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La policía reprime con violencia la creciente protesta en Alhucemas

El rey ordena investigar por qué se han retrasado las inversiones en el Rif prometidas en 2015

Francisco Peregil
Manifestación celebrada en Alhucemas el pasado 8 de junio.
Manifestación celebrada en Alhucemas el pasado 8 de junio.FADEL SENNA (AFP)

La manifestación del lunes por la tarde se preveía masiva en Alhucemas. Era la que festejaba el fin del Ramadán, el Aïd el-Fitr, jornada de concordia, de estreno de ropa, regalos para los niños y celebración en familia. Sin embargo, en Alhucemas, la mañana presagiaba tensiones. La policía cercó la ciudad e impidió el tráfico a personas y vehículos, con el fin de que no llegaran manifestantes de localidades vecinas. A pesar de la enorme presión policial, cientos de personas se echaron a la calle en la localidad rifeña. Simpatizantes del Movimiento que convoca las protestas aseguran que participaron al menos 4.000 personas en una ciudad de 56.000 habitantes. Los manifestantes, que pedían la liberación de los presos, fueron disueltos de forma violenta por la policía. Muy violenta, a juzgar por las imágenes transmitidas.

Las autoridades indicaron a través de la agencia oficial MAP que “un grupo de individuos, algunos encapuchados”, emprendieron “actos de provocación y lanzamiento de piedras” contra las fuerzas del orden e hirieron a 39 agentes. Sin embargo, los vídeos publicados por varios medios marroquíes muestran a policías lanzando piedras contra los manifestantes, golpeando a personas indefensas y volviéndolas a golpear cuando se encontraban en el suelo aturdidos por los golpes.

Los heridos civiles no suelen acudir a los hospitales por miedo a que los detengan. De hecho, varios abogados en Alhucemas informaron el lunes de que durante la manifestación fueron detenidos decenas de jóvenes. Este dato aún no ha sido confirmado por las autoridades.

Los vídeos muestran a policías lanzando piedras contra los manifestantes y golpeando a personas indefensas

A pesar de que grabar puede costar la cárcel en este país, los manifestantes siguen haciéndolo desde sus casas. En un contexto donde los informativos de la televisión pública marroquí no difunden imágenes de las protestas y apenas hay presencia de prensa internacional en Alhucemas, los teléfonos móviles se han convertido en una herramienta vital para los manifestantes.

El pasado domingo, un día antes de la manifestación, Mohamed VI convocó un Consejo de Ministros en Casablanca y comunicó su “decepción, descontento y preocupación” ante los retrasos en la aplicación de un plan de desarrollo en Alhucemas que él presentó en octubre de 2015 bajo el nombre de “Faro del Mediterráneo”. El rey conminó a los ministros de Interior y de Finanzas a que investiguen las causas y fijen las responsabilidades del retraso. El monarca retiró a los ministros encargados de poner en marcha los proyectos el derecho a las vacaciones de verano.

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Crisis diplomática

A pesar de que el rey no se había pronunciado hasta ahora de forma tan clara sobre la crisis del Rif, los acontecimientos han desencadenado incluso un incidente diplomático con Holanda. Este sábado, el Gobierno marroquí llamó a consultas a su embajador en La Haya, para presionar sobre la extradición de “un conocido traficante de origen marroquí” supuestamente implicado en "la financiación y el apoyo logístico de algunas partes en el norte de Marruecos”. O sea, implicado en las protestas del Rif.

El comunicado del ministerio de Exteriores marroquí donde se anunciaba la llamada a consultas de su embajador no citaba ningún nombre, pero todo el mundo dio por supuesto que se refería a Said Chau, un antiguo diputado del Partido Autenticidad y Modernidad (PAM), investigado por tráfico de drogas en Marruecos desde 2010.

La respuesta del Gobierno holandés fue inmediata a través de un comunicado conjunto de sus ministerios de Exteriores y de Justicia. Juzgó “incompresible e inútil” la llamada a consultas del embajador marroquí.

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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