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El jefe del Ejército portugués se siente “humillado” por el robo de armas

El general Rovisco Duarte reconoce en una comparecencia parlamentaria a puerta cerrada que hubo errores "inadmisibles y sistémicos" en el asalto de Tancos

De izquierda a derecha, el ministro de Defensa portugués, Azeredo Lopes; el presidente del país, Marcelo Rebelo de Sousa, y el Jefe del Ejército, el general Rovisco Duarte, en la visita a la base de Tancos asaltada.
De izquierda a derecha, el ministro de Defensa portugués, Azeredo Lopes; el presidente del país, Marcelo Rebelo de Sousa, y el Jefe del Ejército, el general Rovisco Duarte, en la visita a la base de Tancos asaltada.PAULO NOVAIS (EFE)

El jefe del Ejército de Portugal, el general Rovisco Duarte, ha declarado este jueves ante la Asamblea de la República, que se ha sentido "humillado" por el robo en la base militar de Tancos y su repercusión internacional.

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El máximo responsable del Ejército portugués ha comparecido a puerta cerrada en la comisión de Defensa del Parlamento, un día antes de que lo haga el ministro de Defensa, Azeredo Lopes, a puerta abierta. El motivo de ambas comparecencias, con carácter de urgencia, es el asalto al polvorín de Tancos, perpetrado hace una semana. Un robo realizado mientras la base no tenía ninguna medida de seguridad ni humana ni mecánica.

El general achacó toda la responsabilidad al Ejército, y no a los recortes presupuestarios, como acusa la oposición al Gobierno socialista, que solicita la dimisión del titular de Defensa. Fue un problema de organización de la base, un problema de dejadez de responsabilidad en el mando, también de información interna de algún miembro militar. El general lo resumió: fue un cúmulo de errores "estructurales, inadmisibles y sistémicos", según se ha podido saber de fuentes parlamentarias.

Efectivamente, el general Duarte ha confirmado que la base militar, con 21 polvorines en sus terrenos, estuvo 20 horas sin vigilancia alguna: ni de soldados ni de las cámaras -que llevan estropeadas años-, ni de los sensores de movimiento ni de rondas. Durante esas horas, un camión entró por una alambrada cortada, se dirigió directamente al pabellón donde se encontraban las armas que necesitaban y, con la intervención de unas 12 personas, cargaron centenar y medio de granadas, decenas de lanzagranadas, explosivos, munición, cables y se fueron sin el menor contratiempo.

El responsable del Ejército justificó el cese temporal de cinco comandantes porque eran los responsables del envío de las tropas que debían vigilar la instalación. El cese lo tomó, según dijo a los parlamentarios, después de examinar todos los fallos que habían facilitado el robo. Según Duarte, solo con haber cumplido los planes de las rondas de vigilancia establecidos, se hubiera evitado el robo.

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