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Hong Kong afronta el cambio de su modelo económico

Gran parte de la sociedad ve con recelo la influencia financiera cada vez mayor de China en la ex colonia

Hong Kong, una de las economías más competitivas del mundo, está de aniversario. Esta semana se cumplen 20 años desde que la excolonia británica volviera a manos chinas, dos décadas en las que el gigante asiático ha experimentado una vertiginosa transformación económica en la que La Perla de Oriente ha desempeñado un papel fundamental. Pero más allá de celebrar la reunificación, gran parte de la sociedad observa con recelo el cada vez mayor poder financiero de Pekín en la ciudad.

Vista de los rascacielos de Hong Kong, en una imágen de este miércoles.
Vista de los rascacielos de Hong Kong, en una imágen de este miércoles. ANTHONY WALLACE (AFP)

En los años noventa, gracias a sus beneficios fiscales, Hong Kong se convirtió en la puerta de entrada para todas aquellas compañías que querían poner un pie en China. Mientras estas trataban de penetrar en el mercado asiático, las empresas estatales chinas recaudaron en este territorio un capital que les ayudó a prosperar y evolucionar hacia una economía socialista de mercado. Con las nuevas riquezas generadas por el espectacular crecimiento del Gran Dragón, la ciudad también pasó a ser puerta de salida de numerosas firmas chinas que querían invertir en el exterior.

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Desde entonces y a medida que la influencia política de China en Hong Kong ha ido creciendo, sus firmas han ganado peso en la economía de esta metrópoli. Sin embargo, fue a partir de las multitudinarias protestas de 2014, conocidas como el “movimiento de los paraguas” cuando “Pekín insinuó que quería desempeñar un papel más importante en las finanzas de la ciudad”, explica Tai Wei Lim, investigador adjunto en el Instituto de Asia Oriental de la Universidad Nacional de Singapur. Ahora, a muchos les preocupa que los estrechos lazos entre ambos lados del río de la Perla erosionen una libertad que les fue prometida a través del principio de "un país, dos sistemas" acordado cuando Reino Unido devolvió el territorio en 1997.

Precisamente, el año pasado, las compañías chinas lideraron las ventas de terrenos en una ciudad en la que el precio del metro cuadrado está por las nubes. El diario estatal Global Times presumía de ello con un gráfico que mostraba cómo en 1997 tan solo un centenar de empresas —el 15% de las registradas en Hong Kong— pertenecían a la China continental, mientras que en 2016 la cifra ha aumentado hasta el 51% con más de 1.000 firmas. Un incremento que “puede beneficiar económicamente a Hong Kong, pero también significar una colaboración más estrecha con las autoridades de la parte continental y la subordinación a los objetivos y el futuro de la economía de China”, alertaba Tai.

Otros expertos consultados por este diario coincidieron en que los magnates hongkoneses deberían cooperar con Pekín y sus empresas con el fin de mantener su posición. De la misma forma explicaban cómo muchos ciudadanos no se sienten cómodos cuando la economía local está tan estrechamente ligada a un único socio comercial. Por eso, “es importante que el gobierno de Hong Kong diversifique y encuentre más asociados en la región. No tiene sentido no aprovechar las grandes oportunidades que ofrece el estelar crecimiento económico de China”, señaló a EL PAÍS, Le Xia, economista jefe de Asia para BBVA Research en Hong Kong.

Los temores de la sociedad hongkonesa han provocado las críticas a las firmas locales que, a medida que las de la China continental se instalan en la ciudad, han mirado hacia otro lado. Es el caso de Li Hutchison Whampoa, que en 1997 generó el 69% de sus ganancias por negocios en Hong Kong y, a día de hoy, su buque insignia, CK Hutchison, tan solo obtuvo el 3% de ellas de puertas para adentro, habiendo invertido la mayor parte en Europa y Australia, un giro en su política que fue tachado de traición a la ciudad que lo enriqueció.

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Sin embargo, la colonización económica de una urbe en la que ahora sus financieros ya hablan mandarín y poseen un amplio conocimiento de la cultura china, es más un sentir que una realidad y así lo ven los expertos. Para ellos, la economía liberal de Hong Kong no es tan necesaria para China, cuyas empresas toman decisiones de abrir filiales no por razones políticas sino motivadas por “seguir una estrategia global que les permita servir mejor a su mercado interno ”, indicó Le.

Hong Kong, con su entorno de inversión más estable y un sistema judicial independiente, continúa siendo base para empresas extranjeras que quieren hacer negocios con China y al revés. “Si nos fijamos en la historia, desde 1970 empresas de varios países han sido testigos del devenir de Hong Kong. Primero fueron las japonesas, luego las europeas y las americanas y ahora es el turno de las empresas chinas. Creo que esto es un reflejo del cambio del poder económico mundial”, aseguró.

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