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Elecciones legislativas en EE UU

Arranca el pulso entre Bush y los demócratas

El presidente se reúne en la Casa Blanca con el futuro líder de la mayoría en el Senado, Harry Reid

Yolanda Monge

Promesas y más promesas de cooperación. El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, volvió a repetir ayer su total entrega a la "cooperación bipartidista" durante una reunión mantenida en la Casa Blanca con el futuro líder de la mayoría en el Senado, Harry Reid. Durante los 45 minutos de conversación, ambos políticos acordaron dejar las palabras agrias a un lado para poder andar juntos el camino. "La única manera de avanzar es a través del bipartidismo y la apertura", declaró Reid. Para allanar esa senda común, Bush señaló que tanto él como Reid eran hombres que no se andaban con rodeos y hablaban claro. "Intentamos hablar el mismo idioma", dijo el presidente. Fue el segundo día de romance de Bush con la antigua oposición.

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A la reunión asistía también el número dos de los demócratas en la Cámara alta, el senador por Illinois Dick Durbin, quien observó que tanto Bush como el vicepresidente, Dick Cheney, también presente, habían elegido corbatas azules. ¿Quizá en honor de la victoria demócrata del martes? El azul es el color que representa al Partido Demócrata, mientras que el rojo escenifica al Partido Republicano. "Esperaba que se diesen cuenta de este detalle", bromeó Bush.

Y ahí acaban las camaraderías. Cuando las luces de los focos se apagan quedan patentes las diferencias y lo difícil que se va a hacer una cohabitación obligada por las urnas. El segundo día de matrimonio forzado del presidente de EE UU con los demócratas dejó en evidencia lo complicado de esta empresa y sacó a relucir las primeras fricciones. Los demócratas declaran que quieren cambios en asuntos políticos clave, como la presencia de las tropas estadounidenses en Irak. Y la Casa Blanca presiona para que se cumpla su propia e intransigente agenda, incluido renovar el puesto al controvertido embajador de EE UU ante la ONU, John Bolton.

Se escenifica el cortejo republicano hacia los demócratas. Pero es una realidad que entre piropo y piropo Bush está presionando para que el antiguo Congreso, que todavía está en funciones, saque adelante las propuestas más espinosas, lo que incluiría legalizar el programa de escuchas electrónicas autorizado por el presidente (paralizado en el Senado debido a la amenaza de filibusterismo demócrata), modificar la ley que permitiría una cooperación con India en materia de tecnología nuclear y legislar para que Vietnam se convierta en un miembro de la Organización Mundial de Comercio (el presidente viajará al país asiático la semana próxima).

Los republicanos insuflan prisas al proceso y los demócratas vienen a decir que serán ellos los que decidan qué ropa se lava. "Las elecciones han terminado. Ha llegado el momento de un cambio", dijo el senador Reid. "Ha llegado la hora del bipartidismo, ha llegado la hora de un Gobierno abierto, de la transparencia, y ha llegado la hora de los resultados", declaró el futuro líder de la mayoría. Casi las mismas palabras fueron pronunciadas por Bush: "Las elecciones han terminado y los demócratas han ganado, aunque ahora empiezan los desafíos". "Vamos a trabajar juntos para enfrentarnos a los retos de una manera constructiva. No estaremos de acuerdo en todo. Pero sí lo estamos en que queremos a América y que lo que nos preocupa es el futuro de nuestro país", puntualizó el presidente.

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Pero en otra muestra de que el nuevo espíritu de cooperación podría ser sólo flor de un día, el veterano congresista demócrata John Murtha sembró la discordia al afirmar que la dimisión del incondicional secretario de Defensa de Bush, Ronald Rumsfeld, no era suficiente para mejorar sus diferencias sobre la guerra en Irak. "Está bien, usted ha despedido al secretario de Defensa. Pero eso no es un cambio en la política", declaró Murtha, que competirá contra Steny Hoyer por el cargo de líder de la mayoría de la Cámara de Representantes.

"Lo que hay que hacer es poner una fecha límite a los iraquíes", dijo el congresista por Pensilvania, quien sigue siendo partidario de abrir una investigación al presidente Bush por cómo mintió al país para entrar en la guerra de Irak en 2003.

Desde las mismas filas, el senador demócrata Byron Dorgan advertía de que el partido se debía a las bases y había que perseguir reformas que afectaran a los salarios, empleo, sanidad y política energética. "Desde luego que queremos trabajar con el presidente y acercar posiciones", declaró Dorgan, "pero no creo que hayamos sido votados para dejar las cosas a medias, tenemos que hacer el trabajo para el que los votantes nos han elegido".

Uno de los arquitectos de la campaña electoral demócrata, el senador Chuck Schumer, prevenía de las buenas intenciones. Aunque los demócratas estén de luna de miel con el presidente, no se deberían amedrentar ante el partido que dirige la Casa Blanca. "¿Nos levantaremos cada vez que creamos que el presidente está equivocado?", se cuestionaba Schumer. "Sí", se respondió sin fisuras.

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Sobre la firma

Yolanda Monge
Desde 1998, ha contado para EL PAÍS, desde la redacción de Internacional en Madrid o sobre el terreno como enviada especial, algunos de los acontecimientos que fueron primera plana en el mundo, ya fuera la guerra de los Balcanes o la invasión norteamericana de Irak, entre otros. En la actualidad, es corresponsal en Washington.

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