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Napolitano declara su fe europeísta al jurar como presidente de Italia

Enric González

Giorgio Napolitano, antiguo dirigente del Partido Comunista, prestó ayer juramento como presidente de Italia. El nuevo jefe del Estado pronunció un discurso ante el Parlamento en el que expresó una clara vocación europeísta ("no existe ninguna alternativa al relanzamiento del proceso constitucional europeo", dijo) y prometió mantener el equilibrio entre el Gobierno de centro-izquierda y la oposición de centro-derecha, porque "ambas coaliciones salieron de las elecciones con alta representatividad popular".

La intervención de Napolitano fue moderada, pero no gustó ni a Silvio Berlusconi, que no aplaudió tras el juramento, ni al conjunto del centro-derecha, con la excepción de los democristianos alineados en la Casa de las Libertades. "Ha sido un discurso decepcionante, lleno de retórica", comentó Elio Vito, presidente de los diputados de Forza Italia. "No ha sabido dirigirse", siguió el portavoz berlusconiano, "a aquella mitad del electorado que votó al centro-derecha y que hoy se ve excluida de todos los puestos institucionales, en una situación sin precedentes".

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El centro-derecha criticó que en ningún momento se mencionara a Berlusconi y a sus cinco años en el Gobierno, y la ausencia de referencias "al papel central de la empresa y de la libertad de iniciativa en el sistema italiano". Para Romano Prodi, que el miércoles debería recibir ya el encargo de formar Gobierno, fue, en cambio, "un discurso excelente", con "un claro empeño en conseguir la reconciliación del país".

El sucesor de Carlo Azeglio Ciampi, quien ayer mismo abandonó el palacio del Quirinale y se instaló en su domicilio particular, subrayó que el Estado debía mantenerse "dentro de un diseño laico, independiente y soberano" en sus relaciones con la Iglesia católica. Y lamentó la hegemonía de la gerontocracia masculina, de la que él se había convertido, a sus 80 años, en el máximo representante, dentro de la política italiana. "Debemos contar con las formidables reservas de energía femenina que no movilizamos y no apreciamos ni en el trabajo ni en la vida pública: son prejuicios y cerrazones que provocan un enorme derroche y que no pueden ser ya toleradas", declaró.

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