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Dimite el director de la Oficina de Ética que se enfrentó a Trump por los conflictos de interés

Walter Schaub pidió públicamente al presidente que liquidara su imperio empresarial

Jan Martínez Ahrens
El presidente estadounidense, Donald Trump,  en la plaza Krasinski de Varsovia.
El presidente estadounidense, Donald Trump, en la plaza Krasinski de Varsovia.EFE

Fue el látigo de Donald Trump. Desde la dirección de la Oficina de Ética del Gobierno de Estados Unidos, Walter Schaub, se convirtió a principios de año en uno de los pocos funcionarios públicos que se enfrentó públicamente al presidente y le exigió que se deshiciera de su imperio empresarial para acceder al cargo. Una petición a la que el magnate republicano, con una fortuna de 3.700 millones de dólares, no hizo caso y que ahora, tras una larga serie de forcejeos legales, ha terminado con la dimisión de Schaub. “Dada la actual situación, no hay mucho que pueda hacer en la Oficina. Las últimas experiencias muestran que es necesario que el programa ético sea reforzado”, dijo.

La salida del director de la Oficina Ética muestra la convulsión que ha causado Trump en la Administración. Schaub, de 46 años, fue elegido por Barack Obama en 2013 y su mandato no vencía hasta 2018. Pero como ya ocurriera con el director del FBI, la tensión interna le ha arrastrado hasta un punto de no retorno en un gobierno que, con un patrimonio conjunto de 12.000 millones de dólares, es el más rico de la historia reciente de Estados Unidos. “ El deber de la oficina es proteger el principio de que el servicio público es un bien público”, señala crípticamente en su breve carta de dimisión.

Desde la victoria del republicano, Schaub no había dejado de emitir advertencias. La principal llegó a principios de enero cuando afirmó públicamente que la única opción ética para que el presidente no incurriese en conflicto de interés era liquidar su conglomerado de 400 empresas. Trump no le hizo caso y, para mantener el acceso a los beneficios, simplemente delegó la conducción de sus compañías en sus hijos. Schaub consideró “totalmente inadecuada” la fórmula.

Poco después pidió que sancionará disciplinariamente a la consejera Kellyanne Conway, por haber animado en un programa de televisión a comprar ropa de la marca de Ivanka Trump. Su solicitud fue rechazada por la Casa Blanca.

Su último enfrentamiento llegó cuando pidió conocer los permisos de entrada facilitados por Casa Blanca. Tras un agotador pulso legal, logró obtener la información y descubrió al menos doce autorizaciones concedidas a personas con posibles incompatibilidades o vinculadas a grupos de presión.

La Oficina de Ética fue creada después del escándalo Watergate por el Congreso para servir de guía a los altos cargos y evitar las conductas inapropiadas. La transparencia, las incompatibilidades y los conflictos de interés forman el núcleo de su tarea. La dirección del departamento requiere de la confirmación del Senado y suele recaer en funcionarios de alto nivel que gozan del beneplácito de republicanos y demócratas. Tras su dimisión, Schaub va a trabajar en una organización no gubernamental dedicada al control de campañas electorales. Trump ha ganado otra batalla.

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Sobre la firma

Jan Martínez Ahrens
Director de EL PAÍS-América. Fue director adjunto en Madrid y corresponsal jefe en EE UU y México. En 2017, el Club de Prensa Internacional le dio el premio al mejor corresponsal. Participó en Wikileaks, Los papeles de Guantánamo y Chinaleaks. Ldo. en Filosofía, máster en Periodismo y PDD por el IESE, fue alumno de García Márquez en FNPI.

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