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PENSÁNDOLO BIEN…
Columna
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Vivir con el Marx equivocado

El ideario del PRD dejó de ser el del filósofo alemán y comenzó a ser el de Groucho

Jorge Zepeda Patterson

Como todo partido de la izquierda que se precie, en teoría el PRD de México remite sus convicciones a un ideario lejanamente marxista, el problema es que el Marx involucrado hace tiempo que dejó de ser Carlos Marx, el filósofo alemán, y comenzó a ser Groucho Marx, el comediante estadounidense. “Estos son mis principios, si no le gustan, tengo otros”; la frase de Groucho parecería ser hoy el lema sobre el cual este partido finca sus planes y parece dispuesto a refundarse.

“Estos son mis principios, si no le gustan, tengo otros”; la frase de Groucho parecería ser hoy el lema sobre el cual el PRD finca sus planes

Hace unos días el comité ejecutivo nacional del PRD aprobó por mayoría y de cara a los comicios de 2018 construir un Frente Amplio Democrático (FAD) con los partidos de oposición, incluyendo al PAN. Al parecer un pronunciamiento plural, democrático y tolerante, salvo que la clave de tan loable propósito se encuentra en el “incluyendo al PAN”.

Los partidos de oposición en México, además del PRD, son Morena y el PAN. Lo demás es calderilla, membretes que no tienen mayor función que llenar los bolsillos de sus dirigentes. Por su parte, Morena, la organización de Andrés Manuel López Obrador, ha dicho de manera tajante que con el PRD no iría ni a la esquina. Así que cuando este partido habla de un Frente Amplio Democrático para ganar las elecciones, en plata pura está hablando de una alianza electoral PRD-PAN. Lo demás es paja.

Este pronunciamiento no hace sino elevar a estrategia o programa lo que hasta ahora ha sido una táctica coyuntural gracias a la cual el PRD ha conseguido sus únicos triunfos recientemente, aunque sea en papel. Desde que López Obrador emigró a Morena, y con él no solo los militantes sino también los votantes, el partido amarillo por sí solo no ha ganado nada. Condenado a la extinción, se refugia hoy en la consigna de Groucho Marx. Está dispuesto a conservar el cascarón aunque en el proceso deba vaciarse de contenido.

Desde que López Obrador emigró a Morena, el partido amarillo por sí solo no ha ganado nada
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Porque no nos engañemos, en esta alianza para echar al PRI de Los Pinos, el PRD es figura de acompañamiento. El PAN sigue siendo el partido de la derecha en México, con todo lo que ello significa; el PRD, en cambio, es eso que quedó cuando se salió López Obrador y sus seguidores. Y lo que quedó no solo es famélico, también es ambiguo y desdibujado.

Al margen de que lo más probable es que se trate de una alianza desigual y seguramente subordinada, el mero maridaje de esta corriente entre un partido que fue de izquierda y uno de derecha, supone un problema práctico de difícil solución.

Hace unos días, Sergio Sarmiento lo expresó de manera impecable: “El problema para muchos ciudadanos es que buscamos ejercer el voto no para rechazar a un partido en particular, sino para respaldar ciertas políticas públicas. Para nosotros, una alianza entre el PAN y el PRD es difícil de aceptar porque es difícil de entender. ¿Significaría un voto por el Frente Amplio un impulso a una mayor liberalización de la economía, como propone el PAN, o una mayor intervención del Gobierno, como quiere el PRD? ¿Estaríamos votando por una profundización de la reforma energética o por su cancelación? ¿Votaríamos por una reforma fiscal que redujera el impuesto sobre la renta, aplicara IVA general y simplificara trámites y pagos, o por un alza de ISR para empresas y familias de altos ingresos?”

La única manera en que esta alianza podría resolver dicha contradicción es por la vía de una renuncia del PRD a su agenda, porque el PAN nunca lo va a hacer. O dicho de otra manera, si nuestros principios son un obstáculo para mantener el registro, no importa, tenemos otros.

@jorgezepedap

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