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La izquierda de Israel trata de conjurar en unas primarias su maldición electoral

El veterano Peretz y el recién llegado Gabbay disputarán la segunda vuelta. El actual líder, Herzog, queda excluido

Juan Carlos Sanz

“Permanecimos demasiado tiempo en el poder. Era una época en la que quien no estaba en el partido no tenía acceso a casi nada”, reconoce el diputado laborista israelí Manuel Trajtenberg. “Los votantes nos identificaron con el pasado, por eso comenzó nuestro declive”, explica el considerado ministro de Finanzas en la sombra de Israel ante las primarias que su partido ha celebrado este martes para elegir un líder que pueda retar al conservador Benjamín Netanyahu, que se mantiene al frente del Gobierno desde hace ocho años. Los militantes expresaron su profundo malestar al descartar en la primera vuelta al actual presidente, Isaac Herzog.

El líder del partido laborista israelí, Isaac Herzog, en un mercado en Tel Aviv el 1 de julio.
El líder del partido laborista israelí, Isaac Herzog, en un mercado en Tel Aviv el 1 de julio. Dan Balilty (AP)

El Partido Laborista contaba hace 20 años con 300.000 militantes y simpatizantes registrados para votar en las primarias. Este martes han sido poco más de 50.000 los que figuraban en el censo de la consulta, a las que se han presentado siete candidatos, de los que un 59% participaron efectivamente. Como era previsible, ninguno de ellos alcanzó el 40% de los sufragios, por lo que los dos más votados, Amir Peretz, con el 32,6% de apoyos, y Avi Gabbay, con el 27%, tendrán que volver a medirse en una segunda vuelta el próximo día 10.

El actual presidente del partido, Herzog, que ha quedado excluido al alcanzar tan solo el 16,8% de los votos, aspiraba a convertirse a los 56 años en el primer líder en ser reelegido en más de dos décadas. Aliado con la exministra centrista Tzipi Livni en la coalición Unión Sionista, desafío sin éxito a Netanyahu en las urnas en 2015. Los analistas israelíes han coincidido en calificar de irrelevante su labor de oposición frente al considerado Gobierno más derechista de la historia de Israel. Los militantes le han echado en cara además las negociaciones secretas que mantuvo en 2016 con el primer ministro para incorporarse al Gobierno como titular de Exteriores. Herzog alegó que había actuado en aras del interés nacional, ante una iniciativa negociadora con los palestinos promovida por Egipto que acabó frustrándose. La cainita disputa por el poder interno que ha marcado la historia reciente del laborismo parece haber puesto fin a su trayectoria política.

Sí ha pasado a segunda vuelta de las primarias el veterano dirigente laborista Amir Peretz, que puede estar en condiciones de culminar a los 65 años una carrera en la que ha recorrido casi todo el escalafón político israelí. Alcalde, diputado desde hace 30 años, titular de Defensa y de otras carteras, viceprimer ministro y, sobre todo, líder histórico del Histadrut, la poderosa central sindical del Estado hebreo. En su haber como ministro de Defensa figura el despliegue de la Cúpula de Hierro, el escudo antimisiles de corto alcance. En el debe de su gestión se cuenta la decisión de desencadenar la llamada segunda guerra de Líbano en 2006, que le acarreó duras críticas.

Un recién llegado al laborismo, el exministro de Medio Ambiente Avi Gabbay, de 50 años, dio la sorpresa y pasará a segunda vuelta. Antiguo dirigente centrista, ingresó en el partido después de haber renunciado a la cartera en 2016 a raíz de un enfrentamiento político con Netanyahu. Exconsejero delegado de Bezeq, uno de los principales proveedores de servicios de telecomunicaciones y de Internet en Israel, Gabbay atrae a los sectores más jóvenes de la izquierda, desencantados con la vieja guardia del laborismo.

La izquierda de David Ben Gurion, el primer jefe de Gobierno israelí, ejerció el poder de forma casi hegemónica desde la creación del Estado hebreo, en 1948, hasta la victoria electoral de la derecha del Likud, encabezado por Menajen Beguin, en 1977. Desde entonces el laborismo no ha dejado de pugnar para que sus líderes —Isaac Rabin, Simón Peres, Ehud Barak…— se mudaran a la calle de Balfour, donde se halla la residencia del primer ministro en Jerusalén, o a las sedes ministeriales en los sucesivos Gobiernos de coalición.

El declive del partido fundador del Estado judío ha sido imparable en las últimas cuatro décadas. Las encuestas más recientes le asignan apenas ocho diputados en una Knesset de 120 escaños, en la que se vería relegado al papel de cuarta fuerza tras el Likud, la emergente formación centrista Yesh Atid y la coalición de la minoría árabe Lista Conjunta.

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El parlamentario Trajtenberg, nacido en Argentina en 1950 y que emigró a Israel a los 16 años, considera que la llegada masiva de judíos procedentes de la Unión Soviética en la década de los noventa representó un vuelco demográfico, ya que incrementó la población en un 20%, pero también supuso un terremoto político. "Es un sector que mantiene un rechazo visceral hacia la izquierda después de haber vivido bajo un régimen comunista”, apunta este economista formado en la Universidad de Harvard. “El asesinato de Rabin (1995) fue un mazazo para la organización, y los errores cometidos en la aplicación de los Acuerdos de Oslo (1993) y tras la retirada militar de Gaza (2005) han incrementado la preocupación ciudadana por la seguridad”, argumenta. "Netanyahu se ha convertido en un experto manipulador del miedo de los israelíes a fin de poder ganar los tres últimos comicios.

“Los candidatos que se han presentado a la primarias serían excelentes para ocupar cargos en un Ejecutivo con un equipo de ensueño”, analizaba las primarias laboristas la columnista de Yedioth Aharonot Sima Kadmon, “pero ninguno es el caballo ganador que pueda apear a Netanyahu del poder. Nadie  tiene el brillo de Barak (en hebreo, luz o iluminación), que le derrotó en 1999”. A los 75 años, el ex primer ministro amaga con protagonizar un tercer retorno a la política, después de haberse retirado por primera vez en pleno estallido de la Segunda Intifada y apartarse de nuevo en 2012 tras haber pilotado dos guerras en Gaza.

El militar más condecorado en la historia de Israel, el exjefe del Estado Mayor, el negociador que intentó en vano avanzar hacia la paz con los palestinos en Camp David (2000) es hoy la principal voz crítica desde la izquierda a la gestión autoritaria y nacionalista de jefe de Gobierno del Likud. “No hay que olvidar que Barak fue el jefe directo de Netanyahu en la brigada Matkal, de comandos antiterroristas (ambos intervinieron en el rescate de un avión secuestrado en 1972)”, destaca el columnista de Maariv Ben Caspit, “y él sabe mejor que nadie cuál es su punto débil”.

“A pesar del crecimiento de la economía y del casi inexistente desempleo, existe un malestar social latente en Israel desde las protestas de los jóvenes indignados en 2011”, concluye el diputado Tajtenberg, “pero solo desde la unidad de las fuerzas progresistas se puede conjurar la maldición electoral que sufre la izquierda”.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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