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La Alianza del Norte bloquea el despliegue de las tropas francesas y británicas

París y Londres intentan un acuerdo con los antitalibanes para la llegada de sus fuerzas

La Alianza del Norte está bloqueando el envío de tropas a Afganistán por Francia y el Reino Unido. Los primeros 60 soldados franceses, destinados a poner en servicio el aeropuerto de Mazar-i-Sharif, permanecen desde el domingo en Uzbekistán, cuya frontera con Afganistán permanece cerrada, y los otros 250 previstos no han salido de sus bases. Mientras, el primer ministro británico, Tony Blair, envió ayer un diplomático a Kabul para llegar a un acuerdo con la Alianza sobre el despliegue de 6.000 soldados que permanecen a la espera.

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La Alianza del Norte no se muestra favorable a esta misión militar francesa. Los cargamentos de alimentos y otros materiales de ayuda humanitaria permanecen en Termez (Uzbekistán), sin transportes para cubrir el centenar de kilómetros que le separan de Mazar-i-Sharif y sin escolta militar que proteja los traslados.

El Ministerio francés de Defensa rechaza la idea de que su contingente se encuentra bloqueado, pero tampoco precisa cuándo podrá cruzar la frontera. La operación sigue condicionada a los resultados de una 'concertación' con la Alianza y a la disponibilidad de los helicópteros estadounidenses previstos para llevar a cabo el traslado, que, al parecer, no tienen aún permiso de las autoridades uzbekas.

Junto con un contingente jordano, las tropas francesas deben participar en la limpieza de las minas situadas en torno al aeropuerto de Mazar-i-Sharif y ocuparse de rehacer las pistas afectadas por los bombardeos estadounidenses. Mientras esto no se haga resulta imposible organizar el 'puente de ayuda humanitaria' evocado por el presidente francés, Jacques Chirac, en su mensaje televisado del viernes pasado. Testigos situados en el puerto fluvial de Termez, en territorio uzbeko, dan cuenta de la acumulación de alimentos solicitados por Unicef, a los que se suma el cargamento de 26 toneladas de material, transportado por un DC-8 militar francés por cuenta de cuatro ONG, que tampoco puede llegar a su destino en el noroeste de Afganistán.

El régimen uzbeko se resiste a abrir sus 137 kilómetros de frontera mientras no haya garantías de estabilidad en Afganistán. Otro obstáculo es el general Abdul Rashid Dostum, un jefe militar afgano de origen uzbeko: uno de sus colaboradores ha declarado a una televisión francesa que se aceptará la ayuda militar de los extranjeros 'si vienen para ayudarnos', pero se rechazará 'si pretenden dictar la ley'. El embajador afgano en París, Mehrabodin Masstan, dijo ayer que la situación planteada puede resolverse por parte de su país en pocos días, pero que debe haber un mínimo de coordinación entre la Alianza y los aliados europeos de EE UU.

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El ministro francés de Exteriores, Hubert Védrine, ha hecho un llamamiento a las autoridades uzbekas y a los 'diferentes jefes y autoridades afganas', para que permitan el paso de la ayuda humanitaria en el plazo más breve posible. Otro miembro del Gobierno de París, Charles Josselin, encargado de los asuntos de la Cooperación, proyecta viajar a Uzbekistán e Irán para pedir la apertura de las fronteras a la ayuda humanitaria, así como a los militares encargados de escoltarla.

Por su parte, el Gobierno británico ha pospuesto el despliegue de 6.000 soldados que están listos para desplegarse en Afganistán en 48 horas. Según la BBC, el despliegue tenía que haber empezado ayer, pero ha sido retrasado debido al conflicto que ha desatado con líderes de la Alianza la llegada de soldados británicos a la zona sin el previo visto bueno de los aliados antitalibanes.

Pero Downing Street desmintió ayer que haya habido un retraso. 'El hecho de que hayamos puesto a nuestros soldados en alerta no significa que se haya dado la orden de despliegue', matizó un portavoz del primer ministro. También desmintió que haya puntos de vista divergentes entre Blair y el presidente George W. Bush sobre el despliegue de tropas en Afganistán. Según los medios británicos, el primer ministro defiende un despliegue de cierta sustancia para imponer la paz entre bandas rivales, mientras que el presidente defendería un despliegue mucho más reducido.

El portavoz de Downing Street admitió que la llegada ayer a Kabul de Stephen Evans, el enviado especial de Blair y nuevo representante del Reino Unido en la zona, tiene como principal objetivo entablar conversaciones con los líderes de la Alianza del Norte sobre la presencia de tropas británicas en la zona.

Miedo a la hostilidad del nuevo poder

El viernes pasado se desplegaron en el aeropuerto de Bagram, al norte de Kabul, la capital de Afganistán, 100 miembros de las tropas de élite de la Marina británica con objeto de tomar el control del aeropuerto, una instalación clave para el despliegue de tropas, para canalizar la ayuda humanitaria y para asegurar la llegada segura de las misiones diplomáticas que a partir de ahora volarán muy a menudo a Kabul. La llegada de los británicos sin previo aviso provocó el malestar de la Alianza del Norte y uno de sus líderes ha exigido la retirada de todas las tropas, con la excepción de 15 soldados. 'No hay que confundir las quejas por no haber avisado con afirmaciones de que no somos bienvenidos', afirmó el portavoz del 10 de Downing Street, residencia oficial de Blair. Sin embargo, la BBC aseguró ayer que el retraso en el despliegue se debe al temor a que un desembarco hostil provoque problemas de seguridad a los soldados británicos. Stephen Evans, el enviado especial de Tony Blair a Kabul, afirmó ayer que 'ha habido progresos en las discusiones con la Alianza del Norte, pero hay que tener en cuenta que la Alianza no es un grupo coherente'.

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