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EE UU envía un negociador a Seúl para rebajar la tensión con Corea del Norte

El régimen de Pyongyang dice ahora que nunca ha tenido un programa de armas nucleares

Estados Unidos lo anunció en octubre pasado: Corea del Norte había reconocido no haber desmantelado su programa nuclear, en contra de lo pactado. Según Washington, la confesión se produjo durante una visita de su secretario de Estado adjunto, James Kelly, a Pyongyang. Desde entonces, la tensión entre ambos países ha ido en aumento. Ayer, mientras Kelly aterrizaba en Corea del Sur en busca de una salida a la crisis, el régimen comunista negó haber admitido tal cosa y dijo que si George W. Bush le desafía, "convertirá en un mar de fuego la ciudadela de los imperialistas", refiriéndose a Seúl.

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"La afirmación de que reconocimos haber desarrollado armas atómicas es una invención fabricada por EE UU con intenciones siniestras", señaló el periódico oficial del partido comunista norcoreano, Rodong Sinmun. La negación norcoreana supone un nuevo paso en la ordenada sucesión de declaraciones efectuada por el régimen de Kim Jong-il en las últimas semanas, que desembocó en el abandono del Tratado de No Proliferación Nuclear y en el anuncio de que está estudiando reanudar sus pruebas de misiles. Corea del Norte se ha convertido en el primer país en romper este pacto, del que forman parte 188 naciones. El régimen asegura que sus declaraciones a Kelly fueron tergiversadas.

Pero la negación norcoreana supone también un intento de voladura controlada de la base sobre la que se asientan las acusaciones de Washington, que culminaron en la expulsión, el mes pasado, de los inspectores del Organismo Internacional para la Energía Atómica (OIEA) destinados en Corea para vigilar el cumplimiento del acuerdo de 1994. Según el pacto, Pyongyang debía paralizar su programa atómico a cambio combustible.

Al considerar que no lo había hecho, EE UU, Corea del Sur y Japón interrumpieron a principios de diciembre los envíos de petróleo. A los pocos días, el Norte expulsaba a los inspectores de la ONU y reactivaba la central de Yongbion, capaz de fabricar plutonio con destino militar.

Cuando se estaba negociando el acuerdo de 1994, Pyongyang lanzó una amenaza similar a la de ayer al decir que convertiría Seúl, muy cercana a la frontera del Norte, en "un mar de fuego". Corea del Sur es aliado de EE UU desde la guerra de Corea (1950-1953). En su territorio están destinados 37.000 soldados norteamericanos.

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"Vamos a hablar de forma positiva", aseguró ayer Kelly al llegar a Seúl. El asistente del secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, tiene previsto entrevistarse hoy con el presidente electo surcoreano, Roh Moo-hyun. Es la primera etapa de su viaje por Asia, en el que pretende buscar una salida diplomática a la crisis. Washington cree que Corea del Norte dispone al menos de una bomba atómica y que podría fabricar varias más en pocos meses si pone en marcha la planta de reprocesamiento de plutonio de la central de Yongbion.

En los últimos días, Kim Jong-il ha lanzado mensajes contradictorios. Mientras por un lado ha amenazado con "la guerra santa" y con "aplastar a los maniacos nucleares de Estados Unidos", por otro ha asegurado que no tiene intención de fabricar armas nucleares y ha mostrado su disposición a dialogar. Pyongyang reclama el fin del bloqueo energético y la firma de un tratado de no agresión. A cambio, está dispuesto a permitir una inspección independiente. Corea del Sur asegura que ha puesto en marcha Yongbion para generar electricidad. La OIEA lo pone en duda.

La salida norcoreana del Tratado de No Proliferación Nuclear y su disposición a reanudar las pruebas de misiles ha generado una ola de preocupación en todo el mundo. Japón acusó ayer a Pyongyang de "estar jugando un juego muy peligroso". "Si el mundo presiona y le convence de que no ganará nada con este juego, creo que es posible devolver la situación al punto en el que estaba", aseguró un miembro del Gabinete del primer ministro, Junichiro Koizumi, quien finalizó ayer una visita de cuatro días a Rusia.

Konstantin Pulikovsky, representante del presidente Vladimir Putin en Rusia oriental y buen conocedor de Kim Jong-il, aseguró que el líder estalinista es una persona con la que se puede razonar si se le trata de igual a igual, pero que "no permitirá que se le presione desde el exterior".

Llamada a la negociación

El mediador estadounidense Bill Richardson, por su parte, pidió ayer a la Administración de George W. Bush que negocie con Corea del Norte un acuerdo de no agresión que ponga fin a la crisis, informa Reuters. Tras casi nueve horas de conversaciones con altos cargos del Gobierno norcoreano, Richardson, gobernador del Estado de Nuevo México, declaró que no es obligatorio que EE UU utilice a la ONU como canal para llegar a un acuerdo con Pyonyang.

"Lo que la Administración [de Bush] debe hacer es, con todos los respetos, emprender un diálogo preliminar en Naciones Unidas, en Nueva York, a un nivel menor, para propiciar unas conversaciones de mayor alcance". Richardson, un demócrata de origen hispano que fue embajador de EE UU en Naciones Unidas, explicó que ha mantenido al tanto a Colin Powell de sus conversaciones con los representantes norcoreanos.

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