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Francia pierde la pista de sus rehenes en Irak tras la "mediación subterránea" de un diputado

Los esfuerzos para liberar a los dos periodistas franceses secuestrados en Irak y a su chófer iraquí "se han visto brutalmente interrumpidos" en los últimos días, a causa de una "iniciativa personal" realizada "sin mandato oficial", reconoció ayer el primer ministro francés, Jean-Pierre Raffarin, ante la Asamblea Nacional. En una reunión posterior con la Comisión de Exteriores, el jefe de la diplomacia, Michel Barnier, precisó que los secuestradores interrumpieron el proceso para la liberación el 30 de septiembre, una decena de días después de haber enviado un vídeo que probaba que se encontraban vivos y en buen estado de salud.

Horas antes del debate parlamentario, Raffarin reunió a los jefes de los partidos políticos y les mostró el vídeo de los rehenes, recibido el 20 de septiembre en la Embajada francesa en Bagdad. La recepción de esta cinta fue considerada la prueba de que los canales utilizados hasta entonces eran serios. A los pocos días se produjo la intervención de la abigarrada red constituida por el diputado Didier Julia, miembro de la mayoría gubernamental francesa, de un ex intermediario del régimen de Sadam Hussein y de un mercader de armas que aspira a representar a Costa de Marfil en la UNESCO, todos ellos con apoyo logístico del propio presidente de este país.

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El variopinto grupo de mediadores subterráneos no logró la liberación de los rehenes. Y además, su intervención coincidió en el tiempo con el corte de los contactos seguidos por los canales oficiales. Raffarin reconoció ayer ante el Parlamento haber estado al tanto de los pasos dados por los extraños mediadores, "sin mandato oficial alguno", puntualizó, que no fueron desautorizados por el Gobierno desde el principio porque habría sido "irresponsable" no analizar todas las pistas posibles.

Con los diputados como testigos, Raffarin se comprometió ayer a "continuar todo contacto por el único canal de los representantes oficiales de nuestro país", afirmando que "Francia no juega un doble juego"; un mensaje que probablemente pretende traspasar las fronteras del país y llegar hasta los canales que cortaron los contactos el 30 de septiembre. El Gobierno francés está claramente a la defensiva, con llamadas constantes "a la responsabilidad" y a la "unidad nacional" por parte del presidente Chirac y del primer ministro, indicios claros del mal paso en que se encuentran una vez cumplidos 47 días de secuestro de los periodistas Christian Chesnot y Georges Malbrunot, y de su chófer, Mohamed al-Jundi.

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