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Reportaje:EL FIN DE UN PAPADO | El país natal del Papa

Cracovia llora a su hijo más querido

Los habitantes de la ciudad polaca donde el Papa fue sacerdote y arzobispo se echan a la calle para expresar su dolor

Cracovia, el corazón cultural y católico de Polonia a cuya diócesis Karol Wojtyla sirvió durante casi 40 años antes de convertirse en Juan Pablo II, se echó anoche a la calle para expresar su dolor por la muerte de su hijo más querido. Pocos minutos después de trascender el fallecimiento, miles de personas se agolparon en silencio frente al Palacio del Obispo, en el corazón de la ciudad antigua, bajo el mismo balcón desde el que Juan Pablo II saludaba a los suyos en cada visita al país. "Para todos nosotros nada volverá a ser igual; todo será más trivial", acertaba a decir Barbara, de 44 años, aún conmocionada.Barbara y su esposo, Mareg, de 49, estuvieron en esta misma plaza en junio de 1979, en el primer viaje de Wojtyla a Polonia como Papa, que empezó a aguijonear los regímenes satélites de Moscú.

El sepulcral silencio, sólo matizado por las oraciones, duró un cuarto de hora
"El Papa ha escrito en su última encíclica: 'Cómo morir de forma digna y bonita'
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El Papa muere arropado por miles de fieles

Anoche volvían a fundirse en el mismo lugar entre la multitud, esta vez consternada. Al conocerse la muerte del Pontífice, la gente se arrodilló y la riada que iba llegando seguía su ejemplo. Muchos llevaban un crespón blanco; algunos, velas encendidas.

El sepulcral silencio, sólo matizado por unas oraciones leídas a través de un micrófono, duró casi un cuarto de hora. Después el cardenal, Franciszek Macharski, se dirigió a los congregados resaltando la importancia que a su juicio tiene el legado del Papa y las campanas repicaron en varias iglesias de la ciudad.

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Alejandra, de 14 años, fue de las que no pudieron aguantar la tensión y abandonó entre sollozos la multitud. "Es un momento muy triste; no soy creyente pero el Papa fue para mí una autoridad", explicó. El frío -alrededor de cinco grados- no espantaba a la gente, que seguía llegando. Los había de todas las edades -matrimonios con niños; personas mayores, grupos de chicos- y también de todos los estilos: un hombre maduro de traje y corbata meditaba en silencio junto a un adolescente de largo pelo a lo rasta y pendiente en la oreja, incapaz de pronunciar palabra.

A unos pocos metros, la plaza mayor empezaba también a llenarse de gente expresando su dolor. Enrique, un español de Ávila de 28 años que trabaja en el Instituto Cervantes, admitía estar "impresionado". "Con independencia de la religión, está claro que era una persona muy importante para Polonia, para ellos era infalible", opinaba.

En una esquina, la formidable Iglesia de Santa María se quedó pequeña, incapaz de absorber la riada de fieles y curiosos. Lukacs, de 28 años, contemplaba embebido la iglesia junto a su bebé Ola, de 11 meses: "Ahora hay que transmitirle a ella todo lo que nos enseñó", balbuceaba.

Ante la muerte de Karol Wojtyla los principales santuarios del catolicismo polaco llevaban dos días en vela, abiertos sin interrupción.

Entre ellos destaca Wadowice, la tranquila población situada a 50 kilómetros de Cracovia, donde Wojtyla había nacido el 18 de mayo de 1920. La fisonomía de la villa se ha transformado para recordar, en cada esquina y en cada comercio, que en este lugar vivió hasta que cumplió 18 años. Wadowice es ya ahora Ciudad Wojtyla.

La vinculación entre Juan Pablo II y la localidad va más allá de la emoción de estos días y se ha hecho inextricable. Uno de los clubs deportivos se llama Karol Wojtyla y la plaza principal, Juan Pablo II.

Junto a la iglesia, en la que abundan las grandes fotos del Pontífice, está el Ayuntamiento, en cuyo balcón cuelga un gran cartel, también con una imagen del Papa, en el que se lee: "La municipalidad de Wadowice siempre fiel a Juan Pablo II".

"Para la localidad lo es todo", comentaba la alcaldesa, Ewa Filipiak, de la agrupación vinculada a la histórica Solidaridad, en las puertas del consistorio.

Un gran cartel da la bienvenida al pueblo con la inscripción: "Con Juan Pablo II, entrando en el Tercer Milenio". Todos los pasos que siguió el Papa son subrayados con pasión. La vivienda donde nació es, desde 1984, el museo Juan Pablo II, custodiado por tres monjas de la orden de Nazaret.

En la escuela donde estudió hay una gran placa conmemorativa y el principal reclamo de la oficina turística es la "Ruta del Papa", un extenso y detallado mapa con los caminos que Wojtyla gustaba recorrer en las montañas del país, incluidos los albergues en los que dormía. En los cafés son habituales las fotos del Papa, y todas las pastelerías ofrecen kremówki papieskie, un dulce muy calórico, con galleta y nata, que en una de sus visitas a la ciudad como Papa identificó como el preferido en su niñez.

El Ayuntamiento, donde Solidaridad goza de una confortable mayoría, es probablemente donde más se refuerza la simbiosis. Se ha colocado un gran busto del Pontífice en la recepción. La sala de plenos está incluso presidida por la bandera del Vaticano -flanqueda por la polaca y la del municipio- y el mismo escudo de la localidad fue modificado en 1995 para añadierle las dos llaves del escudo vaticano.

En este ambiente de fervor aguardaban ayer expectantes los habitantes de Wadowice. La mayoría combinaba el dolor con un nuevo motivo para fortalecer su fe. Como la hermana Magdalena, una de las custodias del museo: "El Papa está escribiendo su última encíclica Cómo morir de forma digna y bonita", opinaba desde la misma habitación de la calle de Koscielna en la que Karol Wojtyla nació hace casi 85 años.

Un feligrés guarda un minuto de silencio frente a un mosaico de Juan Pablo II en la basílica de la Virgen Negra de Czestochowa.
Un feligrés guarda un minuto de silencio frente a un mosaico de Juan Pablo II en la basílica de la Virgen Negra de Czestochowa.REUTERS

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