajadas, a pocas calles del obelisco y sobre la avenida Del Libertador, una de las arterias más importantes de la capital de Argentina. Cuatro hombres en dos motos rompieron los cristales de un auto que esperaba el semáforo en rojo, robaron un bolso con 40.000 pesos (2.500 dólares) que el conductor acababa de retirar del banco y escaparon a toda velocidad. La víctima los persiguió por la avenida y cuatro calles más adelante embistió a una de las motos. Sus dos ocupantes cayeron sobre el carril contrario y murieron atropellados por otro vehículo. Ha sido un nuevo caso de justicia por mano propia, habituales en una sociedad que percibe a la inseguridad como una de sus principales preocupaciones.

Los casos se suceden en Argentina, aunque el del jueves tuvo la particularidad del escenario: la última vez que hubo un episodio de semejante violencia en la capital fue en 1990, cuando Horacio Santos, conocido popularmente como el ingeniero Santos, mató a tiros a dos ladrones que huían con el radio de su automóvil. A casi 30 años de aquel hecho, el protagonista de este nuevo episodio está preso, lo mismo que el conductor que se encontró con los ladrones frente a su camioneta y no pudo hacer nada para esquivarlos.

La ley argentina protege a la víctima que actúa en defensa propia, pero si el juez considera que se excedió en ese derecho puede quedar preso. El delicado equilibrio entre lo que se considera una reacción justa y excesiva se tensa cuando el ladrón muere. El conductor de la camioneta que atropelló a los dos ladrones quedará libre, pero el asaltado no la tendrá tan fácil. Su vida ya no corría peligro cuando decidió perseguir con su auto a los motociclistas y todo indica que seguirá preso. Si logra salir tendrá que enfrentar la demanda civil de los familiares de los delincuentes, como le sucedió en 1990 a Santos, quién saldó su deuda con la venta de un piso.

En cualquier caso, Argentina es un país prolífico en casos de robo que terminan con los ladrones muertos por sus víctimas

Matar a los 13 años

El 26 de octubre de 2016, un adolescente de 13 años mató de un disparo a uno de los cinco ladrones que ingresaron a su casa en Moreno, un barrio residencial en las afueras de Buenos Aires. El menor tomó el arma que su padre utiliza para cazar y tiró contra uno hombre que, armado con una escopeta, amenazaba con matar a su madre y a su hermano menor. Dos disparos entraron por la axila del delincuente, quien cayó muerto dentro de la casa pese a tener un chaleco antibalas. “Mi hijo no para de llorar y no sé cómo lo voy a sacar de eso. Al menos los ladrones tuvieron códigos y escaparon sin disparar a mi familia. Podrían haber hecho un desastre”, dijo en ese entonces el padre del joven, ausente en el momento del robo. El adolescente quedó libre de cargos porque la ley argentina lo considera inimputable.

El caso del carnicero

Un mes antes del caso de Moreno, un carnicero persiguió y atropelló con su auto a dos hombres armados que huyeron en moto tras robar su comercio en la periferia bonaerense. Uno de ellos murió en el hospital. Un vídeo grabado tras el atropello mostró al ladrón malherido bajo una de las ruedas del automóvil, mientras varias personas lo insultaban. El carnicero fue detenido y luego liberado, pero un juez lo investiga por exceso en la legítima defensa y enfrenta cargos por homicidio. El impacto del caso llegó incluso hasta el presidente Mauricio Macri, quien pidió por la libertad del comerciante. “Es un hombre sano y querido”, dijo.

El medicó que mató

En Loma Hermosa, también en la periferia de Buenos Aires, el cirujano Lino Villar Cataldo salía de su consultorio cuando un ladrón lo golpeó y lo encañonó con un arma para quedarse con su automóvil. Pero la caja automática de su Toyota complicó la huida del ladrón. Villar Cataldo buscó una pistola que ocultaba en un macetero, con la que disparó cuatro balas contra Ricardo Krabler, quien murió casi en el acto. El médico fue liberado a los pocos días, pero la justicia lo investiga por homicidio agravado. La gobernadora de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, justificó en aquel entonces el accionar del cirujano: "Pienso que nadie quisiera estar en una situación así, es terrible. Fue víctima de un delito, no salió a cometer uno. Estaba en su casa y lo asaltaron, y dio la respuesta que pudo dar porque se sintió en riesgo".

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Sobre la firma

Federico Rivas Molina
Es corresponsal de EL PAÍS en Argentina desde 2016. Fue editor de la edición América. Es licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de Buenos Aires y máster en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona.

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