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Orbán admite ante Netanyahu el “pecado” de Hungría durante el Holocausto

La campaña oficial contra el magnate George Soros y la respuesta del gobierno israelí causaron malestar entre la comunidad judía húngara

El primer ministro israelí Benjamin Netanyahu y su homólogo húngaro durante la conferencia de prensa de este martes en el Parlamento de Budapest.
El primer ministro israelí Benjamin Netanyahu y su homólogo húngaro durante la conferencia de prensa de este martes en el Parlamento de Budapest. KAROLY ARVAI (AFP)

La polémica visita del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, a Hungría, comienza a dar sus primeros frutos. Su homólogo húngaro, Viktor Orbán, reconocía públicamente, tras reunirse con él, el “pecado” cometido por su país durante la Segunda Guerra Mundial, cuando se aliaron con el régimen nazi. “He querido dejarle muy claro que el Gobierno de Hungría, en otra época cometió un error, incluso un pecado, cuando no protegió a los judíos ciudadanos húngaros”, dijo Orbán refiriéndose a la colaboración de su país con los nazis durante la contienda.

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Según los datos facilitados por Yad Vashem, el museo para la memoria del Holocausto judío, unos 568.000 judíos húngaros perecieron víctimas de la solución final puesta en marcha por los nazis. La mayoría, gaseados en las cámaras de Auschwitz, donde unos 430.000 fueron deportados entre el 15 de mayo y el 9 de julio de 1944.

Netanyahu agradeció las palabras de Orbán y le correspondió con halagos hacia Hungría, país que calificó como “cuna del sionismo moderno” —allí nació el padre del sionismo político, Theodor Herzl— y con halagos hacia su Gobierno, por haber defendido a Israel en los foros internacionales. “En muchos aspectos, Hungría está a la cabeza de los Estados que se oponen a la política antijudía”, alabó Netanyahu.

Elogios con lo que una parte de la sociedad israelí y de los judíos húngaros no parecen estar de acuerdo. Los días previos a la visita de Netanyahu a Hungría —la primera de un líder israelí desde la caída del comunismo en el país magiar, en 1989— estuvieron marcados por el malestar que suscitaron en Israel las buenas palabras de Orbán hacia Miklos Horthy —el líder húngaro aliado del régimen de Hitler— y la campaña contra el millonario judío George Soros, con la que, a principios de mes empapelaron las calles de Budapest.

Soros, que tampoco es santo de la devoción de Netanyahu, es muy crítico con las duras políticas de entrada para refugiados e inmigrantes musulmanes puestas en marcha por el Gobierno húngaro. La semana pasada, su cara sonriente aparecía en pasquines y carteles colocados por toda la ciudad con la frase: “No dejemos que Soros ría el último”. Una campaña orquestada por el partido de Orbán, que levantó ampollas entre la comunidad judía local y también en Israel.

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Tras un primer comunicado en el que jefe de la misión diplomática hebrea en Budapest pidió su retirada porque sembraba “odio y temor”, varios medios israelíes criticaron a Netanyahu por no defender al filántropo ante semejante despliegue de “propaganda antisemita”. Algunos miembros de la comunidad judía local —formada por unos 100.000 judíos húngaros— y varios diputados opositores israelíes llegaron a pedirle que cancelara el viaje.

Ante semejante malestar a menos de diez días de la visita, el portavoz de Exteriores israelí, Emmanuel Nahshon, aclaró que el Gobierno estaba del lado de las comunidades judías y que Israel deploraba “cualquier manifestación de antisemitismo en cualquier país”. También arremetió contra Soros, al que acusó de “socavar ininterrumpidamente a Ӏοѕ Gobiernos democráticamente elegidos ԁе Israel aӀ fundar organizaciones qυе difaman aӀ Eѕtaԁο judío”. El Gobierno húngaro retiró la campaña aunque, a la llegada de Netanyahu, aún quedaban algunos carteles a los que se había añadido a mano una esvástica. Pero el daño ya estaba hecho.

Desde Budapest, en declaraciones al diario The Times of Israel, el rabino Zoltán Radnót, al frente del Consejo Rabínico de la Mazsihisz —la federación de comunidades judías húngaras— tuvo duras palabras para Netanyahu. “Para nosotros, los judíos de la Diáspora, especialmente en Europa el Estado de Israel es un símbolo [...]. Defiende al pueblo judío entero, y el primer ministro es el más santo entre los santos. Pero, de repente vemos que este primer ministro, por razones políticas, nos estaba abandonando”.

Un malestar con el que Netanyahu y Orbán tendrán que lidiar este miércoles en la reunión que tienen prevista en la principal sinagoga de Budapest con los representantes de las comunidades judías.

El primer ministro israelí, antes de poner fin a una gira que comenzó en París, también mantendrá un encuentro con empresarios del sector tecnológico de ambos países y otro con los líderes del Grupo de Visegrado —Hungría, Polonia, Eslovaquia y República Checa—. Este último, con un valor añadido, porque Polonia acaba de ser elegido miembro no permanente del Consejo de Seguridad de la ONU y, para Israel, nunca está de más recabar apoyos en la arena internacional.

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