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Columna
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Migración pendular, asesinatos y aftosa

La frontera entre Colombia y Venezuela hierve: las dinámicas históricas se están transformando en peores realidades

Diana Calderón

La conocida como frontera caliente desde las épocas del diferendo sobre el Golfo de Venezuela, en 2.200 kilómetros, hierve por estos días cuando se vuelven recurrentes los incidentes y provocaciones, como les llaman en el lenguaje diplomático.

Los cientos de homicidios, el contrabando de combustible, el narcotráfico y la guerrilla refugiada en el vecino país han sido constantes históricas en la frontera colombo-venezolana, pero algunas de esas dinámicas se han profundizado y otras se están transformando en peores realidades: asesinatos y aftosa.

Libardo Fuentes Hernández tenía 63 años, conseguía el sustento diario como operario de una retroexcavadora. Fue asesinado a tiros por guardias venezolanos en aguas de los ríos Táchira y Pamplonita, cuyos límites siguen poco claros. A Gelar Barreto, su compañero, se lo llevaron detenido y fue liberado por la presión de la cancillería colombiana.

Colombia es un país exportador de carne a 18 mercados, de los cuales Chile, Perú, Ecuador, Panamá y Rusia cerraron la importación debido a un penoso y muy grave brote de aftosa que se expande por las regiones colombianas.

No importamos ganado. El que entra de Venezuela lo hace por contrabando. El ganado ha sido más barato allá. La carne que se consume en Cúcuta, a donde llegan a buscar trabajo más de 50 mil venezolanos todos los días, es venezolana.

Los precios bajos de esos animales son el negocio de los mismos que disparan a los colombianos en la frontera, miembros de la guardia nacional que controlan el territorio llenándonos de contrabando de vacas flacas a menos de 100 dólares, cuando en Colombia valen mínimo 7 veces más.

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Contrabando histórico igual que el de las mafias de la gasolina, pero ahora con una situación adicional: una baja protección inmunológica en Colombia en 2 campañas de vacunación que, dicen los expertos, no se hicieron con los altos estándares. Eso y la entrada de animales enfermos desde Venezuela, donde no hay procesos de vacunación, infectaron el hato colombiano.

En el rebrote de aftosa en Colombia la culpa no es de la vaca. El Instituto Colombiano Agropecuario (ICA), en poder de los conservadores, y el ministro de Agricultura, tan centrado en su pelea con Fedegán, deben explicar, y la Procuraduría, actuar.

Lo que pasa en Venezuela es otro tema y tiene que ver con el diferencial de cambios y la instauración de precios políticos a los productos de la canasta familiar de la revolución chavista, cuyo fin parece acercarse. Esos bienes baratos son el insumo de un contrabando que tampoco las autoridades colombianas han podido controlar.

En Colombia viven 300 mil, no todos con su situación legalizada. Joel Millman, portavoz de la Organización Internacional de las Migraciones reconoce que “en las fronteras entre Venezuela y sus vecinos, especialmente con la colombiana, se da lo que denominan migración pendular, cruces constantes de ida y vuelta, incluso de unas horas o de unos días para comprar comida y medicamentos del otro lado de la frontera a causa de la escasez”

A los asesinatos, los disparos indiscriminados a los pescadores en Arauca, las provocaciones se suman el lenguaje de un Nicolás Maduro que se atreve a decirle al presidente Juan Manuel Santos: Híncate… Yo soy tu papá

La consulta popular de este domingo, para evitar la asamblea constituyente que pretende Maduro, luego de más de 100 días de marchas y protestas en las calles, 92 muertos, y 130 detenidos por el régimen, las peticiones de la iglesia católica, los pronunciamientos de los gobiernos y líderes mundiales, plantea al menos un escenario en donde las amenazas del vicepresidente Tareck el Aissami de encarcelar a aquellos que obstaculicen la elección de la Asamblea Constituyente, tengan un freno.

Con Leopoldo López en prisión domiciliaria, más libre para ojalá evitar las fracturas en la oposición, y la fiscal Luisa Ortega del lado de la razón, anunciando que se mantendrá en su cargo, haciendo saber que no teme ser detenida de forma “inconstitucional”, se hace necesario encontrar una salida al más alto nivel, no importa lo que implique, salida que debe recoger la división interna de las Fuerzas Armadas, romper las relaciones clientelares y de quienes se enriquecen con las rentas de la revolución en la más terrible corrupción.

Venezuela necesita construir el pacto entre el chavismo desencantado y la sociedad civil, que incluye a los empresarios, a la iglesia y a los partidos de oposición, que propone el ex ministro chavista Felipe Pérez Martí y Colombia debe ser el más interesado en que así suceda.

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