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Reportaje:

Se busca 'capo' para poner orden

La ausencia de líder mafioso desencadena en Nápoles una ola de crímenes

Enric González

La policía italiana pensaba que para acabar con la Camorra napolitana había que empezar por los jefes, por los grandes capos como Genaro Licciardi, A Scigna (El Mono), encarcelado y muerto en prisión hace casi una década. Parecía razonable pensar que, una vez descabezado, el imperio mafioso se derrumbaría. Durante años, la policía se ha concentrado en detener a los peces gordos y, sin embargo, las cosas han evolucionado al revés. Nápoles sufre en la actualidad una oleada de violencia terrorífica, salvaje. Precisamente porque falta un gran capo que controle a la veintena de clanes que compiten por el control de la ciudad y restaure el viejo sistema de alianzas.

Mientras Sicilia, la isla de la Mafia, vive una época de relativa tranquilidad gracias a la tregua impuesta por el gran capo di tutti capi, el fantasmagórico Bernardo Provenzano, Nápoles se hunde en "una situación dramática". "La violencia y la ilegalidad se difunden y corroen, o destruyen, los fundamentos mismos de la convivencia ciudadana en Nápoles", dijo el ministro del Interior, Giuseppe Pisanu. La gran paradoja consiste en que, ahora mismo, los mandos policiales no querrían que existiera un Bernardo Provenzano. Querrían que existieran dos, y que uno de ellos dirigiera la mala vita napolitana.

Con un 20% de la población menor de 14 años y un 30% de paro, no es difícil reclutar matones
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Es difícil contar el número de muertos del último mes. Tres camorristas conocidos aparecieron el lunes en un coche, torturados y ejecutados. Otro, un joven de 25 años, sin antecedentes, estaba en la calle con unos amigos cuando un grupo se acercó y disparó una ráfaga. La víctima, Antonio Landieri, era cojo y no pudo huir ni arrojarse al suelo. Sus cuatro amigos, más ágiles, quedaron heridos pero vivos. Cerca de ese mismo lugar fue asesinado otro camorrista el martes de la semana pasada. Ese mismo día, en Secondigliano, cayeron ametrallados, con heridas graves, cuatro carabinieri de paisano. Diez días antes habían sido ejecutados dos miembros del clan Di Lauro, que no tiene bastante con enfrentarse a otros clanes: parece que se ha dividido y sus matones se asesinan entre sí.

En la Camorra todo es posible. El pasado 15 de octubre un chico de 17 años, Salvatore Albino, robó un ciclomotor. Aquel vehículo pertenecía a la hija de un miembro de la Camorra. La niña, de 15 años, telefoneó a su padre entre sollozos para decirle que le habían robado el motorino y que había sido Salvatore. ¿Qué no haría un padre por su hija del alma? El padre fue a buscar a Salvatore y le pegó un tiro en la cabeza. La niña está ahora en la prisión de menores de Nisida y dice que todo fue un asunto "entre mayores".

La quiebra moral afecta a barrios enteros (el Barrio Español, Secondigliano, Vomero) que viven del crimen: droga, contrabando de cigarrillos, usura, extorsión, proxenetismo, tráfico de armas, robo. Según el instituto de estadística Eurispes, la Camorra facturó 16.459 millones de euros en 2004 sólo con la droga.

El último informe que los carabinieri locales han enviado al Ministerio del Interior indica que la Camorra "se ha fragmentado" y que la situación es cada vez peor porque faltan figuras criminales de relevancia. Falta autoridad, un capo indiscutible. Con un 20% de la población de menos de 14 años y un paro real que ronda el 30%, los clanes no tienen problemas de reclutamiento. La gente pacífica que abunda en Nápoles, calla por miedo, escribe cartas desesperadas a los periódicos, o se larga si puede.

En Nápoles es prácticamente suicida llevar puesto el casco de la moto. Sólo se lo ponen los matones, para no ser identificados cuando disparan por la calle. La policía lo reconoce: "Los chicos nos dicen que el casco les hace parecer camorristas y que se arriesgan a ser tiroteados, ¿qué podemos responderles?".

Unos <i>carabinieri</i> inspeccionan el cuerpo de un hombre hallado el martes pasado en un coche cerca de Nápoles.
Unos carabinieri inspeccionan el cuerpo de un hombre hallado el martes pasado en un coche cerca de Nápoles.AP

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