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Tribuna:Alto el fuego en Oriente Próximo
Tribuna
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No es "islamofascismo"

Gilles Kepel

Los atentados recientemente desarticulados en Londres debían golpear y desencadenar el caos simultáneamente en Reino Unido y Estados Unidos, los cada vez más aislados socios en la llamada "guerra global contra el terrorismo". Fueran o no su motivación inicial los acontecimientos bélicos de este verano en Oriente Próximo, el apocalipsis iba a llover sobre Londres y Washington justo cuando las dos capitales estaban siendo denunciadas por toda la opinión pública árabe por su apoyo a la ofensiva militar israelí en Líbano. La abortada ofensiva terrorista iba a estar, pues, cargada de simbolismos, aunque todavía haya muchas incógnitas sobre los ataques y la identidad de los terroristas.

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En lo que respecta a Reino Unido, esto significa que la campaña lanzada por el Gobierno laborista después de los atentados de julio de 2005, llamada Engaging the islamists

[Involucrar a los islamistas], y cuyo propósito es favorecer la influencia de los musulmanes moderados en las comunidades islámicas del país, ha sido un fracaso. Más allá de la voluntad de integración de los dirigentes de las comunidades islámicas, los sectores extremistas siguen decididos a oponerse a la política británica en Oriente Próximo y a la forma en que Blair imita la política de Bush.

En EE UU el compló descubierto el 10 de agosto ha sido definido por Bush como un acto "islamofascista". La expresión estaba destinada principalmente a la opinión pública estadounidense. En un momento en que las dudas sobre la política de la Casa Blanca en Irak están aumentando rápidamente en todas partes, y después de la derrota en la primarias de Connecticut de Joseph Lieberman (partidario de la estrategia de Bush), el presidente norteamericano intenta recuperar de esta forma el consenso en la opinión pública estadounidense. Pero la expresión es ambigua y poco acertada. Históricamente, el fascismo representó un movimiento de masas en algunos países europeos, mientras que los grupos terroristas islamistas como Al Qaeda y sus asociados son lo contrario de un movimiento de masas.

Además, la asociación verbal entre "fascista" e "islámico" enoja a los árabes y desde el principio ha sido muy criticada en todos sus medios de comunicación. Supone un recrudecimiento del enfrentamiento entre Occidente y el mundo árabe, que aleja aún más la posibilidad de que en Oriente Próximo se pueda sentir algún tipo de solidaridad por las posibles víctimas occidentales del terrorismo islamista. El comentario de Bush se producía cuando las televisiones árabes transmitían durante las 24 horas del día las imágenes de las víctimas civiles extraídas de las ruinas de las ciudades de Líbano bombardeadas por los cazabombarderos israelíes suministrados por Estados Unidos.

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Para la opinión pública de Oriente Próximo son estas últimas imágenes las que encarnan la definición de terrorismo. Y, por este motivo, los atentados estilo Al Qaeda que se habían preparado contra aviones comerciales podrían haber sido entendidos en el mundo árabe como una respuesta -justificable- a la agresión israelí en Líbano, una especie de ley del Talión contra las bombas sionistas. Además, la capacidad de Hezbolá, que ha resistido de pie la embestida del Ejército de la estrella de David, ha constituido la sorpresa de esta guerra y ha convertido a su líder Hasan Nasralá en un héroe para la opinión pública árabe.

Habrá que esperar a las conclusiones de la investigación británica para saber el verdadero alcance de los atentados frustrados, pero lo que sí tenemos claro desde ya es que las crisis de Oriente Próximo se expanden con rapidez a Occidente y contaminan todo el planeta.

Gilles Kepel es profesor en el Instituto de Estudios Políticos de París. Traducción de News Clips. © La Repubblica

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